Una racha de siete triunfos consecutivos como la que ha amasado en estas primeras siete fechas del Regional “Antonio Gandur” podría ser digna de reconocimiento para la mayoría de los clubes, pero tratándose de Tucumán Rugby, no es nada que no se haya visto antes. Incluso si se ajusta la lupa al último lustro, se trata de un escenario bastante común para un club acostumbrado a ganar, aunque ese hábito no se haya traducido necesariamente en acumulación de títulos anuales de nivel superior en sus vitrinas desde que comenzó el nuevo siglo. De todos modos, no por eso este inicio furioso del equipo de Yerba Buena debe ser tomado como uno más, sobre todo si se se va más allá de los números y se atiende a la imagen que transmite dentro de la cancha: la de un equipo rebosante de confianza, muy seguro de lo que hace y eficiente al hacerlo.
“Estamos convencidos de lo que hacemos. Nuestro juego nos está dando resultados, pero no por eso hay que creer que ya no tenemos cosas para mejorar, porque sí las hay”, advierte Lucas Santamarina, una de las voces de mayor peso dentro del plantel “verdinegro”.
Una buena prueba de esa convicción de la que habla el tercera línea se vio el sábado contra Lawn Tennis, el rival que se presentaba con mejores credenciales para tacklear el vertiginoso ascenso del líder en la tabla. Tucumán Rugby jugó un partido impecable tanto cuando le tocó ser protagonista como cuando se vio obligado a contener los embates de un rival con el orgullo herido en su propia casa.
Con el triunfo sobre los “Benjamines”, el conjunto de Yerba Buena completó con 100% de efectividad, la parte a priori más dura de su agenda (ya enfrentó y venció a los principales candidatos), por lo que no debería resultar sorprendente que la inercia “verdinegra” se extienda por lo menos hasta el final de la fase.
No sólo por la firmeza que viene mostrando, sino porque -como ya se dijo antes- no es nada que no haya logrado en los últimos años. De hecho, lejos está su racha actual de las 14 victorias consecutivas con las que empezó el Regional 2014, y más aún de las 19 que llegó a encadenar en el de 2016. Incluso en la edición del año pasado llegó a ganar 10 partidos en fila, aunque no desde el comienzo del torneo, sino recién a partir de la segunda fase, el Súper 10. Si suma dos más, igualará los nueve al hilo que logró en 2015.
A la luz de semejantes números, raya lo insólito que el “Verdinegro” sólo haya ganado dos títulos anuales en los últimos 19 años (2006 y 2015). Precisamente, parece ser que contra quien verdaderamente compite este modelo 2019 del “Verdinegro” es contra sí mismo y su mala costumbre de ser el campeón moral. Si existe una explicación para tan extraño fenómeno, es que le ha sobrado de todo, salvo madurez para sobrellevar los momentos determinantes, sobre todo desde lo psicológico. Es el desafío que tiene por delante Tucumán Rugby: vencer no sólo a sus demás rivales, sino también a sus propios fantasmas.
“Tenemos 110 jugadores en el plantel superior. Cualquiera puede subir o bajar, es una competencia interna muy buena”, destaca Germán Le Fort. El hooker comprende que otro de los peligros que acechan en el camino del éxito es el exceso de confianza, que lleva a mirar más allá que lo que se tiene delante. “Es muy importante la bajada de línea que nos dan los entrenadores: sacrificio y humildad, creciendo paso a paso por un objetivo mayor”.