“Un viaje de mil millas comienza con el primer paso”, dice la frase atribuida al filósofo chino Lao-Tse. A esta altura del partido (o de la Superliga), el viaje que debe realizar San Martín para seguir gozando de las mieles de la primera división la próxima temporada se asemeja a una travesía a la luna sin disponer de un cohete. Y para colmo, tampoco en el Monumental pudo dar el mencionado primer paso hacia el destino final.
Estuvo cerca y lejos a la vez. Cerca, si se considera que Germán Delfino no quiso ver esa mano de Robert Rojas en la agonía del partido que tal vez hubiera derivado en un 2-2 con tintes milagrosos y efectos de inflador anímico valioso de cara a la recta final.
Y lejos, muy lejos, si se considera el trámite de un partido en el que River fue dominador y generó al menos una docena de aproximaciones al arco “santo”, en el que Jorge Carranza se erigió como figura con cuatro tapadas estupendas.
A San Martín suelen faltarle cinco para el peso en este torneo. Y el duelo en Núñez no fue la excepción. Porque los jugadores locales enfermaron de egoísmo y perdonaron goles. Además salieron lesionados Milton Casco e Ignacio Fernández. Por supuesto, se trataba de una parada brava, porque enfrente estaba el campeón de América y su ancho de espada, Juan Fernando Quintero. Pero como sea, el equipo tucumano no pudo o no supo aprovechar las circunstancias favorables.
¿Cambió su cara San Martín en esta versión interina de Floreal García? Comparado a lo realizado frente a Godoy Cruz y a Belgrano -y al contexto del partido-, el equipo mostró virtudes que no le alcanzaron pero que merecen ser destacadas.
Una de ellas, es que como sucedió en la versión Gastón Coyette, el “Santo” no se achica ante rivales de renombre, sino todo lo contrario. Y no salió a defenderse en el Monumental.
El esquema 4-4-1-1 dispuesto por García -hizo cinco cambios en relación al último partido de Coyette- fue inteligente, al menos mientras el marcador estuvo en cero.
Luego, tal como lo admitió el propio entrenador, quizá demoró demasiado en mover el tablero: coincidió con su antecesor en que Claudio Bieler no estaba para ser titular -García aclaró que fue por razones tácticas- y lo hizo saltar a la cancha cuando quedaba menos de media hora para revertir la historia.
El “Taca” aportó poco en ese tiempo, pero asistió al incisivo Ramiro Costa para el descuento que puso en aprietos a los muchachos de Marcelo Gallardo.
El “Santo”, además, tuvo orden el fondo, y Tino Costa se puso el brazalete de capitán y al equipo al hombro. San Martín tuvo actitud, pero le falta peso arriba. Y no tiene la jerarquía de nombres que le permita resolver partidos con un destello individual.
Extrañó a un gladiador como Adrián Arregui en el medio, y al equipo le costó todavía más neutralizar el circuito futbolístico del rival en el medio.
Esta vez, ni la pelota parada ni la media distancia cristalizaron en la red ajena. Y entonces San Martín se fue de Núñez sin ningún punto, o más bien alargando los puntos suspensivos de su agonía, a la espera de un milagro al que habrá que ayudar con buen funcionamiento colectivo y nervios de acero el sábado ante Lanús. Los puntos suspensivos que incluyen el nombre del entrenador que quiera ponerse a la cabeza de la búsqueda del milagro de la permanencia.