Famaillá tiene su propia grieta política y no tiene nada que ver con Mauricio Macri o con Cristina Fernández porque los candidatos principales que se disputan la intendencia forman parte del peronismo. Tampoco tiene que ver con quién esté del lado de Juan Manzur o de José Alperovich. La división está en la familia política: la actual intendenta, Patricia Lizárraga, busca la reelección en el municipio por la lista oficial del Frente Justicialista por Tucumán, armado con el que gobernador busca acceder a un nuevo mandato. Su principal rival es su ex cuñado, el diputado nacional José Fernando “mellizo” Orellana, que se postula por Tucumán Innovador, pero como va asociado a otros partidos que son colectoras de Manzur y de Alperovich estará en boletas con los dos en simultáneo.
Aunque en total son seis postulantes que se presentan para intendente, sumando a Marcelo Tarifa (Hacemos Tucumán), Edmundo Francisco Herrera (Vamos Tucumán), Luis Omar Castrejón (FIT) y Claudia Mariela Bucheri (Fuerza Republicana), las previsiones marcan que la batalla principal será entre Lizárraga y Orellana. La segunda pelea será por las bancas en el Concejo: 66 listas pugnan por los 10 escaños. Famaillá tendrá uno de los cuartos oscuros más abarrotados, con al menos 68 papeletas (con 1.011 candidatos entre titulares y suplentes). Sólo lo superarán Banda del Río Salí y Alderetes, con 69.
Pasacalles superpuestos, carteles por todos lados y autos circulando con parlantes para hacer sentir los “jingles” de campaña de uno y otro candidato. Así es el centro de Famaillá.
En medio de la” grieta”
En la plaza principal de la ciudad fundada el 29 de diciembre de 1692 por Don Juan Núñez de Ávila, retumba la música de campaña: los dirigentes del “mellizo” circulan en autos con un jingle que toma la base de “1,2,3”, de Sofía Reyes, Jason Derulo y De La Ghetto, mientras que la intendenta optó por una canción del Súper Quinteto Imperial de Koli Arce para promocionarse.
Sentada a la espera de que pegue el sol, Mirta Raquel Medina sostenía bolsas con papeles para hacer un trámite. “Ni sé a quién votar, porque pedís ayuda y no te dan nada. Me inundo cada vez que llueve, a mí y a todos los vecinos se nos rebalsa el pozo del baño y todo eso nos entra a las casas. Me cansó la política”, cuenta sin emoción la mujer de 61 años, zafras de caña y de limón a cuestas, que ahora subsiste gracias a una pensión no contributiva.
“Al ‘Mellizo’ le pedí remedios para la presión y un bolsón para poder tener algo para comer hace dos meses, y me ayudaron. Quizás los vote. Vivo en el barrio Estación Padilla, está muy dejado y cada vez que hay una tormenta el agua de lluvia baja de la vía y se reposa en el barrio”, agregó triste. “Quiero tener un ranchito pobre, pero mío y bien puesto. Junto botellas y aluminio para tener algo más, pero se me rompió el carrito. Trabajé toda mi vida, así pude criar a mis seis hijos, primero en el surco de caña y después en la cosecha del limón”.
Con esa desazón coincidió Rosa Vázquez, de 67 años. “A mí me interesa que el que gane cumpla con sus promesas. De la rotonda para afuera (de la ciudad) queremos cloacas y pavimento”, reclama la vecina del Barrio El Progreso. Brisa Robles, de 18 años, pasaba con su bebé en el cochecito: “no me gusta mucho; más allá de lo que se debata o digan, se lastiman demasiado entre los dos bandos. Prefiero que arreglen las calles y las veredas”.
LA GACETA se cruzó con la mamá de uno de los candidatos a concejal. Si bien pide no difundir su nombre para no perjudicar a su hijo, explica cómo se vive la grieta. “Nosotros pensamos que el bando por el que apostamos ganará, aunque por poca diferencia. Muchísima gente odia al ‘Mellizo’ y está con Patricia, y viceversa. En medio de todo esto han mandado punteros a ocupar un terreno privado con la promesa de que si los votan, no los desalojarán y tendrán escrituras. Siempre hay alguien que se aprovecha de las necesidades”, describe. Atrás de un mostrador, Daiana Paz (25 años), cuenta que ella trata de mantenerse al margen. “Está todo muy revolucionado. Creo que me inclino un poco más por Lizárraga para el domingo, porque se hicieron algunas obras. Eso sí, la inseguridad es lo que más me preocupa”, responde con paciencia. Cerca de una distribuidora de bebidas, Fernando Velazco (36 años), es drástico: “para mí es una cagada esta elección y todas. Me tienen harto con este gastadero de plata, destinen todo a darle de comer a la gente y listo”.
Quienes están entusiasmados de cara al domingo son Víctor Moyano y Clara Isabel Márquez, que trabajan para uno de los candidatos de la grieta en un búnker partidario frente a la plaza principal. “Estamos con mucha expectativa, recorremos constantemente los barrios y sabemos qué necesidades hay. Queremos que haya de nuevo una maternidad en la ciudad, que haya más seguridad, que funcione un hospital regional y que tengamos una oficina de Anses, porque para hacer un trámite la gente se va a Lules o a la capital, y hasta San Miguel de Tucumán son $ 80 en colectivo o $ 100 en un auto rural”, agregaron los dirigentes.
Parados al lado de sus bicicletas, los Alberto y Abelardo Gutiérrez (59 y 63 años) apostaban quién ganaría el domingo. Uno se inclinaba por Lizárraga y el otro por Orellana. “Acá lo único importante, en el fondo, es que tengamos un Gobierno nacional que no se ensañe tanto con los pobres”.