Por unas horas, Banda del Río Salí pasó a ser Ciudad Darío. En cada una de las escuelas el nombre de Darío Monteros, intendente reelecto, se repetía una y otra vez. “Darío dice que traigamos…” “Darío se encarga de la comida…”. “Darío ya habló con todos para que no pase nada…” “Darío dice que estemos atentos con los votos…”. A los bandeños no los sorprendió el movimiento, sino las formas. “Hubo el mismo circo de siempre, pero esta vez fueron más discretos. Por ejemplo, ya no se vieron decenas de autos con cartelitos, pero sí estaban llevando y trayendo gente”, explicó Juana Medina.
Marcos D’Elía se fue hace casi 10 años de la ciudad, pero no hizo el cambio de domicilio y sigue votando allí. “Acá a Darío no hay con qué darle. De alguna manera todos terminan laburando para él”, explicó. Teresa Ramírez dio su punto de vista: “hubo de todo. Entrega de bolsones, de plata y muchísimas promesas. Nada nuevo. Por eso no hay chances de que alguien le gane a Monteros”.
Los bandeños comenzaron a emitir su voto temprano. No hubo demoras, pero sí se presentó un problema: darles lugar a tantos fiscales. “Esto es una locura. Hay más tipos sentados ahí que votantes”, se quejó Martín Bulacio. “Mirá, mirá. Están rodeando a la presidenta de mesa. Nunca había visto algo así”, agregó. Los vecinos pronosticaban que el recuento de votos estaría acompañado con discusiones y quizás incidentes. “Nada de eso va a pasar. Ahora se sacan los dientes, pero al final todos terminan trabajando para Darío. Él los acomoda de alguna manera. También les ordenó que se porten bien”, señaló Juan Carlos Pereyra, uno de los punteros que trabajó a las órdenes del intendente.