Hernán Rausch es una de las víctimas y primer denunciante del cura Justo José Ilarraz, condenado a 25 años de prisión por abuso y corrupción de menores en Paraná, Entre Ríos. Mediante una carta, dijo que espera que luego de la cumbre antipederasta que terminó hoy en el Vaticano "el pacto de silencio que protegía a la Iglesia se rompa".
"Se viven momentos convulsivos y molestos para algunos religiosos, al agitarse las aguas en las reuniones que se llevan a cabo en el Vaticano y al estar nuevamente en el tapete el tema más tabú de la historia de la Iglesia, bajo el manto de silencio de la mayoría de los consagrados: el abuso", escribió.
En el texto, Rausch denuncia que las víctimas de abuso eclesiástico "siempre fueron ignoradas y manipuladas con palabras y disfraces de corderos buenos y mansos".
"Hace falta valentía para desenmascarar y sobrevivir a los espantosos tormentos y recuerdos que los pederastas nos dejaron como marca para el resto de nuestras vidas. Esperemos que ese pacto de silencio se deteriore a partir del mini sínodo" que terminó hoy, se esperanzó.
En medio de promesas del Vaticano de encarar una "revolución copernicana" para enfrentar los abusos, el papa Francisco aprobó esta mañana la creación de un "grupo de expertos" para combatir la pederastia, al cerrar la cumbre de cuatro días con la que la Iglesia busca marcar un "punto de no retorno" en la lucha a los ataques sexuales a menores de parte de miembros del clero.
"Usted ha puesto en marcha con compromiso fuerte este tiempo de extirpar y depurar aquello que daña. Papa Francisco, le digo: quien pone la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de los Cielos. Adelante, paso firme", concluye la carta, que fue difundida por la agencia Télam.
El caso
Ilarraz, abusador de Rausch y de al menos otras 40 menores de edad, según la Red de Víctimas de Abuso Eclesiástico, fue condenado en 2018 a 25 años de prisión por "abuso y corrupción de niños de entre 10 y 14 años" cuando era preceptor en el Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo de Paraná, entre 1985 y 1993.
Hasta que el caso tomó estado público, Ilarraz desempeñaba funciones pastorales en la Parroquia Sagrado Corazón, de Monteros, que depende de la diócesis de Concepción.
El religioso llegó a Tucumán luego de que el ex arzobispo de Paraná y cardenal Estanislao Esteban Karlic lo expulsó de la diócesis entrerriana tras una investigación interna de los hechos que nunca fue denunciada ante la justicia ordinaria. Primero, Karlic autorizó al cura Illarraz a viajar al Vaticano, donde se formó en Misionología.
Tras regresar a la Argentina en 1997, el religioso se radicó en Buenos Aires, donde se alejó del sacerdocio, y luego se trasladó a Tucumán, donde fue recibido por el entonces obispo de Concepción, Bernardo Witte.