Fútbol femenino: bolivianas por “adopción”

Fútbol femenino: bolivianas por “adopción”

Jugadoras tucumanas integran el equipo de la colectividad del vecino país.

FUNDADORAS. El sexteto estuvo en los inicios del fútbol femenino luleño: Natalia, Romina, Daiana, Jéssica, Belén y Rita. fotos de Daiana Brandán Valdez FUNDADORAS. El sexteto estuvo en los inicios del fútbol femenino luleño: Natalia, Romina, Daiana, Jéssica, Belén y Rita. fotos de Daiana Brandán Valdez
06 Junio 2019

A lo largo de años, la comunidad boliviana echó raíces en Lules. Según estudios, a principios de la década allí vivían unos 1.600 bolivianos, 500 de los cuales habían nacido en aquel país. Se dedicaron, en especial, al cultivo del tomate y de la frutilla. Pero este año muchos se preguntaron si no habían incursionado en el fútbol femenino. En la Primera “B” de la Liga Tucumana compiten dos equipos -A y B- con la personería del Centro de Colectividad Boliviana (CDCB). La versión B lidera su zona, y puede pelear el ascenso. Sin embargo, no se trata de equipos conformados por mujeres con ciudadanía boliviana.

El fútbol femenino en Lules surgió hacia 2014, alrededor de un sexteto integrado por Natalia Maza, Romina y Daiana Barrio, Jéssica y Belén Pavón, y Rita Mariela Inga. En los inicios, defendían la camiseta de Almirante Brown. En 2015 ya jugaron una semifinal, contra San Martín.

Primera mudanza

En 2016 empezaron los problemas, y las chicas migraron del “Marino” hacia Mercedes, el otro club popular de la localidad. No resultó sencillo mantenerse a nivel competitivo; pero lo lograron. Durante los tres años que jugaron para ese club, otras chicas se les fueron sumando. En 2017 volverían las alegrías: pese a haber quedado sin técnico, se propusieron, de mínima, clasificar para la fase definitoria de la “B”. No sólo cumplieron ese objetivo -terminaron primeras en su zona-, sino que lograron el ascenso a la “A”.

Pero a comienzos de este año volvieron las malas. Aparentemente, el dinero metió la cola, y unas 45 chicas dejaron en masa el club. Todo se volvió cuesta arriba. Querían jugar, pero no tenían club. Los plazos se acortaban, y ellas no tenían dónde jugar. “El torneo ya había empezado, así que le pedimos al presidente de la Liga (Darío Zamoratte) que nos den una semana más. Pero no parábamos de rebotar, porque algunos no tenían la personería al día. Por suerte, la colectividad boliviana nos abrió las puertas”, contó Rita. Y ellas están devolviendo la gentileza: llevan con prestigio el nombre de la comunidad por las canchas de la provincia.

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