Los muchachos de Garmendia no mostraban piedad cuando enfrentaban a las primas Coronel durante los duros partidos de barrio que jugaban hace algunos años. Pero esa fiereza no amedrentaba ni a Sabina y ni a Melisa: ellas trababan cuando había que hacerlo y no dudaban en poner el cuerpo para disputar las pelotas clave.
Acaso debido al juego brusco la mamá de Melisa (22 años) no quería que su hija juegue al fútbol. Y le prohibía salir. Pero ella se escapaba; le gustaba demasiado el fútbol como para acatar la orden materna. “Jugué desde chiquita; me divertía jugar de igual a igual con los varones”, contó a LG Deportiva.
Actualmente, Melisa juega en Atlético Celeste y Sabina lo hace en San Martín A -los mejores equipos de fútbol femenino de los clubes más importantes de la provincia-. Recientemente se cruzaron en la final del torneo Anual. Las “Santas” llegaban invictas, y las “Decanas” iban por el bicampeonato que, finalmente, consiguieron. Una gaseosa de tres litros fue la apuesta que pagó Sabina, pero que disfrutaron las dos.
De las calles del barrio pasaron a jugar en el club Garmendia; y de allí saltaron a San Martín. Pero el corazón “blanquiceleste” de Melisa tiraba mucho. “Estuve ahí un par de meses. Por mi fanatismo me pasé a Atlético, donde llevo cuatro años”, dijo. Durante ese lapso protagonizaron cuatro clásicos, con un récord de 3-1 en favor de la prima “decana” que, además, fue campeona en tres ocasiones.
A excepción de la camiseta, Melisa y Sabina comparten todo. Aman el fútbol y hasta juegan en el mismo puesto. “Aunque me lleva tres años, parecemos hermanas gemelas. Nacimos para jugar al fútbol y, ¡qué casualidad!, somos volantes por derecha”, dijo Melisa.
Sabina (25) llevó a Melisa al club Garmendia. Allí empezaron a formarse con Omar Rivas. “Nuestras familias son muy unidas. Y a ella la considero mi hermana menor”, dijo la jugadora “santa”.
Hace ya ocho años que Sabina juega en San Martín. Y desde hace un par que integra, además, el seleccionado de Tucumán, que el primer día de este mes se coronó en el campeonato argentino que se disputó en Mendoza.
Desde Garmendia viajan casi a diario para entrenarse y para jugar. Hacen un esfuerzo importante porque el viaje lleva cuatro horas, entre ida y vuelta. El apoyo de la familia, no sólo en cuanto al aliento, sino también en lo económico, se torna fundamental. “La distancia no importa cuando amás el fútbol. Esto nos da felicidad, y por esto dejamos todo. Nuestros padres nos ayudan con el pasaje. De lo contrario no podría vivir toda esta experiencia tan hermosa”, indicó Sabina.
Ambas desean que se le dé más importancia al fútbol femenino. A las dos les gustaría, de hecho, que se convierta en un deporte profesional. ¿Qué le dirían a las chicas que les gusta el fútbol, pero que dudan en empezar a jugar? “Que tienen que animarse. El fútbol es algo maravilloso. Es lo mejor”, dijo Sabina. “Que se animen; porque se hacen buenos amigos, se conocen gente y lugares muy lindos”, convocó Melisa.
Una tarde del año que está por iniciar Sabina y Melisa se enfrentarán otra vez en el campo de juego para disputar una nueva edición de la versión femenina del clásico tucumano. Antes y después de ese día, seguramente seguirán compartiendo vivencias que comparten las hermanas... aunque ellas sean primas.