Horco Molle, un laboratorio para devolver el tapir a la Argentina

Horco Molle, un laboratorio para devolver el tapir a la Argentina

El domingo rescataron una hembra. Con ella, suman ocho los animales que se recuperan en la Reserva de la UNT. Analizan asociarse con el Gobierno para, además de recuperar la especie, reintroducirla. El tapir es el mayor mamífero terrestre de Sudamérica, pero está al borde de la desaparición.

 PARA SUPLIR EL DESTETE. El tapir recién llegado tiene un mes de edad y es alimentado con una mamadera por los especialistas de Horco Molle. la gaceta / foto de juan pablo sanchez noli PARA SUPLIR EL DESTETE. El tapir recién llegado tiene un mes de edad y es alimentado con una mamadera por los especialistas de Horco Molle. la gaceta / foto de juan pablo sanchez noli

Llora, y su llanto es como un silbido. Cada vez que la tocan gime. Ni siquiera acepta la mamadera con leche tibia con la que intentan consolarla. Tiene lastimados los pies y el cuerpo. Se trata de un tapir hembra, de un mes de edad, que fue rescatada hace unos días del interior de un canal de riego de la localidad jujeña de Libertador General San Martín. Luego, los biólogos de la Reserva Experimental de Horco Molle viajaron hacia esas tierras jujeñas, para traerlo. Ahora, el animal se recupera en los parajes tucumanos.

El antiséptico que le ponen en las extremidades debe provocarle ardor, porque sus quejidos no cesan. No obstante, los biólogos y veterinarios (Elena Correa, Diego Ortiz y Pablo Aon) se muestran optimistas. Con reposo y cuidados -dicen-, se recuperará. La llegada de esta cría ha elevado a ocho el número de tapires que han sido salvados por la reserva tucumana, con el propósito de que puedan volver a la naturaleza.

El tapir es el mayor mamífero terrestre de Sudamérica. Habita este planeta hace 35 millones de años, lo que lo convierte en un ser primitivo. Se han contabilizado cinco especies en algunos países americanos y del sudeste asiático. Todas están al borde de la extinción debido a la pérdida de su hábitat, a la fragmentación de sus poblaciones y a la caza. En la Argentina, se calcula que debe haber unos 2.500 ejemplares (”es un número bajo”, explica Juan Pablo Juliá, director de la reserva y miembro de la asociación internacional Tapir Specialist Group).

La reducción ha sido dramática. Por ello, la Reserva Natural de Iberá, en Corrientes, ha implementado un proyecto a nivel nacional de reintroducción, con el que colabora la de Horco Molle. Pero los socios tucumanos están pensando en dar un paso más adelante: por estos días evalúan sus chances de implementar su propio programa de reintroducción. Para ello, han tentado al Gobierno de la provincia, a través de dos de sus dependencias. Si la idea prospera, tal vez las sierras de San Javier sean el lugar elegido para efectuar las sueltas.

Pesado y carismático

Al tapir le gusta sumergirse en los ríos y lagunas. Por eso, sospechan que la recién llegada se metió en ese canal en el que fue hallada. Pero después no pudo salir. Si el tapir desaparece -Juliá retoma la conversación-, muchos vegetales se irán con él. Su papel en los ecosistemas es clave, ya que disemina semillas a través de la defecación; germina plantas con su orina y cambia el forraje.

Además de esa importancia ecológica, se trata de una especie de bandera o paraguas. Sucede que los naturalistas se valen de su carisma para proteger lo que viene por detrás, como ranas e insectos. En América del Sur, donde hay pocos animales de más de 100 kilos, el tapir forma parte de ese selecto club de megafauna.

Tal vez modelado por ese pasado, hoy el tapir huye de la civilización. Se comunica con sus pares a través de silbidos y de señales olfativas. Los más de 200 kilos que llega a pesar de adulto no le impiden desplazarse con agilidad y nadar. Los investigadores le atribuyen sus dimensiones a que sobrevivió a un evento de extinción durante la era geológica del Pleistoceno.

Para 2020, las poblaciones de vida silvestre podrían disminuir en un 67%, según el informe Planeta Vivo producido por la Organización Mundial de la Conservación (WWF). De acuerdo con ese documento, estamos transitando el Antropoceno, una era caracterizada por el impacto de la acción humana. Eso puede desencadenar una sexta extinción. “Necesitamos articular el cuidado de la naturaleza con otros sectores. Debemos hablarle a la sociedad, a los gobiernos y a las empresas”, concluye Juliá.

Ante este panorama, la conservación del tapir y del resto de los animales en vías de desaparición no es una opción, sino un deber.

El legado de Inés

En 2016, en la Reserva de Horco Molle murió Inés, un tapir hembra de 34 años. Era considerada uno de los ejemplares más viejos del mundo que vivía en cautiverio y un ícono de la conservación.

Pequeña colorada

Además del tapir, en el sector de cuarentena sanitaria de la Reserva Experimental de Horco Molle pasa sus días una corzuela colorada, que fue encontrada balando en una finca de choclos en Escaba. Un familia la recogió porque los perros le ladraban y temían que la lastimaran.

Excepto en Misiones, no se conocen otros casos de corzuelas coloradas en cautiverio. En Tucumán, se trata de una especie poco frecuente, en comparación con la corzuela parda. Actualmente, la reserva participa de un proyecto para estudiar genéticamente a las poblaciones de corzuela en toda Sudamérica. “Nosotros somos los representantes para Argentina de ese proyecto, que tiene sede en Brasil”, dicen Juan Pablo Juliá, director de la reserva, que depende de la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo, de la Universidad Nacional de Tucumán.

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