Samanta Schweblin: “Ser extranjero es un gran ejercicio para la escritura”

Samanta Schweblin: “Ser extranjero es un gran ejercicio para la escritura”

La frase es de la joven autora argentina dos veces nominada al Man Booker, el mayor galardón literario después del Nobel. En su paso por la 45 Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, donde abrió el Diálogo de Escritoras y Escritores Argentinos, reflexionó sobre su vida en Berlín y acerca de los orígenes de su escritura.

RELACIÓN INTENSA. Schweblin reivindica la influencia de su abuelo materno. RELACIÓN INTENSA. Schweblin reivindica la influencia de su abuelo materno.
12 Mayo 2019

Por Gabriela Mayer

PARA LA GACETA - BUENOS AIRES

“Ser extranjero me parece muy interesante para la escritura, es un gran ejercicio. Porque todo el tiempo tenés una mirada distante de las cosas”, aseguró Schweblin, una de las voces más celebradas de su generación.

La autora de los libros de cuentos El núcleo del disturbio, Pájaros en la boca y Siete casas vacías reside hace siete años en Alemania. “Había un montón de cosas que no había elegido en mi vida, desde amistades hasta muebles. Y cuando llegué a Berlín empecé a elegir como loca. Eso fue muy liberador”, afirmó ante una sala Victoria Ocampo colmada.

Durante la fluida conversación de más de una hora con Elsa Drucaroff, Schweblin comentó sobre su consagración: “Trato de sentir que es algo que les pasa a los libros más que a mí. Tiene una gran ventaja: que uno puede empezar a vivir de la literatura, haciendo lo que le gusta, lo cual es un privilegio absoluto. Hacía muchos años que vivía la escritura con culpa, porque era no estar trabajando o no estar con la familia”.

Schweblin también mostró su entusiasmo por que su primera novela Distancia de rescate se convierta próximamente en película de Netflix, dirigida por la peruana Claudia Llosa. “Al final me animé y escribimos el guión a cuatro manos. Fue una experiencia extraordinaria. Claudia es una tipa brillante, aprendí muchísimo”.

La galardonada cuentista y novelista (Buenos Aires, 1978) evocó además cómo se conectó en su niñez con la literatura y la escritura. “Mi mama tenía un jardín de infantes y me traía libros todo el tiempo. Yo sabía que estaban en casa una o dos noches. Eso fue muy importante: esa sensación de que el libro si no lo leíste te lo perdiste y no vuelve más”.

Recordó a su abuelo materno, gran artista plástico y grabador, con quien mantuvo una relación muy intensa. A escondidas, hacían “cosas insólitas” para una nena: “íbamos a la isla Maciel, al hipódromo, a un bar de mala muerte, rodeada de gente muy sospechosa”. Asimismo visitaban museos y veían obras de teatro, relató Schweblin.

“Cuando volvíamos de esos largos viajes teníamos que escribir en un diario lo que habíamos hecho durante el día”, rememoró la autora de la novela Kentukis. “Él era fanático de Gabriela Mistral y de Alfonsina Storni y había que elegir algún fragmentito que dijera algo de ese día y había que escribirlo también. Y empecé a escribir ahí, con ese diario. Con las palabras de Alfonsina, de la Mistral, y con las cosas que habíamos hecho en el día. Era un ‘mix’ muy extraño”.

Cuando cumplió 18 años, su abuelo la invitó a un viaje a Nueva York. Ella le aseguró que se iría a vivir a esa ciudad en cuanto pudiera. “Y él dijo ‘no, cuando tengas edad te tenés que ir a Berlín, que va a ser la nueva Nueva York’. Así que fui a Berlín, soy muy obediente”, rememoró entre risas.

Ante una pregunta del público, la autora traducida a más de 25 idiomas confesó: “Soy muy mala lectora, soy muy impaciente. Supongo que es también la razón por la que soy más cuentista que novelista. Dejo muchos libros todo el tiempo”.

Respecto de su proceso creativo, Schweblin consideró que ya no cree que sus cuentos surjan de imágenes. “Lo primero que pasa es que hay una emoción muy precisa, pero muy incómoda, porque no hay palabras para transmitirla. La única manera de transmitir esa emoción es hacer un recorrido con el lector en un texto”.

Año duro

Mientras tanto, este capítulo 45 de la feria, que se desarrolla en medio de la dura crisis que golpea al sector editorial, culminará mañana tras desplegar una agenda intensa con Barcelona como ciudad invitada de honor.

Varios sellos con presencia en La Rural comentaron sus impresiones de mitad de feria a LA GACETA Literaria.

“Arrancamos muy bien en ventas, pero luego se planchó. Estamos un 10% abajo en unidades. Respecto a la facturación, teniendo en cuenta la inflación interanual el cálculo nos da 5% abajo. Fin de mes y los paros fueron grandes obstáculos”, sostuvo el gerente de prensa del Grupo Planeta, Santiago Satz.

Víctor Malumian, al frente de Ediciones Godot, señaló: “Se ve menos gente y era esperable dada la coyuntura del país. En ejemplares en general estamos todos entre abajo y bastante abajo, la baja debe estar entre el 10 y el 20% dependiendo del tipo de catálogo. En nuestro caso debe haber sido un 10%”.

Desde el stand de editorial Corregidor la percepción fue similar: “A simple vista se observa menos gente. Y cada año se ven menos bolsas en los pasillos”.

© LA GACETA

Gabriela Mayer - Escritora y periodista cultural.

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