En la tercera temporada de “True detective”, que está emitiendo HBO, el actor Mahershala Ali se luce en el papel de un policía que investiga un tenebroso crimen, que lo persigue a lo largo de su vida, mientras carga con una historia personal signada por la culpa.
La narración va alternando tres planos temporales: el inicio del caso, la reapertura de la investigación, 10 años después, y el presente, cuando pasaron más de tres décadas y el personaje ya es anciano. Mediante un laborioso proceso de maquillaje e interpretación, Ali se convierte en septuagenario con asombrosa verosimilitud.
Sin duda se trata de un nuevo papel antológico del ganador del Oscar (“Luz de Luna”, 2017) y nominado ahora por “Green book”, papel por el que ya obtuvo el Globo de Oro y el Bafta.
Temporadas unitarias
Cabe recordar que la serie “True detective” cuenta una historia por temporada. Una vez finalizada una, la siguiente arranca con nuevos personajes y un argumento totalmente distinto.
La producción debutó en 2015 con una primera temporada excepcional que la convirtió en una obra de culto. Luego decepcionó en la segunda entrega, porque no llegó a los mismos niveles de calidad. Ahora, la tercera parece haber recuperado el brillo de antaño, con una trama que hasta ahora (sexto episodio) va revelando varias similitudes con la primera. Ambas presentan una pareja de detectives donde hay uno tosco y otro de perfil intelectual más complejo, un crimen que se conecta en alguna medida con los cultos esotéricos, y los protagonistas -en continua crisis con sus respectivos matrimonios- arrastran conflictos emocionales que los empujan a la soledad.
También en la primera hay planteos metafísicos (que en la actual solamente se insinúan) relacionados con lo sobrenatural y la dimensión del tiempo. Incluso la estructura de la trama en tres planos temporales es la misma de la primera. Ambas se inician con un interrogatorio. En la primera, el detective Rust Cohle (Matthew McConaughey) es interrogado por sus superiores. En la tercera, Wayne Hays (Ali) responde las preguntas de un equipo televisivo que filma un documental.
En su momento, McConaughey fue nominado al Emmy y al Globo de Oro por su labor en la serie. Se descuenta que Ali seguirá el mismo camino. Pero lo sorprendente en el caso del artista afroamericano, de 44 años, es la cantidad de premios que ganó en poco tiempo y que lo consagraron como una estrella.
Luchó por el rol
Uno pensaría que el productor Nic Pizzolatto buscó al actor para sumarlo a la serie, pero ocurrió al revés. Ali tuvo que persuadirlo. “Mi abuelo fue policía en la década de los sesenta y setenta -contó-. Le llevé a Nic fotos suyas. Le expliqué lo que ganaría la historia si el personaje era negro. Y me escuchó”.
En la próxima entrega de los Oscar, el lunes 25, Mahershala Ali podría convertirse en el actor que más rápido gana su segundo Oscar, después de que Tom Hanks se llevó dos estatuillas de forma consecutiva hace 25 años.
A diferencia de los actores blancos, que ante la prensa deben responder preguntas sobre su carrera, Ali está acostumbrado a que le planteen continuamente temas como racismo y religión (es el primer musulmán que ganó el Oscar).
“Siendo negro, la única forma de vivir una vida sin sobresaltos es ser famoso”, reflexionó en una entrevista publicada por el diario El País. Con una infancia signada por la pobreza, el abandono de su padre y la depresión (Ver aparte), el actor pudo -con esfuerzo y talento- cumplir el deseo de una vida distinta.
Mahershala Alí, un niño triste que creció en la pobreza
El nombre que le puso su madre es Mahershalalhashbaz Gilmore, está tomado del Antiguo Testamento y significa “pronto habrá saqueos y destrucción”. Lo usó hasta el año 2000, cuando se convirtió al islamismo y lo cambió por Mahershala Alí. Por entonces ya aparecía en algunas producciones, pero faltaba mucho para que se hiciera conocido por su papel de un secretario de prensa (Remy Danton) en la serie “House of Cards”.
Hijo de una pareja de adolescentes que se separó cuando él tenía tres años, el ahora cotizado actor sufrió de tristeza y melancolía durante su infancia y juventud. Su madre se volvió a casar y los enfrentamientos entre Ali y su autoritario padrastro eran frecuentes, porque no le permitía salir. Se crió en un contexto de pobreza donde abundaba el delito y las adicciones. Veía cómo muchos de sus amigos o primos terminaban encarcelados por robo o tráfico de drogas.
Antes de su mayoría de edad, Ali se fue a vivir con sus abuelos y ese fue el primer paso para escapar de la exclusión social en la que había crecido. Gracias a su habilidad para el básquet obtuvo una beca en la universidad. Y allí una profesora lo animó a que participara del castingu para formar parte del elenco de una adaptación del Otelo de Shakespeare. Entonces se encontró con su verdadera vocación, que lo llevó a Nueva York para matricularse en la prestigiosa escuela Tisch de arte dramático. Allí compartió clases con quien terminaría siendo su esposa en la actualidad, Amatus Sami-Karim. Su relación sentimental le despertó también el interés por la religión musulmana, practicada por ella –su suegro es un imán– y se convirtió al islam.
Tras pasar más de una década malviviendo en Los Ángeles gracias a pequeños cameos y personajes episódicos en series de televisión, obtuvo el papel en “House of Cards”. Después llegarían filmes como “Los juegos del hambre: Sinsajo”, “Figuras ocultas”, la premiada “Moonlight” y “Spider-Man: Un nuevo universo”.
Su característica mezcla de hombre duro que revela a través de su mirada una interioridad compleja y sensible, lo ayudó a componer al personaje de Wayne Hays en “True detective”. Considera que es el papel más duro de todos los que hizo, pero también el que más satisfacción le ha reportado en su carrera.
“Siempre quise interpretar el papel de un detective. Resolver un caso”, admitió. Su deseo se tradujo en siete meses de rodaje en Arkansas con jornadas de 18 horas. Y lo comenzó apenas terminó su trabajo en “Green Book”, lo que le permitió poner en práctica lo aprendido de su compañero, Viggo Mortensen. “Es alguien de mi mismo criterio: un obsesivo por el detalle -describió-. Para él no hay detalle pequeño. Como él, me di permiso para ser extraordinariamente meticuloso con mi trabajo”.