Historias de perros que se parecen a sus dueños
Algunos casos sorprenden. Son como dos gotas de agua: mascotas que comparten rasgos físicos de su amo. Otras veces, el perro y su dueño son un espejo en cuanto a características de personalidad. Estas semejanzas no son pura casualidad. Varios estudios comprobaron que esto ocurre porque cuando elegimos un animal de compañía lo hacemos acorde con nuestro carácter.
Luly anda por la vereda como su dueño: despacio y tranquilo. Alonso, en cambio, siempre llama la atención: es acelerado, fiestero y quiere hacer sociales con todos los que encuentre en el camino. A menudo, quienes pasan horas con sus perros aseguran que estos se asemejan a ellos en comportamiento y en gestos. Y en algunos casos si se sacan una foto hasta parecen cortados con la misma tijera. ¿Qué hay de realidad en esta percepción?
Algunos estudios han demostrado que esto se debe a la selección que hacemos de las mascotas: de manera instintiva escogemos animales con características compatibles con las nuestras. Por eso, si la persona es tranquila o inquieta probablemente elija un perro o gato acorde con esto.
“Antes de elegir qué perro quería investigué las características de distintas razas y así descubrí que un golden era lo ideal. Son alegres, cariñosos, sociables, tranquilos y activos a la vez… igual que yo”, resume Ayelén González (36). Ella priorizó esas características aun sabiendo que no iba a ser fácil convivir con un perro de gran tamaño en un departamento.
Para la veterinaria Diana Abascal, especializada en comportamiento animal, lo del parecido físico entre las mascotas y sus dueños podría responder más a una cuestión casual. De lo que no tiene dudas es de las semejanzas que tienen en los comportamientos. Es por una cuestión de hábitos y también de características propias del animal y el humano, explica.
La realidad es que los animales que viven con nosotros copian nuestro ritmo y conducta. Los animales aprenden por asociación de hechos contiguos en el tiempo, con lo cual la rutina de su amo en poco tiempo también se transforma en su rutina. Asimismo se mimetizan con la forma de actuar de la persona; por ejemplo, si es tranquila, inquieta o agresiva.
“Creo que es verdad que se eligen perros acordes con uno”, dice Roxana Bulacio, empleada en un petshop donde es usual ver personas robustas con perros grandes, hombres y mujeres atléticos con golden retrievers, siberianos, ovejeros alemanes o pointiers y mujeres glamorosas con un yorky, un chihuahua o un caniche.
Rodolfo y Luly: el mismo andar
Rodolfo Peralta (59) y Luly salen a caminar cada día. Se balancean al mismo tiempo. Y lo hacen despacio. Primero recorren la vereda de Santiago del Estero al 1.000 (donde viven). Llegan a la esquina. Los dos miran juntos hacia la derecha para verificar si vienen autos. Entonces, cruzan. Al llegar a la plaza Alberdi hacen el mismo recorrido. Es increíble cómo se mimetizaron.
“Ella es todo para mí”, confiesa comerciante, que tiene un local de antigüedades en la misma cuadra. Luly lo acompaña a trabajar y es la primera en recibir a los clientes que entran. También va con Rodolfo al súper y al cajero. Siempre lo espera en la puerta. Es muy tranquila y pausada, igual que su dueño.
Adoptó a Luly hace nueve años. La consiguió en la casa de un criador y por esas casualidades de la vida, la tatarabuela de la mascota, la tía y el padre también habían pasado por la vida de Rodolfo, quien se declara amante de los animales. De hecho, cada día alimenta a más de una decena de perros callejeros que van a la plaza Alberdi.
Considera a Luly su “perrhija”. En la casa ella tiene su propia cama, tres juegos de toallas, sus platos de comida y su lugar en el sillón. Tiene tíos y hasta novio: se llama Otto y vive en la misma cuadra. Todos los días cenan juntos. También celebra su cumpleaños cada 8 de diciembre, al que no pueden faltar su amor y dos amigos peludos: Humahuaca y Sheldon.