Cartas de lectores
31 Marzo 2019

Ruidos en Cervecería

Somos un grupo de habitantes de un edificio de avenida Salta 721 de esta ciudad. Realmente recurrimos a LA GACETA porque ya no sabemos qué hacer. Han instalado un local de cervecería al lado de nuestro edificio, el que funciona desde las 18 horas hasta el amanecer del día siguiente. Tienen un patio trasero que da  al lado de nuestro edificio. En él se desarrolla un ruidaje insoportable toda la noche, la música, los cantos, y el barullo de los clientes no nos permiten dormir, y todos trabajamos a la mañana del día siguiente. Hemos tenido reunión con el dueño, quien se comprometió a solucionar esta situación, pero no hicieron nada. La Municipalidad recibió una nota con el problema, pero esta institución parece no existir. ¿Quién habilitó este local? Además de los ruidos, ocupan toda la vereda, los peatones, dueños de la vereda, deben bajar a la calle para pasar. Además estacionan motos en la vereda de ellos y de nuestro edificio. La Municipalidad debería enviar una inspección después de la medianoche y comprobará que no se puede vivir así.

Norberto Melhem, Dante Malica, Mariana Sawaya, Elena Yubrin, Rodolfo Dagum, Graciela Saife y otros

España y Malvinas

Antes de cuestionar al rey de España por no saber uno de los nombres de pila de Borges, habría que haberle pedido explicaciones y hasta esperar una formal disculpa de esa corona y del gobierno español por su descomprometida y complaciente abstención en la votación de la Resolución 502 del Consejo de Seguridad de la ONU, al día siguiente de la recuperación argentina de las islas Malvinas, redactada y sostenida por y según los intereses coloniales británicos. España no sólo debía, hidalgamente, salir en defensa de uno de sus hijos, sino, por lo menos, sumar la validez de nuestros históricos, legítimos y seculares reclamos a los suyos por la usurpación inglesa de Gibraltar. O recordar la hidalguía de la Argentina cuando, acorralada y a punto de ser pisoteada por los aliados triunfantes en la 2ª. Guerra, es decir por los mismos que nos volvieron a agredir en Malvinas, España recibió gratis alimentos y provisiones que le permitieron sobrevivir y resurgir, en buques con la bandera de Belgrano y la natural solidaridad filial de los argentinos. Antes que los nombres de “Georgie”, los actuales reyes de España -tan, pero tan lejanos a la grandeza de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón y Carlos V y Felipe II- deberían saber un poco más acerca de la frustrada Nación Hispanoamericana, que soñaran Hernandarias, Artigas y San Martín, y cuya misteriosa clave de trascendencia está, justamente, en esas islas prisioneras en el sur del Mar Argentino.

Arturo Arroyo

Las Heras 673, San Miguel de Tucumán

N. de la R.: La carta “España y Malvinas” fue publicada el 28/3, pero en la edición se introdujeron errores. Por esa razón se publica la carta original, a pedido del autor. Pedimos disculpas por la errata.

Los preciados cereales

Cuando florecen las espigas, y en vísperas de ofrendar las riquezas de sus granos a la economía del país, cuya siega reporta imponentes e ingentes ingresos de divisas, reproduzca a modo de fábula el diálogo de las espigas en las sementeras, agitándose al vaivén de una suave brisa. Las que se mantenían erguidas, levantando enhiesta la cabeza, se burlaban de las que estaban inclinadas hacia el suelo. Pero estas contestaban: de nada les servirá tanta soberbia, pues vendrá el tiempo de la trilla y ustedes espigas vacías, serán arrancadas y arrojadas al viento cuál inútil paja, mientras que nuestro fructífero grano que llena nuestras cabezas, es lo que no s mantiene inclinadas. La legendaria y proverbial expresión, “barril sin fondo”, atribuible a todo lo que no tiene límite, en este caso aplicable al Estado cuya apetencia y voracidad fiscal no tiene linde, producto de su dimensionamiento elefantiásico y la consecuente aplicación de una ecuación que rompe los paradigmas de la economía, vulnerando sus principios básicos de igualdad en sus ingresos y egresos. Los guarismos exultantes que exhibe y expresa el gobierno nacional no guarda un ápice de armonía con una realidad incontrastable. Continuamos sumando décadas de asfixiantes endeudamientos, con acuerdos crediticios que nos condiciona y nos hipoteca generacionalmente. Por eso aguardamos ansiosos el florecimiento de las preciadas espigas con sus granos de color verde, para mitigar y atenuar en parte este inveterado síndrome  hidrópico de interminable e insaciable sed de dólares

Alfonso Giacobbe

24 de Septiembre 290, San Miguel de Tucumán

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