Le sacó la ficha al toque. Ricardo Caruso Lombardi no necesitó de mucha charla con sus dirigidos para darse cuenta que San Martín sufre los minutos finales de los partidos.
Claro, no hace falta ser un entendido en la materia para poder entenderlo. Sólo con repasar los partidos que San Martín disputó en este 2019, ese inconveniente salta a la vista. Tigre le empató el juego casi con el tiempo cumplido; Defensa y Justicia logró torcer una derrota que parecía escrita en los últimos 10 minutos; y por último, Godoy Cruz no sólo derrotó al “Santo” en el tramo final del juego, sino que también le marcó el tercer tanto un minuto después de que Rodrigo Gómez convirtiese el 2-2.
“Se los dije a los muchachos. Tendrían que jugar partidos de 60 minutos e irían primeros”, dice Caruso, tratando de encontrarle algo de gracia en ese aspecto. El DT sabe que es uno de los principales males a trabajar en este breve lapso de tiempo en el que deberá dar el golpe de efecto como sea. “San Martín perdió muchos puntos en el final de los partidos; y eso es algo que me preocupa. Está a la vista que existe una merma en el final de los cotejos y eso no es casualidad”, asegura.
Ahora, ¿cuál es el motivo por el cual el equipo no logra extender su nivel a los tramos finales de los juegos? Porque una cosa sería si los rivales lo superasen de principio a final; y otra, muy distinta, es que se venga abajo cuando tiene que ser más frío. ¿Se trata de un problema físico? ¿Es acaso un tema psicológico el que lo lleva a bajar la guardia en los momentos decisivos?
El nuevo entrenador no anda con vueltas. Según su perspectiva, la explicación es una sola: “El tema del descenso hace pesar las piernas. Te come la cabeza, mal”, remata.
La presión que conlleva esta situación y la necesidad angustiosa por sumar puntos para evitar un retroceso en el mapa futbolístico nacional, hace que los jugadores no logren dar dos pases seguidos y el miedo a perder hace el resto.
San Martín equivocó el libreto de un tiempo a esta parte. A la hora de luchar por la permanencia, el manual indica que lo primordial es mantener el cero en el arco propio. A partir de lograr ese tesoro, buscar el triunfo se hace un poco más llevadero.
Por eso Caruso quiere un equipo bien sólido de mitad de cancha hacia atrás. Planea armar un equipo corto, con poco recorrido entre las líneas y a eso adosarle el inyector anímico. Concentración y fortaleza deben ser sus principales armas para tratar de encontrarle el punto de quiebre a este momento.
Por eso, pensando en Lanús, sólo resta apuntalar esos conceptos. “Hay que apretar el torniquete porque es un partido en el que no podemos fallar. Es un equipo que está afilado, por lo que debemos ser inteligentes”, avisa el DT, metido de lleno en corregir todos los errores.