Alexis Galván (16 años) y su primo Jonhatan Nahuel Galván (17) jugaban al fútbol cerca del río Loro aquella tarde del 22 de enero cuando escucharon gritos de auxilio. No dudaron en meterse al agua en uno de los sitios más peligrosos y dos minutos más tarde lograron sacar a Santiago Luna.
“Santiago tuvo suerte de que esos chicos lo encontrarán a ciegas y que las otras personas lo reanimaron. Gracias a ellos sobrevivió y no tiene compromiso neurológico”, destacó el jefe de la terapia intensiva del hospital de Niños, doctor Lorenzo Marcos.
El caso de Santiago demuestra una vez más la importancia de tener gente preparada en reanimación cardiopulmonar (RCP). En nuestra provincia, desde 2015 cada año se instruyen un promedio de 4.000 a 5.000 personas en el centro de capacitación y formación de emergencias, que funciona en la Dirección de Emergencias. Aproximadamente, según cálculos oficiales, ya hay casi 20.000 tucumanos preparados para hacer maniobras de resucitación, las cuales pueden servir para rescatar a alguien que se ahogó o que está sufriendo un paro cardíaco en la calle, por ejemplo.
Son maniobras muy simples que se pueden aprender en un curso de una mañana. Lo ideal sería que el 10% de la población (unos 150.000 habitantes) estuviera capacitado en manejo de RCP y cardiodesfibriladores. Tucumán cuenta con 80 de estos aparatos en distintas reparticiones y edificios (están en Casa de Gobierno, en el Teatro Mercedes Sosa, en el Mercofrut, en el Poder Judicial, en la Legislatura, en la terminal de ómnibus, en el Subsidio, en la Casa Histórica y en la peatonal Muñecas, entre otros sitios).
Cuanto más personas haya en la calle con conocimiento de reanimación aumenta hasta en un 40% la posibilidad de supervivencia de quienes sufren un infarto. Cuando las maniobras se hacen en los primeros cuatro minutos, menos secuelas sufre el afectado y más chances tiene de sobrevivir.