Que el Mundial se haya cerrado con dos derrotas, sobre todo una de amplia diferencia como la de ayer ante Sudáfrica (41-16), puede inducir a una conclusión equivocada: que no fue un gran torneo para los Pumitas. Lo cierto es que lo fue, y lo comprueba su cuarto puesto dentro de un Mundial que vio a dos gigantes como Nueva Zelanda e Inglaterra ser eliminados en primera fase, y a Francia retener su título tras ganar todos sus partidos, salvo uno: el que perdió sin respuestas justamente a manos de los pibes dirigidos por José Pellicena, Ricardo Le Fort y Enrique Pichot. Haberle ganado como se le ganó al bicampeón del mundo habla de un potencial que a veces afloró y a veces no, pero que ahí está.
Por otro lado, aunque Argentina no pudo repetir el bronce de hace tres años -su mejor registro en un Mundial hasta la fecha- no estuvo tan lejos como sugiere el resultado final ante los Junior Springboks, resultado que, sin dejar de ser merecido, le quedó ancho al trámite del encuentro. Es cierto que los sudafricanos fueron dueños del primer tiempo ante un equipo argentino desordenado y errático en el tackle, pero en el comienzo de la segunda parte, los Pumitas tomaron un protagonismo casi absoluto y se acercaron con los tries de Joaquín de la Vega Mendía y el tucumano Mateo Carreras, uno de los puntos más altos del equipo a lo largo del certamen. Sin embargo, desde entonces comenzó a manifestarse la contracara: la falta de efectividad para aprovechar cada oportunidad de sumar, algo que contra las potencias suele resultar determinante. Los pateadores tuvieron un mal día: entre De la Vega Mendía, Gerónimo Prisciantelli y Roger Farías, fallaron intentos de penales y conversiones muy factibles para un total de 16 puntos que le hubieran trasladado a Sudáfrica la presión de remontar una clara desventaja. Esa presión llevó a los Pumitas a cometer errores que los Boks no dejaron pasar.
De todos modos, vale igual. Por tercera vez en la historia, los Pumitas quedaron entre los cuatro mejores de un Mundial y revelaron que hay material para nutrir a los seleccionados mayores en un futuro muy cercano, entre ellos varios tucumanos. Ese es el verdadero triunfo.