El diagnóstico de autismo puede ser válido y consistente desde los 14 meses de edad, asegurando así tratamientos efectivos, según un estudio publicado hoy por la Universidad de California San Diego (UC), en Estados Unidos.
La investigación, divulgada por la agencia EFE, considera que el Desorden del Espectro Autista (TEA) "tiene sus orígenes en la vida prenatal, más posiblemente durante el primer o segundo trimestre de embarazo".
El informe resalta que, como consecuencia, los primeros síntomas de autismo en los infantes, como no responder a su nombre o no interactuar positivamente con otros niños, se presentan alrededor de su primer año de vida.
Eso lleva a que estos niños "puedan mejorar si el tratamiento ocurre durante este período de rápido crecimiento cerebral" y no después, "lo que es más común", señaló Karen Pierce, profesora de Neurociencias y codirectora del Centro de Excelencia para el Autismo de UC San Diego.
"Lo más pronto que usted pueda afrontar los problemas de TEA, mejores serán los resultados para el niño", agregó la investigadora.
Las conexiones entre las neuronas cerebrales en las cortezas prefrontal y temporal se duplican entre el nacimiento y el primero o segundo años de edad, dice el reporte al señalar también que estas áreas del cerebro están directamente relacionadas con el comportamiento social.
Para el estudio, los investigadores analizaron 1.269 bebés de la población general, de los cuales 441 mostraban síntomas de autismo.
Los niños en el estudio recibieron su primer diagnóstico-evaluación entre los 12 y los 36 meses de edad, al igual que al menos una evaluación subsecuente, todas hechas por psicólogos certificados.
La edad mínima para garantizar un diagnóstico confiable de TEA se dio a partir de los 14 meses, concluyó la investigación.
"Nuestros hallazgos sugieren que el diagnóstico de TEA resulta estable a los 14 meses y en general es más estable que otros diagnósticos, como las demoras del lenguaje o de otros desarrollos", destacó Pierce.
La investigadora recalcó la importancia de comenzar un tratamiento lo más temprano posible en lugar de esperar a evaluaciones a los tres o cuatro años de edad.
"Es imperativo que se use cada herramienta efectiva tan pronto como se pueda para empezar el tratamiento del niño diagnosticado, para su beneficio y el de su familias en el largo plazo", concluyó Pierce. (Télam)