Ricardo Lorenzetti llegó sonriendo al Aula Magna de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Tucumán, y con ese gesto coherente con la celebración de los 80 años de la unidad académica se retiró del recinto. En el medio dejó reflexiones sobre algunas de las asignaturas del programa nuevo de la carrera de Abogacía. Luego de elogiar las novedades y la innovación, subrayó el valor de la tradición y del pensamiento clásico. La clave de la enseñanza del Derecho permanece invariable, según el ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. “Hay que transmitir valores y utopías porque nadie quiere vivir en la infelicidad que produce una sociedad frustrada”, dijo.
El orador santafesino no ocultó su interés por las conexiones entre la neurociencia y el campo jurídico. “Para entender el mundo de hoy necesitamos más que nunca una mente oceánica, que se alimente de distintos ríos”, enunció a modo de introducción en la conferencia que desarrolló en el Congreso del 80° Aniversario titulado “El Derecho y su enseñanza en una democracia”, que finaliza este viernes. Lorenzetti dijo ayer que algunas emociones negativas dominaban la realidad y estaban propiciando el retorno a épocas que parecían superadas. “El miedo, el odio, la inseguridad y la frustración son los enemigos actuales de la democracia: emociones medievales la están poniendo en riesgo”, definió.
En el capítulo de las aversiones, Lorenzetti ubicó la “división”, palabra con la que reemplazó a la popularísima grieta. “Los argentinos hemos transitado por la polarización extrema y las divisiones odiosas desde los unitarios y los federales, y todavía creemos que eso sirve para nuestra sociedad democrática”, cuestionó. También planteó el problema de la frustración de las esperanzas: “nosotros sabemos bastante de esto. Generación tras generación se entusiasma con un movimiento y se frustra rápidamente. La sociedad vive en un estado depresivo, donde nadie cree en nada y donde se ha frustrado toda idea de ilusión colectiva acerca de modificar y mejorar el mundo”.
Cena con el gobernador
Lorenzetti es un amigo de la Facultad de Derecho por su amistad con la decana Adela Seguí, vínculo que aquella destacó este miércoles al revelar su alegría personal por contar con él “en la academia y en la vida”. “A mi juicio, Ricardo Lorenzetti se inscribe en la historia de esta Nación y de la mejor manera”, dijo. En la primera fila se ubicaron el rector José García; el vicerrector Sergio Pagani; el secretario general José Hugo Saab; el ministro de Educación, Juan Pablo Lichtmajer; la vocal de la Corte Suprema de Justicia de Tucumán, Claudia Sbdar, y la camarista y hermana de la decana, Malvina Seguí. Autoridades, jueces, docentes y estudiantes ocuparon buena parte de las butacas del auditorio de Lorenzetti, que ingresó acompañado por la profesora y relatora de la Corte, Belén Japaze, y por su marido, el abogado Nicanor Rodríguez del Busto. Después de la conferencia, los anfitriones, el orador, integrantes del cuerpo docente y miembros del Poder Ejecutivo se trasladaron a la Casa de Gobierno para cenar con el mandatario Juan Manzur.
El cambio que paraliza
“Vivimos retrocesos del sistema democrático y una explotación de emociones negativas para ganar elecciones”, evaluó Lorenzetti desde el atril. E insistió: “esto es peligroso. Si analizamos el discurso público imperante en muchos países veremos que no se diferencia del que había en el Medioevo o de lo que hemos pretendido superar con el Estado de derecho”. En conexión con esta idea, el ex presidente de la Corte de la Nación llamó la atención sobre el olvido de la Educación Cívica. “Cada vez tenemos menos ciudadanos”, reflexionó. Y puso como ejemplo el caso de una joven de 17 años que había sido violada por 11 hombres. “¿Qué ciudadanía existe en esa chiquita?”, interrogó (ver por separado).
El promotor del Código Civil y Comercial de la Nación vigente objetó también la identificación de la Argentina con un territorio donde las reglas son aplicadas selectivamente, y se pueden transgredir con pocos o escasos costos. “Nosotros interpretamos a contrario sensu la frase ‘el que apuesta al dólar pierde’. Y lo hacemos así con razones”, admitió. Lorenzetti expresó que la inestabilidad de las reglas de juego habían provocado este fenómeno. “Gran parte de los problemas que tenemos en el presente obedecen a estos vaivenes. El cambio permanente es paralizante”, dijo.
El orador recordó que la incertidumbre impactaba en la economía: “naturalmente si la información es confusa y si no existe previsibilidad institucional, falta la confianza, que es el lubricante de las relaciones sociales. Y en nuestra sociedad prevalece la desconfianza”.
Beneficios sin costos
A diferencia de lo que sucede a las instituciones sometidas a oscilaciones constantes, la organización del poder tiende a ser inmutable. “En los últimos 200 años no se inventó casi nada. Pero el mundo cambió bastante. La aceleración tecnológica destruye la intermediación y exacerba la inmediatez. Tenemos seguidores de tendencias que surgen en las redes, lo que impacta en el estatuto del poder porque vemos que las decisiones que toman los gobiernos aquí y en todo el mundo son cada vez más inmediatas, y siguen las corrientes del momento. Los problemas de fondo no se tratan. Se prometen beneficios sin imponer costos. Las grandes transformaciones resultan difíciles”, observó Lorenzetti.
Hacia el final, el juez propuso una vuelta a la sabiduría antigua. Eso implicaría que la Universidad se detenga y medite. “Los problemas de disputa de poder, de odio y de frustración ya fueron estudiados por los griegos: tenemos que enseñar ese conocimiento a los chicos para que no estén desorientados”, sugirió. Lorenzetti afirmó que los valores de siempre son brújulas que no pueden faltar. Y con una sonrisa concluyó: “todo lo que pasa, ya pasó. De ahí vienen los ideales. La democracia es para vivir mejor en general. Pero hoy vemos enojo e insatisfacción. Por eso enseñar Derecho en la democracia actual es poner utopías creíbles al alcance de los ciudadanos comunes”.