Nicolás Herzog: “El Principito es la imagen distorsionada de su infancia”

Nicolás Herzog: “El Principito es la imagen distorsionada de su infancia”

Guionista, productor y director de cine, de infancia y adolescencia concordiense, creció inmerso en la historia de Saint-Exupéry y sus días en Concordia. La trama deriva de un aterrizaje forzoso del escritor cerca del Castillo de San Carlos, donde conoce a dos jóvenes que, según la historia que circuló a lo largo de décadas en el lugar, fueron fuente de inspiración para la escritura de El Principito. La historia le generó un afán casi antropológico de desentrañar cuánto había de real y cuánto de mito. Aunque, claro, al final la figura múltiple del aristócrata-aviador-héroe de guerra-escritor-humanista lo atrapó en una red de la que emergió con dos perlas: Vuelo Nocturno, la leyenda de las princesitas argentinas, una película estrenada en el 2016, y el reciente libro, Las principitas, de este año, escrito en coautoría con la escritora colombiana Lina Vargas. Ambos relatos en espejo, pero con sus singularidades, serán presentados en el Espacio Incaa del Ente Cultural de la Provincia y en la Alianza Francesa de Tucumán durante la semana de Saint-Exupéry (el próximo jueves se proyecta la película y el viernes se presenta el libro) organizada por la Fundación Emilio Cartier.

05 Mayo 2019

> ENTREVISTA

Por Solana Colombres

PARA LA GACETA - TUCUMÁN

- ¿Qué significa para vos Saint-Exupéry para que hayas iniciado una investigación sobre su paso por el Castillo de San Carlos?

- En realidad lo que me llevó a investigar esa historia con la que crecí no fue tanto, en primera instancia, la figura de Saint-Exupéry, como el mito que se forjó en torno a ese lugar emblemático para mí particularmente como entrerriano que había vivido en Concordia desde los siete años y que había descubierto ese lugar abandonado, en medio de esas 100 hectáreas frente al río , donde me paseaba con mis hermanos los fines de semana en la niñez y al que, más tarde como adolescente, aprovechaba como lugar más bien recreativo. En un modo, todos los que lo habitamos, nos fuimos encontrando con retazos de esa gran dimensión mítica que se construyó de generación en generación, de manera oral y con muy poca documentación.

- Como mencionas, la idea inicial estaba más enfocada en el relato de la construcción de un imaginario colectivo pero que a medida que el proyecto avanzaba, hubo una evolución. ¿Cómo fue eso?

- Así es. Al comienzo no era Saint-Exupéry el centro del relato sino el mito forjado alrededor de esa historia. Me parece que el libro y la película tratan sobre cómo se forjan determinados mitos pero después de eso emergió su figura, primero de una manera difusa y poco a poco se fue fortaleciendo porque era un personaje que desconocía completamente y al cual fui descubriendo. Me puse a indagar en toda su obra y me resultó un ser fantástico y muy complejo, con una capacidad muy particular de aunar literatura y existencia. Fui a Francia, donde filmé parte de la película y pensé una estructura narrativa que de alguna manera extrapolamos, junto a la coautora Lina Vargas, al libro de Las Principitas. Ezequiel Siddig, el editor del libro y mi amigo fue quien nos acercó. Por suerte el proceso creativo discurrió muy bien y de manera sólida.

- ¿Qué es lo que más te conmueve de su figura?

- Creo que hubo un proceso de identificación con él muy fuerte, con su vida, su obra, su mirada. Una mirada por momentos desencantada pero que nunca pierde luminosidad y atraviesa ese umbral de humanismo entre dos guerras mundiales del siglo XX como pionero de uno de los oficios más arriesgados y más increíbles de la historia de la humanidad: pilotear aviones uniendo puntos en el mundo.

- ¿Para vos de qué manera Argentina influye en su obra?

- Me parece que su mirada nostálgica pero muy humana y comprometida con el hombre, la empezó a gestar en Argentina. Saint-Exúpery le escribe a Rufino Luro Cambaceres, con quien compartía una gran amistad y el oficio de escribir , y le comenta que nunca había conocido una clase de hombre tan humano como los hombres del sur. Le habla de Argentina y lo importante que fue para él su estadía aquí. Para él los hombres de la Patagonia estaban empezando a forjar el destino de la Nación. Los ve como pequeñas luces que hay que unir. El se siente en el compromiso de ser un umbral de comunicación entre los hombres.

- ¿Entonces, cuánta solidez encontrás en la hipótesis según la cual El Principito fue gestado en el Castillo de San Carlos e inspirado en gran parte por las dos “Princesas argentinas” como Saint-Exupéry llamaba a las hermanas Fuchs-Valon?

- Insisto, la hipótesis no es científica sino que pudo haber tenido una dimensión mítica. El Principito pudo haber nacido en Concordia, en África, en la Patagonia o en su departamento en New York donde lo escribió doce años después. Lo que está más claro es que El Principito es esa imagen distorsionada de sí mismo. La de su propia infancia. Por eso tanto la película como el libro están trabajados con esta idea de espejo. Entre San Carlos y el Castillo de su infancia de Saint Maurice de Remens, en Lyon, porque en algún punto, lo que se pone en juego claramente, es esa relación que él tiene con esas chicas que le recuerdan a sus hermanas. Con esa casa que le recuerda a su infancia, con esos padres que le recuerdan a sus propios padres. “Cada palabra es una gota de sangre” reflexionaba Saint-Ex, como le decían los amigos, en uno de sus innumerables textos. Argentina, la tierra en donde se encontró con su infancia nuevamente gracias a dos jovencitas que se vestían estrambóticamente mientras domesticaban zorros y hablaban con víboras, fue tanto el escenario de amor con su rosa Consuelo Susín, como el paisaje agreste en donde también encontró la inspiración para sus dibujos. En suma, nuestra tierra le dio muchas, muchísimas palabras por la sangre vertida en esta geografía. Sangre volcada a borbotones en su Opus Magnum, El Principito, escrito en años de exilio entre las luces de neón y los rascacielos de New York.

(c) LA GACETA

PERFIL

Nicolás Herzog nació en 1979 en la ciudad de Santa Fe. Vivió su infancia y adolescencia en Concordia, Entre Ríos. Egresado de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires. Guionista, productor y director de cine, trabajó varios años en comerciales, videoclips y televisión. En 2010 fundó su productora Rumba Cine y dirigió los films Orquesta roja(2010), Vuelo nocturno (2016) y La Sombra del gallo (2019). Todas sus películas participaron en festivales internacionales y obtuvieron diversos premios y reconocimientos.

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