Álvaro Pérez Acosta
¡La amistad tiene tantas herramientas para lograr emociones y a veces locuras inimaginables! La aventura comienza en un relato de fantasía y también de locura inmensurable. Esencias demostrativas que, con el correr del tiempo, asimilan conocimientos alternativos que se parecen y desaparecen solamente por eso, por el paso del tiempo. Haber ocurrido la gran demostración de una gran amistad de parte de los amigos, compañeros y hermanos de Álvaro Pérez Acosta, es incomparable con cualquier acción de demostración; primero de solidaridad, y luego de amistad, pero amistad en grande, para que todos la vean. Cuán grande fue mi alegría al ver y leer lo acontecido e inaugurado con tanta devoción y esfuerzo por parte de ese grupo que se juntó con una sola idea: que Álvaro sienta esa cálida unión de sus amigos superados en amistad. Es algo impresionante, sin ninguna clase de devolución de favores. Sólo eso, amistad. Y en ella nace y termina el amor consentido. ¡Qué amigos!... Son un orgullo.
Luis Coronel
El mundo y sus imperativos
Desde que el hombre irrumpe en la Tierra, no ha podido comprender que este mundo, el que nos ofrece de todo, debemos cuidarlo para nuestro propio bien, para poder habitarlo. Somos nosotros los que debemos adaptarnos y mejorar lo que nos ofrece, y no desde una soberbia ambición desmedida pretender un mundo a la medida de las enfermas ambiciones devenidas del poder de las armas, del poder económico o de todos los poderes que atentan contra la humanidad en beneficio de unos pocos. No es posible que el 1% de la población mundial concentre las mayores riquezas, esclavizando, de una manera u otra, al resto de la humanidad. Hoy las grandes potencias no tienen umbrales ciertos y morales de saciedad en armas y riquezas. Es así como al lugar que habitamos lo fuimos mutilando, con la indiscriminada e ilimitada tala de bosques, y el efecto de las ciudades que tienen fábricas que emiten gases que destruyen la capa de ozono, generando efecto invernadero. Son las ambiciones desmedidas las que llevan a los habitantes a su propia destrucción. En 30 a 50 años desaparecerán bajo las aguas 10 países o grandes conglomerados (casi todos ellos situados en Oceanía) por el ascenso de los océanos, mientras ya se insinúan desastres climáticos, mientras varios países se niegan a firmar ningún compromiso tendiente a aliviar las causas y los efectos que ellos mismos generan. Mientras para el mundo lo más importante no sea el hombre, nuestra condena es una realidad que, desde ya, cada ciudadano del mundo debe o debe enfrentar.
Héctor Leonardo Bravo