Darío Almaraz, secretario de la Junta Electoral, comenta: “las urnas no están vacías, aunque suene feo”. Las cajas de colores depositadas en el galpón de Andreani contienen todo el material electoral, pero no llevan votos dentro. “Lo de las urnas embarazadas es un mito”, garantiza Almaraz, que está supervisando la carga de los camiones que aprovisionarán a las escuelas de toda la provincia.
Son las cuatro de la mañana y faltan más de 24 horas para que los tucumanos comiencen a votar, pero para los empleados postales las elecciones comenzaron hace tiempo: llevan dos semanas trabajando todo el día en tres turnos de ocho horas.
Un rato antes de la salida de los camiones, la escribana Nancy Ota registra la inspección de 10 urnas elegidas al azar. Las cajas, reunidas según el lugar adonde las llevarán, están guardadas dentro de bolsas transparentes cerradas con precintos rojos. Ota abre la urna roja 1.490, que irá a la Escuela Diego de Rojas, en Famaillá. La caja contiene el padrón electoral, la guía de instrucción para el presidente de mesa y los cordones de seguridad, entre otras cosas. En las bolsas, pero fuera de las cajas, también viajan fajos de boletas de todos los partidos. “Son los votos testigo, que se ponen en el cuarto oscuro al inicio del comicio para evitar faltantes”, explica Almaraz.
La Junta invitó a la verificación de las urnas a los apoderados de todos los partidos, pero sólo asistió Walter Álvarez, del Frente Provincial, que pertenece a Hacemos Tucumán. “¿Quién se anima a entrar a esta hora a la Villa 9 de Julio? Yo llegué porque vivo cerca”, bromea Álvarez. “Vengo a ver que las urnas no tengan votos y legitimar el proceso de elección de los representantes del soberano”, expresa después con solemnidad.
Mientras Ota revisa las 10 cajas sorteados, los trabajadores de Andreani comienzan a subir las demás a los camiones. Ya son las seis de la mañana y hace dos horas que los choferes y los policías esperan para salir. Ariel Castillo, de 41 años, que maneja el camión que aprovisionará a las escuelas de Tafí del Valle, se queja porque desde hace dos horas que está esperando: “¡no sé para qué me hicieron venir tan temprano!” Al menos él saldrá antes que Marcos Aguilera, de 31, que todavía no sabe adónde irá.
Según informa Almaraz, un móvil policial escolta a cada camión. “La Junta tomó todas las previsiones para que las urnas viajen seguras y después la elección sea 100 % transparente”, asevera el secretario. Tras salir del depósito del correo, los camiones viajarán hasta los nodos de distribución, desde donde otros vehículos repartirán el material electoral hacia las escuelas de las tres secciones electorales.
Mientras tanto, las urnas destinadas a la alta montaña irán en moto, con custodia policial. Para asegurarlas aún más, allá las esperan gendarmes que, como viajeros de otra época, subieron montados en mulas. (Por Hernán Miranda)