Por Gustavo Rodríguez
19 Febrero 2019
El accionar de algunos policías se encuentra en investigación. ARCHIVO
El ministro Claudio Maley, luego de haber pedido la aprehensión de un agente al que acusó de pedirle coima a un camionero fue clarito: “Este tipo de hechos van en contra de la ciudadanía que espera otra cosa por parte de los policías. Esto debe ser tomado como un claro mensaje: no vamos a tolerar este tipo de irregularidades”.
Pero nadie lo escuchó. Desde ese día, la Justicia investiga dos causas de supuesta negligencia cometidas los uniformados y otras dos en las que efectivos están siendo investigados por robos.
Estos y otros hechos, como la detención de un comisario acusado de un robo de cables que utilizó vales de la repartición para cargar combustible al vehículo con el que habría cometido el ilícito, y la separación en el cargo del segundo jefe de la Dirección General de Drogas Peligrosas, hablan a las claras de un descontrol en la fuerza.
El personal no está respondiendo a los mandos naturales porque no encuentra freno a todas las irregularidades que están viendo cometer a varios de sus superiores. Tampoco hay un liderazgo fuerte y claro. Y mucho menos poder de reacción para luchar contra la inseguridad y los casos de corrupción que se conocen día tras día. Así será muy difícil que la sociedad vuelva a creer los hombres de la fuerza.
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