"Si llegó el juicio de Paulina, el de mi hijo no será imposible"

"Si llegó el juicio de Paulina, el de mi hijo no será imposible"

El acompañamiento de la Comisión de Víctimas

CORDÓN. La policía desplazó a los manifestantes para trasladar detenidos. credito CORDÓN. La policía desplazó a los manifestantes para trasladar detenidos. credito

Todavía faltaban más de dos horas para la lectura del fallo por el crimen de Paulina Lebbos, ocurrido hace 13 años. El militante radical José Luis Gómez colocaba tranquilo, pasadas las 18, panfletos con el rostro de la estudiante universitaria en los parabrisas de los autos estacionados frente al Palacio de Tribunales. Unos metros más atrás, Ana Reales ataba entre dos naranjos viejos una bandera con la cara de su hijo pintada, junto a la leyenda: “Justicia por Reyes Pérez”. “Alberto es un ejemplo de lucha. Si él pudo llegar a que se produzca el juicio por el crimen horrible de su hija, significa que el de mi hijo no es imposible”, le dijo esperanzada a LA GACETA la mamá de Miguel Reyes Pérez, el joven de 26 años que habría sido víctima de un caso de gatillo fácil policial en 2016. Gómez y Reales formaron parte de las casi 200 militantes y familiares de víctimas de casos impunes que manifestaron en la Plaza Yrigoyen en apoyo de Alberto Lebbos, el padre de la joven asesinada en 2006.

“Después de que murió mi hijo me di cuenta de que entre todos nos teníamos que acompañar. Antes de venir le dije a mi marido: ojalá llegue el juicio por mi Miguel, un joven adicto asesinado por dos policías de San Cayetano. Todos los días lo extraño”, continuó Reales. Una llovizna pesada comenzó a caer a las 18.30. “Gracias a todos por venir”, saludó Lebbos. “Nunca marché sólo. Siempre me acompañaron, sobre todo mujeres. Gracias por 13 años de lucha”, agradeció el papá de Paulina al grupo, que lo rodeó en un semi círculo. “Por los compañeros de la Comisión de Víctimas que se fueron al cielo con dolor, por la aparición de Milagros Avellaneda y su hijo Benicio (desaparecidos desde octubre de 2016). Justicia por todas las causas impunes”, finalizó Lebbos, agradeciendo a militantes de la UCR, Partido Obrero, MST y miembros de las organizaciones Casa de las Mujeres Norma Nassif, Darío Santillán, Mumalá y del colectivo Ni Una Menos.

Adentro de Tribunales, entre 120 y 130 efectivos de la Policía y de la Policía Federal organizaban el vallado de los pasillos, contó a este diario el inspector José Antelo. Los imputados Eduardo Di Lella, ex secretario de Seguridad Ciudadana, y Héctor Rubén Brito, ex jefe de la Unidad Regional Norte, aguardaban el comienzo de la audiencia en un café frente a Tribunales. Lebbos ingresó al mismo local pero se retiró rápido: no quedaban mesas vacías. La ansiedad se prolongó hasta las 20.30, cuando se abrió la sala del juicio. “Sea feliz”, escribió el papá de Paulina con tiza en el celular de un cronista. Durante los 13 meses del juicio, Lebbos dejó mensajes para periodistas y para el público de las audiencias en baños, matafuegos y cámaras.

Después de la sentencia

Mercedes del Valle Ferreira esperaba parada al lado de la puerta de Tribunales, pasadas las 22.30. La abuela de Facundo Ferreira, el nene de 12 años que murió por disparos policiales hace casi un año, fue la primera en abrazar a Lebbos cuando llegó a la vereda. “Siento que no estamos solos. Espero tener justicia por mi Facundo”, dijo la mujer emocionada. Unos metros más atrás esperaba sonriendo María Luján Rey, referente de los familiares de víctimas de la tragedia ferroviaria de Once. “Lo conozco a Alberto desde unos meses después de la Tragedia de Once. Él se puso a disposición de nosotros. Desde entonces lo acompañamos cada 26 de febrero, para conmemorar el crimen de Paulina”, dijo la mujer a este diario. Rodeado de militantes y familiares de víctimas de crímenes impunes, el papá de Paulina volvió a decir “gracias”.

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