Las cifras son duras: según la OMS, el 97 % de las mujeres que viven con VIH se infectó en relaciones con varones. El uso del preservativo es la mejor manera de prevenir infecciones. Pero con frecuencia no es tan sencilla la ecuación: muchas veces los varones se niegan a usarlo, y el sexo, en lugar de una experiencia placentera, termina siendo una triste negociación. El preservativo vaginal es una buena solución ¿Por qué, entonces, no llega a las manos de la población?
“Solemos dar por sentado que ‘el preservativo es cosa de hombres’. E incluso quienes militamos a favor de los derechos de las mujeres hemos naturalizado dejar nuestra salud -nuestra vida- en ese punto en manos del varón”, reflexiona la ginecóloga Cecilia Ousset, y reconoce -dice que no sin vergüenza- que nunca comentó con sus pacientes las ventajas del método. “Recién dimensiono la vulnerabilidad de las mujeres en la relación sexual”, añade. (Ver “Las ventajas”).
La costumbre de los varones de quitarse el condón durante la copulación, a pesar de haber acordado con su pareja usarlo, es tan frecuente que hasta se acuñó un nombre: stealthing, término que significa ‘en sigilo’ o ‘secretamente’. Los datos -informa la BBC- son de un estudio de Alexandra Brodsky, publicado en el Columbia Journal of Gender and Law, revista de la Universidad de Columbia. En su trabajo Brodsky define el acto como: “retiro de condón no consensuado durante la relación sexual”. Y sabemos -aunque a veces parece que cuesta entenderlo-, si no hay consentimiento, hay violación. “Es un claro acto de violencia sexual contra la mujer”, destaca Ousset. Cuánto peor si además hay VIH en juego.
Protección efectiva
Los preservativos vaginales nacieron en 1992, casi en simultáneo en Inglaterra y en Estados Unidos. Los primeros se hicieron de poliuretano. “Desde 2007 existen los de nitrilo, que se adaptan aún mejor al interior de la vagina”, cuenta Cintia Gerez, que vive con VIH. Cintia tiene 26 años, es trabajadora social santiagueña y miembro de la Comunidad Internacional de Mujeres que viven con VIH (ICW, por su sigla en inglés). “Es una herramienta muy importante para que las mujeres puedan decidir sobre su propio cuerpo, sin tener que negociar con un otro, sin sufrir manipulación”, añade.
Esto lo tiene más que claro Rosa Villafañe: a sus 27 años las deudas terminaron empujándola a la calle, dice. “Vivía en un ranchito de madera, muy pobre, y necesitaba solucionar el problema con urgencia. No conseguía trabajo, y una amiga, una guerrera de la calle, me dijo ‘hacé como yo’. Así me convertí en trabajadora sexual”. Hoy ronda los 50, y cuenta que nunca aceptó trabajar sin preservativo, pero le cuesta caro: pierde muchos clientes. “No sabés lo que daría por poder conseguir de estos”, dice mirando uno de los vaginales que usa la ONG Identidad (ya vencido, pero para explicar sirve) al dar sus clases de Educación Sexual Integral. “Pero si hasta los comunes me los mezquinan... Fui a pedir al CAPS San Bernardo, y me respondieron que con lo que gano en la calle debería comprármelos yo... ¿Qué saben ellos?”, pregunta con la voz quebrada por el llanto y agrega: “tengo muchas compañeras infectadas con VIH por aceptar trabajar sin condón. A los tipos no les importa nada... ni siquiera su propio riesgo”.
Poco conocido
A pesar de que el preservativo vaginal ya tiene 27 años, su uso no se ha generalizado. Y en Argentina es directamente “inconseguible”. Una de las razones es que se lo conoce poco. De hecho, en un sondeo realizado expresamente para esta nota y en el que, en dos días, aceptaron incluirse 465 personas (Ver “Más datos...”) más del 40% de los que respondieron no sabían que existe. Y más del 45 % desconoce sus ventajas.
“Es un poco más caro de producir que el masculino, pero no creo que ese sea el problema. Sospecho que hay intereses de la industria farmacéutica, a la que le interesa vender drogas. Nunca en un congreso sobre anticoncepción se habló de preservativos vaginales”, destaca Ousset.
“Tienen muchas ventajas y en AHF siempre los recomendamos -señala Miguel Pedrola, director científico para Latinoamérica y el Caribe de la ONG, que desde 1987 se dedica cuidar personas que viven con VIH en el mundo-, pero como en Argentina no se fabrican y el Estado no los importa, no podemos entregarlos gratuitamente”. (Sí entregan los peneanos, lo que permite paliar en parte el déficit del Estado. Ver: “Cada vez menos”).
