La casa natal de Mercedes Haydeé Sosa, donde la Municipalidad de San Miguel de Tucumán hará un museo dedicado a La Voz de América (ver aparte), albergó a la familia de la cantante hasta 1952. Esa casona de más de 100 años fue el escenario de las travesuras de la infancia, incluso donde se pensó la presentación de un concurso de LV12 que ganó Mercedes con un pseudónimo. Desde ahí, el resto de la historia es conocida. Lo nuevo será el anecdotario viejo de una familia llena de historias. Los momentos de la infancia que marcaron la sensibilidad y el carácter de una de las voces con el tono político más fuerte y patente de la canción latinoamericana.
“Me parece un homenaje hermoso y algo que puede ayudar también al turismo”, celebró la medida Fernando “Cacho” Sosa, el hermano menor de la familia. La casa del pasaje Del Corro 344 era la casa del abuelo de Mercedes, don Miguel Sosa. Allí vivió el matrimonio de Ernesto Quiterio Sosa, que todos conocen como Tucho, con doña Ema del Carmen Girón. Tuvieron cuatro hijos: Clara Rosa (falleció a los 33 años), Mercedes, Orlando (Chichí) y Fernando (Cacho). En todas las anécdotas familiares, Mercedes se llamaba Marta. No es un error. La versión oficial dice que Ernesto fue a anotar a la recién nacida al Registro Civil. Ema quería que se llame Marta. El padre se habría olvidado y la anotó Mercedes. “Eso dice mi papá, pero bueno, le damos la derecha al Tucho. La registró como Mercedes, el nombre de mi abuela. Y le agregó el de una sobrina, Haydeé. En las anécdotas más íntimas, siempre fue la Marta. En el barrio todos la conocen como la Marta”, comenzó a recordar Cacho, de 78 años.
“En la primera casa tuvimos una niñez con muchas carencias pero tan feliz, fuimos tan felices. Tuvimos excelentes padres. Mi mamá era la del empuje. Hubo un tiempo en que mi padre se quedó sin trabajo y mi mamá se ponía a planchar y lavar ropa por encargo para traer pan a la mesa, además de todo lo que hacía en casa”, siguió el recuerdo.
El parque, lugar de juegos
El juguete de los hermanos era el Parque 9 de Julio. “Conocíamos todo el parque, más que la casa nuestra”, siguió el menor de los hermanos Sosa. “Todas las cosas que se hacían en la época, deportes, música, hechos artísticos, se hacían en el Parque 9 de Julio. Encima estaba cerca el predio Parque de Grandes Espectáculos, en Soldati entre Cuba y Amadeo Jacques. Ahí vino a cantar el mexicano José Mojica. Todas las orquestas de tango, Alberto Castillo, los hermanos Ábalos... Ahí les hizo de telonera la Marta. Toda esa cultura la vivimos por estar ahí. El cómico uruguayo Ubaldo Martínez estuvo cinco meses haciendo sala y como vivía ahí, la hija de él jugaba con nosotros todo el tiempo”. “Marta” y Chichí se llevaban menos de un año, así que correteaban todo el tiempo juntos. Todas las travesuras, juntos. Ahí jugaba a la pelota la Mercedes adolescente.
Adentro de la casa, la memoria es de sabores: el olorcito al pan recién sacado del horno, las comidas, los postres. “De esa primera casa me acuerdo de las comidas. Obviamente no existía el delivery en esa época. Hacía unos zapallitos rellenos riquísimos, los guisos... No sé, hay cosas que no se pueden contar, hay que vivirlo. El amor que uno ve en la persona que cocina no tiene nombre ni precio. No se puede explicar ese sabor. La comida parece casi nada, pero nunca más te la olvidas. Mi mamá hacía así un guiso de los baratos baratos, no me acuerdo cómo lo hacía, pero era riquísimo: guiso de polenta. Lo juro, no hay plato de infancia más rico. Esos eran los placeres de esa casa. Ahí estaba mi madre cocinando con amor. Esos olores están en esa casa”, siguió Cacho terminando un café ligerito en una charla con este diario. “Por todo lo que hacía mi madre, ahora de grande creo que no hay justicia más justa que la jubilación para amas de casa. Ahora que se habla mucho de mujeres, a eso las chicas que militan le dicen trabajo doméstico no remunerado”, siguió. Si los aromas eran de guisados, la música era tango y folklore: el dial de la radio cambiaba todo el día entre tres emisoras. LV12, LV7 y radio Splendid.
