1- Presión
Atlético ha hecho un arte con eso de asfixiar a sus rivales con la famosa marca constante, a lo largo y ancho del campo de juego. No importa el sector, el equipo no suelta rienda. Como en toda cadena alimenticia, es fundamental que los delanteros y los volantes ofensivos den el primer paso al frente y obliguen al contrario a salir desde el fondo con un pelotazo. La pelota dividida del contrario no hace más que ratificar que perdió la iniciativa, eso ya es un punto a favor para los de Ricardo Zielinski. En defensa la cuestión es más de libro. Puede ser hombre a hombre o en zona, pero siempre dejando un alfil o dos para salir de contra. Eso, de por sí, ya le genera otra incertidumbre al atacante.
2- Sacrificio
En el “Decano” el sacrificio se mide en kilómetros bien recorridos. No hay futbolista del plantel que no supere en cada partido la media de un jugador de su rol. Todos corren, nadie pisa el freno. Eso está prohibido. La zona más caliente de movimiento es la del medio, siendo Rodrigo Aliendro el “maratonista” principal del grupo. Es el que va al primer corte, el que, con aire de sobra, se anima a la gambeta. Juan Mercier es otro que aporta desde lo conceptual y táctico. Es algo así como el “Hombre Nuclear”. Siempre está donde debe estar y con físico para responder sin dudar. Mercier suele ser la válvula de escape de los volantes centrales y también el líbero adelantado de la defensa. Viejos son los trapos.
3- Contundencia
Esta virtud no solo se refleja en el poderío de gol, sino en las situaciones que logra convertir Atlético. Es uno de los clubes que mejor aprovecha sus chances. ¿El resultado? Sus 31 conquistas en la tabla de goles a favor de la Superliga, números que lo convierten en el escudo más letal del campeonato. Si había dudas sobre quién podía reemplazar a Luis Rodríguez, Leandro Díaz (foto) tomó la posta el sábado: una asistencia de gol y otra de penal; gol suyo, más un penal a él que se lo cedió a Mauro Matos.
4- Humildad
Viene con el ADN de una institución que estuvo al borde del abismo económico y deportivo, y que luego resurgió de las cenizas. Jamás se escuchará un mensaje altanero por parte de los jugadores. El perfil bajo es el papel que mejor juegan. Mucho tiene que ver en eso el capitán y símbolo, Cristian Lucchetti, hombre de palabra mesurada y precisa que, como pocos en este plantel, estuvo en las malas y en los momentos gloriosos. Desde su lugar, “Laucha” es “la voz” de mando. Mercier y Mauro Matos, otros futbolistas de experiencia en el grupo, aportan los suyo para encaminar a aquellos jóvenes que pueden ser quienes lideren el vestuario a futuro, como ser Tomás Cuello y Jonás Romero.
5- Regularidad
Sostener semejante campaña solo puede hacerse si la conexión es completa entre las partes. Aun habiendo llegado de las vacaciones, los “Decanos” han mostrado un nivel más que generoso ante el “Lobo” platense. La regularidad de Atlético va hacia varios frentes: al de la victoria, al de recibir pocos goles, al de haberse convertido en un equipo que no regala un metro de la cancha, porque generalmente te lo quita. En 15 partidos jugados, Atlético ganó nueve, empató cuatro y apenas perdió dos. Impecable.
Un acierto fue apostar a la conformación de un grupo y mantenerlo en el tiempo, algo muy difícil en el fútbol de Primera, donde el dinero “mete la cola”.