El gesto honrado de devolver objetos perdidos

El gesto honrado de devolver objetos perdidos

29 Mayo 2019

Es la rectitud de ánimo, la integridad en el obrar, una actitud que no suele ser muy frecuente, razón por la cual, cuando alguien devuelve algo de otra persona que ha hallado en la vía pública, se convierte en una noticia. “La honradez es siempre digna de elogio, aun cuando no reporte utilidad, ni recompensa, ni provecho”, afirmaba Cicerón, el poeta latino.

Pese a la fama de los tucumanos de encontrar las cosas de otros antes de que se pierdan, por suerte hay comprovincianos que son honrados, como lo ejemplifican dos historias que publicamos en nuestra edición de ayer. Uno de los protagonistas, ex taxista y actualmente dedicado a la albañilería, encontró tirado en la vereda un bolso en el que había recetas médicas, entre otras cosas, cuando iba a su trabajo. Ubicó a su dueño, que había sido víctima de los rompevidrios y se lo devolvió. Pero a veces el gesto no siempre es bien recibido. Recordó que en otra ocasión, le devolvió a una mujer un monedero que había encontrado en su taxi y al devolverlo, la propietaria lo acusó de haberle sacado el dinero.

Otro taxista, de 29 años, halló el domingo bajo el asiento del auto, una billetera con documentación, que pertenecía a una señora que había llevado el viernes pasado a un bar. Cuando le devolvió el objeto, ella se puso a llorar de la emoción, le sacó una foto y la subió a una red social. En consecuencia, mucha gente felicitó al joven y hasta le ofreció trabajo. “Estoy muy agradecida; esto no pasa todos los días”, dijo la vecina, que es jubilada.

En muchas capitales del mundo hay oficinas de objetos perdidos. La ley 8.513, promulgada en 25 de julio de 2012, creó en Tucumán una repartición de esas características que iba a contar con una línea telefónica gratuita para recibir los reclamos y denuncias de objetos extraviados, y en un sitio web se publicaría mensualmente la nómina de las cosas en poder de la dependencia, así como el registro de los que se devolvieran. En la Defensoría del Pueblo donde comenzó a funcionar esta dependencia, dijeron que la iniciativa no tuvo éxito porque era muy poca la gente que devolvía algo.

Hasta 2010 existió la División de Relaciones Policiales donde se podían reclamar los objetos perdidos, pero tampoco eran muchas las personas que restituían los objetos hallados. De acuerdo con las estadísticas, en 2009, apenas el 3% de las personas que hallaban cosas en la calle las devolvían. El dinero, los celulares, los documentos de identidad, las tarjetas de crédito, las joyas y los animales domésticos -en ese orden- figuraban en la nómina de elementos que se reclamaban en la oficina, que funcionaba en Chile y San Miguel, de nuestra ciudad. Tal vez conspiraba la ubicación de la repartición y la falta de difusión. Quizás por esta última causa no prosperó la oficina de la Defensoría del Pueblo.

Cuando una acción positiva se convierte en algo excepcional, significa que algo preocupante está sucediendo en la sociedad y que tiene que ver con una educación, una justicia y una clase dirigente en crisis. Actuar con honestidad debería ser algo normal en cualquier ciudadano. El mejor premio que puede recibir alguien íntegro es el respeto del prójimo. Cuando se pierden la decencia, la dignidad y la honradez, es muy difícil recuperarlas. “La honradez, tarde o temprano, alcanza su recompensa, y con frecuencia se logra cuando en ella no se piensa”, afirmaba el escritor Charles Perrault.

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