El concurso de 1950
En octubre de 1950, cuando Mercedes tenía 15 años, comenzó la historia conocida. Tucho viajó a Buenos Aires en tren para estar en la convocatoria del Día de la Lealtad. Mercedes iba a la escuela San Martín y, como faltó la profesora de Música, las compañeras le dijeron que se presente a cantar en el concurso de LV12. Se cambió el nombre: “se puso Gladys, por la abanderada de la escuela, y Osorio por el pintor. Ella ganó y le dijimos a mi mamá. Al tiempo llegó mi papá, y un día estábamos tomando mate escuchando el programa en el que cantaba ella. Se quedó escuchando y mi papá dice: ‘¿che, esa no es la Marta cantando?’. ‘Sí, viejo’, le contestó mi mamá. ‘Qué chinita esta’. Él no le quería firmar el contrato en la radio, hasta que José Ramón Racedo, el papá de la Kitiú Racedo, le dijo que firme, que a lo mejor hacía futuro”. Así empezó todo.
Los Sosa vivieron en esa casa hasta 1952. Cacho tenía 12 y Mercedes, 17. “Ella colaboraba mucho cantando para el partido peronista. No se cobraba nada. Era muy joven. Se llamaba Gladys Osorio. Vino una tormenta una noche y se nos cayó el techo de atrás, y se afectó gran parte de la vivienda. Se decidió empezar la diligencia para mudarnos. Felizmente estaba gobernando uno, quizás el mejor, gobernador de Tucumán: Fernando Pedro Riera. Él y Celestino Gelsi fueron lo mejor de esta provincia. Don Fernando Pedro le dijo: ‘Gladys, a tus papás les sugiero que busquen una casa en el Barrio Jardín, porque la ciudad crece hacia el oeste’. Sugirió bien don Riera, porque hicieron los papeles y pudieron comprar la casa de Barrio Jardín”.
Parte de esa primera infancia, que formó el talante de Mercedes Sosa, será la atracción en el nuevo museo municipal.
El museo
Un acuerdo con 64 parientes
Que lo urgente no te desvíe de lo importante. Con esa frase sintetizó el secretario de Gobierno, Walter Berarducci, la adquisición de la casa natal de Mercedes Sosa para que la Municipalidad tenga un museo destinado a la icónica cantante tucumana. La gestión del intendente, Germán Alfaro (Cambiemos), acordó con 64 herederos de la familia Sosa para obtener la cesión de acciones hereditarias y posesorias para adquirir la casa del pasaje Corro al 300.
“Fue un trabajo de casi un año que llevó a cabo la Dirección de Cultura en cabeza del fallecido Juan José Concha Martínez. Ha sido un trabajo intachable, que logró incorporar al patrimonio municipal la casa donde Mercedes Sosa vivió sus primeros años”, explicó Berarducci a LA GACETA. La cesión, explicó el funcionario, implicó la inversión de $ 2,4 millones. Cuando se comenzó con el proceso, se había diagramado un anteproyecto de inversión para recuperar la vivienda que rondaba los $ 4 millones. Se inaugurará este año, con fondos municipales. “Es una medida en línea con la recuperación del teatro municipal Rosita Ávila y la inauguración del Museo de la Ciudad-casa Sucar. Los cambios sociales tienen un basamento en la cultura y en la educación, esa tarea ha embarcado el municipio”, continuó Berarducci.
De acuerdo al a Memoria Descriptiva del Proyecto, la casa-museo Mercedes Sosa tiene “el doble objetivo de la reconstrucción al estado original de la vivienda y transformarla en un museo, expresa el texto firmado por el arquitecto Federico Garmendia.
“Ya tenemos donaciones de elementos de ella y de su familia para recrear lo más fielmente posible esa infancia y su trayectoria, a poco de que se cumplan 10 años de su fallecimiento”, finalizó Berarducci.