(Por Sebastián Fest) Con la camiseta ya no alcanza. Y con la historia, tampoco. Lo vivió la Selección en el Mundial de Rusia y lo vuelve a vivir el país con la enrevesada historia de la Copa América 2020, esa que se jugará en dos países distantes miles de kilómetros el uno del otro: la Argentina y Colombia.
Cada país será sede de una zona clasificatoria, la norte (Colombia) y la sur (Argentina). Si todo dependiera de camiseta e historia, la fase final, y sobre todo la final, deberían jugarse en Argentina. Pero el mundo del fútbol hace rato que no funciona así, y todo indica que Colombia se quedará con la parte más grande del pastel, en especial con la codiciada final del año próximo.
Tras dos décadas accidentadas, la Copa América se sincroniza con la Eurocopa para un 2020 de grandes novedades. El del viejo continente será un torneo que se jugará en 12 ciudades de 12 países, con la final en Londres. El de Sudamérica, una cita en dos países sin frontera y con final en... ¿Barranquilla?
Todo indica que no en Argentina, y en eso juega un papel importante el Fondo Monetario Internacional (FMI), con el que el gobierno de Mauricio Macri tiene hoy compromisos que no puede romper.
La Conmebol impone históricamente que los torneos que organiza sean eximidos de pagar impuestos. Colombia se apresuró a darle el “sí” a esa exigencia, pero Argentina no lo hizo, y muy difícilmente lo haga.
“Colombia ya manifestó en público que la exención de impuestos era un hecho y que el evento cubre esa exención con lo que genera económicamente”, destacó un hombre de confianza del presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez.
“En la Argentina eso no existe”, añadió. Ni existirá. En su reciente evaluación sobre la marcha de la economía argentina, el FMI mostró preocupación por la caída en la recaudación. La opción, entonces, pasa por bajar aún más el gasto o elevar impuestos. O ambos. Que el gobierno de Macri autorice una exención de impuestos a una Copa América es, en el contexto de la crisis económica actual, inviable.
“Colombia nos abrió las puertas de par en par. Con Argentina, en cambio, no sabés si podes entrar”, graficó el hombre de confianza del presidente de la Conmebol.
“Colombia la da a la Conmebol la exención de impuestos que no le puede dar Macri”, confirmó a su vez un hombre de confianza del presidente de la Nación.
En ese contexto, lo que Domínguez le pide a Ramón Jesurún, presidente de la federación colombiana, y a Claudio Tapia, presidente de la AFA, es que se pongan de acuerdo. Un asunto complejo, porque la relación entre Jesurún y Tapia no es la mejor. Colombia quiere aprovechar la oportunidad, y no olvida lo que le hizo Argentina en 2001: bajarse a último momento de la Copa América, de la que era sede el país cafetero, alegando “motivos de seguridad”. La selección bicampeona del mundo fue entonces sustituida por la de Honduras.
Tensiones actuales o históricas aparte, la Conmebol ya dejó bien claro lo que quiere: “Los dos presidentes tienen que trabajar y ponerse de acuerdo. En dos semanas tienen que tener todas las sedes claras para empezar a trabajar y vender el torneo, necesitamos aclarar el formato del torneo”.
Colombia, con el gobierno y la federación unidos, sabe lo que quiere, y lo hizo saber en conferencia de prensa. Diferente es lo de Argentina y su tradicionalmente opaca AFA. Como con la Selección, nadie tiene claro a qué se aspira.
Lanzada, la Conmebol rebate el argumento de a-quién-se-le-ocurre-organizar-una-Copa-América-en-dos-países-tan-lejanos. “La de 2015 se jugó en Estados Unidos, y las distancias entre Boston y California eran incluso mayores. Con vuelos charter directos y buena organización el torneo no tiene por qué ser un problema”.
Una Copa América que creció en importancia y volumen en los últimos años. Si en 2015 la combinación de Copa América y Copa Libertadores generó una facturación de 120 millones de dólares, para este año (¡también con Copa América!, esta vez en Brasil) se calcula recaudar 500.
El negocio crece y no para. En parte por eso es que hoy no se le puede pedir mucho más a la Argentina. Está de por medio la crisis. Y el FMI.