Javier Toledo salió del vestuario visitante con una camiseta de River, la de Bruno Zuculini, con quien no compartió plantel en ninguno de sus 11 clubes pero sí tenía un vínculo indirecto a través de Jonathan Cabral, compañero del volante en Racing, en 2014. “Se la llevo a Tobías, mi hijo, que es fanático de River. Ya en el partido anterior le llevé otras dos”, dijo el héroe de la serie por los cuartos de final de la Copa de la Superliga que, sin darse cuenta, se llevó a su casa tantas camisetas de River como goles le convirtió.
Si en el Monumental de 25 de Mayo y Chile le había facturado dos goles al campeón de América y coleccionó dos remeras con la banda roja -una de ellas la de Rafael Santos Borré-, en el Monumental de Nuñez le convirtió un tercer gol a Franco Armani y le llevó una tercera prenda a Tobías, posiblemente el único hincha de River feliz luego de la eliminación de su equipo: el niño ya tiene en su habitación una buena colección.
Lo que Toledo tampoco había advertido -o no quiso reconocer- es que es el máximo goleador de la Copa de la Superliga, con seis tantos en cuatro partidos. Y aunque el fútbol es el deporte de los pronósticos traicionados, es posible que nadie le quite ese título personal. “Ya tenés seis y te siguen Nicolás de la Cruz, Lucas Pratto (ya eliminados) y Santiago Silva, con tres”, le informó LG Deportiva el martes por la noche, luego de su cuarta faena goleadora consecutiva en la Copa de la Superliga.
“Yo quiero ser campeón, más que goleador”, respondió Toledo, que ya tiene un título en la B Nacional, con Central en la temporada 2012/13, y otro ascenso, con Chacarita en la 2008/09, detrás del campeón Atlético. En esa temporada, Toledo convirtió 18 goles y no fue el máximo anotador del torneo sólo porque Luis Miguel Rodríguez sumó dos más. Así que Toledo, como Atlético, quedaron a tres partidos de su primer oficial de AFA en Primera, las dos semifinales ante Tigre y la eventual final.
No sólo eso. El cordobés también podría ser el primer goleador del “decano” en una competición oficial de AFA en Primera. En los viejos Nacionales, y desde que el “Decano” se asentó en la máxima categoría, ninguno de sus referentes ofensivos terminó líder en la tabla de goleadores (como sí hizo, por ejemplo, el propio Rodríguez en la B Nacional, y más de una vez, y también Fernando Zampedri).
Hay, en todo caso, una curiosa excepción: los tres goles que Gonzalo Garavano le convirtió a Estudiantes de Buenos Aires en el 3-2 del 23 de noviembre de 2011 le sirvieron para terminar como uno de los cuatro goleadores de la Copa Argentina 2011/12 junto a Joaquín Cabral (Rivadavia de Lincoln), Mauro Conochiari (Sportivo Belgrano) y Matías Recio (Sarmiento de Resistencia). Pero por la resonación de los rivales, y porque lo podría conseguir en exclusividad, lo de Toledo resulta incomparable.
Honestidad ante todo
Apenas había terminado el partido, el cordobés de Marcos Juárez realizó unas declaraciones que fueron elogiadas por su sinceridad y claridad por el entrenador de la selección de básquet, Sergio Hernández. “Fue impresionante, nos quedó grande la cancha y River nos entraba por todos lados. Tienen jugadores de mucha jerarquía y una dinámica terrible. No podíamos sacar la pelota del área. Tenemos que replantearnos lo que pasó, más que nada en el primer tiempo, si queremos seguir llegando a lo que queremos llegar”.
Media hora después, ya próximo a subirse al colectivo que llevaría al plantel a descansar unas horas en un hotel de Buenos Aires antes de tomar, ayer por la mañana, un vuelo de regreso a Tucumán, Toledo afirmó que está en el mejor momento de su carrera. “Estoy muy bien, sí, pero lo importante es el equipo”, dijo quien en el 3-0 de la ida había dejado como un principiante a Robert Rojas y en el 1-4 del martes le ganó un forcejeo clave a un peso pesado del fútbol argentino como Javier Pinola antes del gol que desniveló la serie.
Lo curioso es que en los 15 partidos que jugó por la Superliga 2018/19, Toledo no había podido convertir. Su reaparición goleadora tras la lesión que había sufrido pocos días después de su histórico gol en La Paz, ante The Strongest, fue 370 días después, en el debut por la Copa de la Superliga, el viernes 26 de abril en Córdoba. Y a los tres goles en la serie contra Talleres le siguieron otros tres contra River.
Tema aclarado
En medio de una serie fabulosa, que persistirá en la memoria del fútbol tucumano durante años y décadas, tal vez los hinchas de Atlético no repararon en el detalle que sí encendió a algunos plateístas de River. Toledo festejó su gol del 1-2 parcial señalándose el dorso de su camiseta con un número, el 12, habitualmente identificado con Boca.
Si bien Toledo usó la 9 en San Martín de San Juan y Sol de América, y la 20 en Estudiantes (por nombrar a tres de sus equipos anteriores), en Atlético usa la 12. “No, no me mostré el número sino el apellido. Soy de Chacarita”, aclaró el cordobés que en su infancia hizo trabajos de albañil para ayudar a su familia.
“Uno de esos jugadores de piedra, héroe de chocolate Jack sorpresa. Un player vertebral, sólido, frentista. No sé por qué, pienso en él y se me hacen esas imágenes de los presidentes americanos tallados en piedra”, lo definió el escritor Santiago Llach en su libro “Crónicas canallas”, que acompañó el ascenso de Central en 2013.
Y habría que agregar: verdugo del campeón de América, posible goleador de una competición de Primera y, no menos importante, coleccionista de camisetas para su hijo.