Confirmado ya en el cargo hasta la Copa América, Lionel Scaloni puede liberarse por un tiempo de las incertidumbres propias de un interinato y enfocarse en los desafíos que tiene por delante, y que van más allá de lo que ocurra en Brasil. Uno de ellos será intentar que la Selección se rehabilite de la adicción que la afecta hace ya hace mucho tiempo: la messidependencia. Porque mal que le pese a quienes reniegan de él y le viven reprochando que nunca haya ganado un Mundial -como si de un solo jugador dependiera-, lo cierto es que a Argentina no le ha ido mejor cuando faltó Lionel Messi, sino todo lo contrario. Por supuesto, se trata de un debate sin fin y que poco le importa a Scaloni: la cuestión no es prescindir de su tocayo; es no depositar en él y en su variable estado de ánimo un porcentaje mayoritario de las esperanzas del equipo. Quitarle la presión de tener que ser el Messías cuando las papas empiezan a quemar, por el bien de todos.
Superar ese desafío puede ser crucial para lograr otro: ganarse el respaldo para continuar hasta el Mundial de Qatar. Al respecto, cabe resaltar que desde José Pékerman para acá -es decir, desde Alemania 2006- el entrenador que tomó la posta de la Selección después de un Mundial no fue el mismo que llegó al siguiente: Alfio Basile sucedió a Pekerman, pero en Sudáfrica 2010 dirigió Diego Maradona. Al “Diez” lo reemplazó Sergio Batista, pero en Brasil 2014 la batuta la tuvo Alejandro Sabella. Y aunque Gerardo Martino inició el camino a Rusia 2018, el que llegó fue Jorge Sampaoli. En todo ese tiempo, Argentina y Messi tuvieron ocho entrenadores distintos, mientras que Alemania se aferró a la idea de Joachim Löw en las buenas y en las malas. ¿Podrá Scaloni sobreponerse al cortoplacismo devorador de técnicos y llegar a Qatar, sobre todo ante el clamor popular de ver a Marcelo Gallardo con el buzo de la Selección?
La respuesta la dará el tiempo, pero esa sentencia dependerá mucho de que el nuevo DT logre la tan mentada renovación que se promete cada vez que acontece una nueva decepción.
Por lo pronto, intenciones ha mostrado con la lista para los últimos dos amistosos antes de la Copa América, ante Venezuela (viernes 22 de marzo en Madrid) y Marruecos (martes 26 en Tánger). Nombres del fútbol local como Gonzalo Montiel, Domingo Blanco o Lisandro Martínez (estos dos, los primeros convocados en la historia de Defensa y Justicia) tendrán su oportunidad, aunque no termina de cuajar dentro de una supuesta renovación la convocatoria de Matías Suárez (30 años), más allá de su buen comienzo en River. También cabe preguntarse si Santiago Ascacíbar, convocado por Scaloni en los primeros amistosos de su interinato pero excluido de la lista actual, entrará en los planes para la Copa América.
La cuestión será ver hasta dónde sostiene esas intenciones. Mirando en retrospectiva hasta aquel 2006, la tendencia de los entrenadores que tomaron la posta después de algún paso en falso fue la de insinuar cambios radicales al principio y después terminar apoyándose en la base de los históricos. Y es que resulta muy fácil para cualquiera declarar desde el sillón de su casa que no dudaría en prescindir de “los que perdieron tres finales seguidas”, pero no para el verdadero DT de la Selección. De todas maneras, con el antecedente de Rusia 2018, está claro que a Scaloni no le hará falta una mano tan firme como la que necesitaban algunos de sus antecesores para limpiar nombres que venían de ser subcampeones del mundo o de América. Por caso, el de Higuaín, que no tiene lugar en una pretendida renovación, aunque tampoco se esperaba que lo tuviera Di María, y sin embargo ahí está. ¿Agüero? Sólo Scaloni lo sabe. De todos modos, para la Copa aún falta.