Entre el cupo y los androides

El reclamo de los candidatos a ingresar a Medicina bochados por el cupo chocó contra la pared del Consejo de la Facultad, que dijo que no habrá modificaciones. Sigue el límite de 291 ingresantes y el resto de los 1.200 que rindieron el examen tendrá que estudiar otra cosa o insistir el año que viene. Aunque hayan sacado ocho y aunque las normas digan que una nota mayor a seis indica aprobado. Quedan afuera. ¿Con esto se termina el problema para la Facultad? No parece, ya que la modificación que se hizo en 2015 de la Ley de Educación Superior, que obliga al ingreso irrestricto, abrió un camino diferente.

El problema tiene muchas aristas. Los argumentos de las autoridades de la Facultad son contundentes: dicen que no se puede recibir una inundación de estudiantes porque no hay infraestructura apropiada ni docentes suficientes, y tampoco los pacientes pueden soportar las prácticas. Una ley pone límites éticos a esas prácticas y exige respetar su intimidad.

Los padres de los estudiantes rechazados retrucan con dos argumentos también contundentes: que hay una resolución del Consejo Superior de la UNT (que es el que manda) que exige que se respete lo dispuesto por la Ley de Educación Superior, y que, además, en 2013 el Ministerio de Salud de la Nación le entregó a la Facultad un subsidio de $ 10 millones para que se haga un hospital de androides con los cuales puedan practicar docentes y estudiantes.

Muñecos y pacientes

Ese proyecto tuvo una concreción dispar. Según el ex decano de Medicina, Ricardo Zelaya, en 2015 un estudio hizo una cotización “por valor inaccesible” y en 2018 se hizo una licitación que se cayó por el alza del dólar. Hay un laboratorio de destrezas clínicas para prácticas y hay un proyecto de licitación para el hospital de androides. El decano de Medicina, Mateo Martínez, dice que “es bueno que los estudiantes se entrenen, pero nunca un simulador reemplaza al paciente, porque no habla ni siente dolor. Complementa la educación médica, en el sentido de permitir ciertas prácticas que pueden ser muy invasivas del pudor y se las puede repetir una y diez veces y corregirlas hasta perfeccionar el procedimiento”. Pero no está generalizada la práctica con muñecos androides, pese a que pasaron cinco años desde que se entregó el subsidio.

El tema de los pacientes es peliagudo. Las prácticas se hacen en los hospitales públicos y los estudiantes asisten con los médicos docentes. La UNT tiene convenio con el Siprosa para que se hagan esas prácticas, y también lo tienen las universidades privadas (San Pablo T y Unsta) que han abierto la carrera de Medicina. Los enfermos y accidentados que van a los hospitales públicos son frecuentes objetos de practicantes. No lo son los pacientes de sanatorios y clínicas privadas, pese a que sus médicos se formaron en hospitales públicos. Tampoco se hacen prácticas en hospitales del interior de la provincia, porque no hay suficientes docentes médicos. Acaso cuando se haga el hospital de androides y con el avance de la tecnología que los hará cada vez más parecidos a los seres humanos haya menos cupo y menos cuestionamientos éticos. Pero no habrá cambiado el sistema.

Vocación y tendencias

Otro asunto es la cantidad de candidatos. ¿Cuántos médicos necesita Tucumán? Hay unos 4.900 matriculados y la renovación etaria anual es de más o menos 200. En teoría, el cupo de ingreso de 291 (que además da lugar a 60 alumnos de Salta y a 15 de los pueblos originarios) contiene esa demanda. ¿Pero qué determina que haya 1.200 o hasta 2.000 postulantes? ¿Tradición familiar –“M´hijo el dotor”-, búsqueda de prestigio o ascenso social, o verdadera vocación? Las historias de algunos de los bochados en este último examen hablan de auténtica vocación. Pero eso no incide en las regulaciones que debería hacer un país que, por un lado, tiene exigencias de formación altas en salud y que además tiene que generar orientación vocacional en su sociedad. En nuestro medio, se sabe, faltan enfermeros, ingenieros, licenciados en Turismo, entre otras profesiones. Y en cuanto a médicos, faltan clínicos, generalistas, médicos de familia, médicos generalistas, neonatólogos y especializados en terapia intensiva.

Métodos diferentes

El decano Martínez dice que el sistema con examen de ingreso se implementó hace 30 años, y que hace 15 que existe un cupo. Y remarcó que la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (Coneau) evaluó cuatro veces al programa de ingreso y en dos oportunidades al cupo. Pero Fernando Velloso Colombres, referente de los padres, replica: “todos los que aprobaron con 60 puntos tienen derecho a estudiar. Esta facultad es la única del país con cupo. En la Universidad de Buenos Aires ingresaron 18.000 alumnos a Medicina . ¿Por qué los quieren obligar a estudiar Ingeniería?”. El decano se defiende otra vez, cuando dice que la tasa de egreso en la carrera de Medicina de la UNT oscila entre el 90% y el 95%, mientras que en otras universidades con acceso libre como la Universidad de Buenos Aires (UBA), la tasa cae al 25%.

¿Se puede hacer comparación entre ambos sistemas y decir si uno es mejor que otro? La UBA tiene prestigio internacional. ¿También lo tiene su método de ingreso, que en lugar de limitar con cupo lo hace con exigencia en la capacitación y por eso quedan tantos a lo largo del cursado? En la Universidad de Rosario, también de acceso libre, el gran cedazo se da en el segundo año de Medicina. Velloso Colombres critica el método de Tucumán. Dice que es una facultad elitista, que ha generado un sistema caro de ingreso (los estudiantes se preparan en centros privados para poder enfrentar el examen) que expulsa a los que no tienen dinero para prepararse.

Como sea, el cambio en la ley de Educación Superior en 2015, con la ley 27.204, generó una nueva situación. Según los padres, la facultad está incumpliendo con la Resolución 1685/17 del Consejo Superior de la UNT establece que se debe cumplir con el artículo 7 de la Ley de Educación Superior para que el acceso sea libre e irrestricto. En breve el Consejo de Medicina hará conocer las razones para mantener este sistema doblemente restrictivo. Pero las aguas no se van a calmar, porque los padres que reclaman saben que el que tiene la potestad sobre el ingreso es el Consejo Superior de la UNT. Y allí tendrá que darse en algún momento esta discusión sin fin. Claro que será tarde para muchos de los que aprobaron la prueba pero no pudieron ingresar.

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