“El Pulguita”, Luis Rodríguez, y el “Bebé” Guillermo Acosta firmaron ayer por la mañana su afiliación al Partido Justicialista (PJ). Los futbolistas de Atlético Tucumán dieron así su patada inicial en su carrera política, de la mano del vicegobernador Osvaldo Jaldo.
La incursión de futbolistas en la cosa pública no es una novedad en la Argentina. Entre los predecesores a los ídolos “decanos” están Sebastián Bértoli, ex arquero de Patronato y concejal de Paraná, Entre Ríos; Carlos Tapia, ex jugador de Boca y candidato a intendente en el interior bonaerense; Claudio Morresi, ex River y ex secretario de Deportes de Argentina. La lista continúa. Ante esto, LA GACETA entrevistó a una especialista en el tema.
La política está en todos lados. Se beneficia de la intervención de outsiders. Así piensa Paula Clérici. La doctora en Ciencia Política y profesora de la Universidad Torcuato Di Tella analizó, en una conversación telefónica con LA GACETA, el fenómeno de la integración de figuras del mundo deportivo y del espectáculo a la política.
A la especialista no le sorprende esta afiliación del “Pulga”. “La introducción de neófitos (deportistas, actores, cantantes o comediantes) en la escena política comenzó en la década de los 90”, advierte.
¿Es la política la que recurre al mundo del deporte o del espectáculo, o a la inversa? La experta está segura de que son las diferentes figuras las que dan el primer paso “El acercamiento se puede dar mediante la integración de los neófitos en partidos existentes, o bien pueden formar otros nuevos”, indicó. Para explicar esta segunda forma de acercamiento utiliza como ejemplo al ingeniero Mauricio Macri, quien fundó Compromiso para un Cambio en 2003, que luego lo llevó a la Presidencia con el nombre de PRO (Cambiemos).
Aunque no siempre sean los partidos los que buscan a las figuras populares, al integrarlos a su cuerpo estos organismos obtienen una tracción de votos. Consecuencia que para Clérici no es negativa per se. Si suman experiencia y capacitación previa, su incorporación será positiva, afirma. “Cuando simplemente son un nombre que aparece en la boleta para acaparar votos, su incorporación es perjudicial. Su desempeño en el cargo probablemente será pobre”, dice.
Un caso que ejemplifica esto es el de Miguel del Sel. El humorista de Midachi estuvo a punto de ser gobernador de Santa Fe. Perdió por un punto y terminó como embajador de Panamá. Duró poco, con escasos logros, y volvió. Clerici resalta que el ser un outsider no necesariamente implica un mal desempeño del cargo. “Estamos llenos de casos de políticos y políticas experimentados y experimentadas que dicen burradas cuando asumen sus cargos, como un senador que te dice que la violación intrafamiliar no es violación, o como una diputada que compara a las mujeres con perras”, describe. Clérici añade que el debate sobre el aborto profundizó el interés político de distintos sectores de la sociedad. “Al escuchar los discursos de las Cámaras, nos dimos cuenta de que nuestros representantes dejan mucho por desear. La política nos cruza en todo tiempo de modo tal que redunda en un beneficio para la sociedad en su conjunto que distintos sectores de la sociedad se involucren en ella”, asegura.