Lionel Messi no es el único ídolo argentino que tiene algún casillero vacío en su extenso y exitoso curriculum. Para los amantes de las comparaciones, la Copa América es otro punto en común que el rosarino tiene con Diego Armando Maradona. En el luminoso palmarés del campeón del mundo en México 86 constan algunos faltantes, de los cuales destacan dos como mínimo: nunca jugó la Copa Libertadores y no fue parte de ninguna Selección que haya ganado el máximo torneo sudamericano durante el fecundo ciclo iniciado por César Luis Menotti y continuado por Carlos Salvador Bilardo.
A grandes trazos estas fueron las derivas de Maradona en las tres versiones de la Copa América de las que formó parte.
En la de 1979 era todavía muy joven y Menotti dispuso un equipo de escasa correspondencia con el que había ganado el Mundial del 78: un mix de juveniles y pruebas de patas cortas. En ese contexto no destacaron ni la Selección ni Maradona, autor de uno de goles de la victoria de 3-0 a expensas de Bolivia.
Pasaron ocho años y Maradona ya era considerado el mejor futbolista del planeta y el buque insignia de los campeones mundiales de México 86. En esa Copa América, la de 1987 jugada en Buenos Aires, el “Diez” convirtió en el empate de 1-1 con Perú en el debut y dos veces en una brillante noche frente a Ecuador, de penal y de tiro libre.
Pero los sueños de coronación se desvanecieron con el 0-1 a manos de Uruguay en semifinal (una gran corrida de Antonio Alzamendi) y la gasolina ni siquiera alcanzó para quedarse con el tercer puesto, que fue para Colombia bajo la batuta de un inspirado Carlos Valderrama, el Pibe, considerado el mejor jugador del torneo.
Nivel opaco
Tampoco resultó campeón Argentina en la Copa América que tuvo lugar en 1989 en Brasil. De más a menos y opaco fue el nivel del equipo orientado por Bilardo, al punto que apenas convirtió dos goles, ambos por intermedio de Claudio Paul Caniggia en las sendos triunfos de 1-0 a Chile y Uruguay.
Después, empató 0-0 con Ecuador y Bolivia y perdió 2-0 en los partidos más trascendentes, primero con Brasil (campeón, con la dupla Bebeto-Romario en su punto máximo) y después con Uruguay en la serie final.