Justo cuando festejaba su primer año en casa propia, el Centro Integral de Microscopía Electrónica (servicio central del CCT-Tucumán CONICET y UNT) enfrentaba un nuevo desafío: el martes 26 de marzo recibió para analizar las primeras muestras que forman parte de un caso penal con la investigación en curso y empezó una nueva etapa: ahora también presta servicios al Poder Judicial en la detección de residuos de disparos de arma de fuego. Hasta ahora había que mandar a hacer las pruebas a laboratorios de Salta o de Chaco (que están sobresaturados), con las complicaciones logísticas que ello implica.
“En junio de 2017 habíamos firmado el convenio marco con el Ministerio Público Fiscal -cuenta la directora del CISME, Virginia Albarracín-, pero faltaba que se comprara un software que nos permite automatizar el proceso y ser mucho más específicos en las detecciones; y además, había que hacer las capacitaciones”.
Esas capacitaciones eran necesarias por partida doble: por un lado, los peritos del Poder Judicial han estado hasta este viernes aprendiendo a entender la información que les brinda el microscopio, y su formación estuvo principalmente a cargo de Luciano Martínez, responsable técnico del laboratorio. Por el otro, el personal del CISME casi que tuvo que aprender “a hablar” de nuevo, porque ahora, por ejemplo, podrá ser citado a declarar en tribunales. Eso sin contar el tiempo de aprendizaje para manejar el nuevo software.
Lo que buscan
“Lo que hacemos es buscar en las muestras que nos traen lo que se llama ‘partículas de residuo de disparo con arma de fuego’, -explica Albarracín-. Nosotros no formamos parte de la cadena de custodia de pruebas ni sabemos de qué persona se ha obtenido el material. Es una investigación a ciegas para el ámbito forense”.
Con ese objetivo en la mira, el CISME cuenta con un laboratorio donde el personal del Equipo Científico de Investigaciones Fiscales (ECIF) abrirá los sobres y extraerá las muestras. El laboratorio cuenta con cámaras para asegurar que no se produzcan contaminaciones.
Lo que se ve
Para estas pruebas el CISME utiliza un microscopio electrónico de barrido, que produce imágenes con mucho aumento y de alta resolución de la superficie de una muestra. Para formar esas imágenes utiliza, en lugar de un haz de luz, un haz de electrones.
Las muestras son tomadas por personal del ECIF con una especie de “esponja” cubierta con una película de carbono, a la que se adhieren las partículas. “Pero aparecen muchas partículas diferentes, y nosotros necesitamos confirmar la presencia o la ausencia de las que quedan residuales después de un disparo”, explica Albarracín y cuenta que cuando la muestra se coloca en el microscopio, este no sólo aumenta un millón de veces su tamaño sino que, gracias al nuevo software, puede establecer qué composición química tienen las partículas. Y para identificar las que la Justicia busca (GSR, por su sigla en inglés: gunshot residue) debe encontrar sí o sí trazas de plomo, bario y antimonio.
La muestra se coloca en un compartimento especial del microscopio, que está a alto vacío para evitar la dispersión del haz de electrones, que debe “barrerla” punto por punto. “Al recibir los electrones que emite el microscopio, la muestra (que en tanto materia, también está compuesta de electrones) se modifica y libera energía, compuesta por luz, calor y rayos X. Estos generan un espectro diferente según cual sea el compuesto químico presente, y así permite identificar si están o no los que buscamos”, explica Albarracín.
Qué permite saber
Al producirse un disparo de arma de fuego, las partículas (que pueden provenir de restos de pólvora, de cartucho y de muchos otros elementos) llegan a alcanzar los 2.000°C, explica Martínez. Penetran en los poros y pueden llegar a fundirse con fibras de tejidos y con cabellos. “Además, los efectos del disparo se expanden, como una nube, así que las muestras pueden tener diferentes orígenes, no sólo las manos. El análisis nos permite afirmar si hubo o no un disparo, pero no quién lo hizo”, añade.
Al día de hoy, el ECIF, que es el responsable de la investigación y el custodio de las muestras ,ya requirió dos veces los servicios del CISME. “Las dos experiencias fueron muy buenas. Demostramos que estamos muy buen preparados y que se cumplen todos los estándares internacionales para los estudios”, cuenta feliz Albarracín.
Y a todo eso hay que sumar el dato de la eficiencia: haciendo las pruebas en Tucumán además de calidad, se gana mucho tiempo.
> En la casa nueva
Servicios únicos en el país
El CISME fue el primer instituto de investigación y transferencia que se instaló en el Polo Científico-Tecnológico, en el Predio del Manantial de la UNT. El nuevo edificio alberga las mejores plataformas de microscopía del país, un equipo SEM Zeiss Supra 55VP y un equipo TEM Zeiss Libra 120 (este último, único en el país), que están disponibles para la comunidad científica de Argentina y del Mercosur. Los campos de aplicación de este tipo de microscopía son las ciencias biológicas, médicas, forenses, geológicas, de los materiales y tecnológicas (relacionadas con alimentos, agro, minería, electrónica, nanotecnología, entre muchas otras).