No es un problema sólo nacional: “es común a toda América Latina; no es posible facilitar el acceso a los preservativos vaginales por falta de políticas de largo alcance por parte de los Estados -resalta Patricia Campos, jefa de la oficina para América Latina y el Caribe de AHF-. Los sistemas de salud nunca lo han considerado un tema prioritario, lo cual hace que se pague caro y haya barreras arancelarias a la importación”.
“El Gobierno debería empujar la fabricación -agrega Pedrola-; o al menos levantar las barreras arancelarias a las donaciones desde el extranjero.
Defender derechos
“Falta conciencia sobre el rol y el poder de la mujer en la relación sexual -destaca Ousset-. Hemos naturalizado nuestra indefensión. Pero también hemos demostrado de lo que somos capaces las mujeres. Si las bases no lo reclamamos como parte de nuestros derechos sexuales y reproductivos, la industria no los fabricará (Ver “Se pueden hacer en Argentina”).
Y la conclusión parece sencilla: de nosotras depende... ¿Peleamos -también- por este derecho?
Cada vez menos
Entre 2016 y 2018 la nación redujo mucho la entrega de preservativos
Según datos de la Fundación Soberanía Sanitaria, entre 2016 y 2018 se distribuyó un 32% menos de los preservativos previstos en el Programa de Salud Sexual y Reproductiva, respecto del trienio 2013-2015. Y si las metas del Programa se hubieran mantenido en los valores que se habían propuesto para 2017 y 2019, tendrían que haber entregado un 46% más. La cita es elocuente por sí sola. Cabe destacar que nunca se incluyó en el programa el condón vaginal. (Fuente: www.neomundo.com- Andrea Gentil)
Se pueden hacer en el país, pero hace falta mercado
La causa principal de la falta de demanda es el desconocimiento, según una experta
En 2017, Las Pauluzzi, una agrupación feminista rosarina, hizo una encuesta hizo una encuesta que demostró que el 80 % de las mujeres usaría el condón vaginal, porque aprecian la autonomía que les da ante la resistencia de los varones a usar protección. Entonces se acercaron al Centro Tecnológico de Plásticos y Elastómeros del Politécnico de Rosario, que presentó, a través de la Secretaría de Vinculación Tecnológica y Desarrollo Productivo de la Universidad Nacional de Rosario, una investigación para el desarrollo y la producción local del preservativo femenino. Y llegaron a la conclusión
de que no existe dificultad alguna para la fabricación del preservativo para mujeres en el país .“Tomamos muestras que nos trajeron desde el exterior e hicimos estudios para conocer el material. Visitamos una empresa que fabrica preservativos masculinos, porque el método para fabricarlos es equivalente. Lo que falta que es un mercado que lo requiera”, declaró a TN Melina Heredia, docente terciaria del Politécnico.
“Es muy eficaz- asegura la Beatriz Mordoh, presidenta del Instituto de Prevención y Educación en Salud y Sexualidad-, pero no es fácil conseguirlo y no es gratuito. En la mayoría de las farmacias no hay, y es caro porque es importado”. En el exterior el precio oscila entre 3 y 7 dólares por unidad, también por falta de mercado.
“No hay demanda; tendría que conocerse para que la hubiera. El público tendría que ser informado mediante campañas masivas”, sostiene Mordoh. (Fuente: TN - Miriam Lewin)
Ventajas del preservativo femenino
- Cubre también parte de los genitales externos femeninos, lo que da mayor protección a ambos miembros de las pareja en caso de ITS.
- La colocación no depende de la voluntad del varón, lo que previene negociaciones y hasta violencia sexual.
- No es de látex, así que es ideal para personas alérgicas.
- No tiene efectos secundarios, como ocurre con los métodos anticonceptivos hormonales.
- Es más resistente que los de látex.
- No se sale, ya que se adhiere a las paredes vaginales y los anillos lo sujetan fuertemente.
- Podés tenerlo puesto desde antes del coito (hasta 8 horas), lo que permite mantener el clima erótico y espontáneo sin interrupciones. Y no depende de la erección.
- No es preciso retirarlo inmediatamente después de la eyaculación.
Más datos del sondeo
81, 9% de las personas que respondieron fueron mujeres
1 de las personas encuestadas dijo haberlo usado
73, 7 % de las personas encuestadas dijo ignorar que no se consiguen en el país
97,6 % de las personas que respondieron afirmaron estar dispuestas a reclamar a las autoridades sanitarias que se incluya el CV entre los métodos de protección que debe entregar el Estado, en el marco del Programa de Salud Sexual y Reproductiva.