El presidente, Mauricio Macri, recibió ayer a los integrantes de la comisión ejecutiva de la Confederación Episcopal Argentina (CEA), encabezada por su titular y obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, a quienes les transmitió que la crisis se mantendrá otro semestre, ante la preocupación de la Iglesia por el aumento del índice de la pobreza y la desnutrición.
“Todavía tenemos meses duros por delante. Estamos en el territorio y sabemos lo que pasa. No ignoramos los problemas”, les dijo a los obispos, quienes concurrieron a la Casa de Gobierno para saludar al jefe del Estado por las fiestas de Navidad y Año Nuevo.
Presidencia de la Nación informó en un comunicado sobre la respuesta de Macri cuando la cúpula del Episcopado transmitió su preocupación por la situación social y el aumento de la pobreza.
La reunión, que se extendió durante una hora y veinte minutos, fue una “conversación abierta y cordial”, en la que cada uno pudo expresar sus ideas con “sinceridad y libertad”. En el encuentro, los obispos expresaron “su preocupación por el aumento del índice de pobreza, reflejado en la última medición del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, la baja del consumo, el aumento del desempleo y el aumento de la desnutrición infantil”, indicó la oficina de prensa del Episcopado.
Datos de pobreza
Según el Observatorio de la Deuda Social de la UCA, el índice de pobreza se elevó a 33,6% y el de indigencia en 6,1% durante el tercer trimestre de este año. A pesar del crecimiento económico, las políticas de protección del mercado interno y la ampliación de las políticas sociales, con cada ciclo económico se reproducen barreras productivas estructurales que ponen límites a la caída de la pobreza y a procesos de convergencia a nivel social y regional.
“Tanto la desigualdad persistente como la pobreza estructural son resultado de un modelo económico-productivo desequilibrado con efectos de exclusión, marginalidad y desigualdad a nivel socio-cultural, socio-demográficos y socio-ocupacionales”, expresa el último informe de esa universidad.
El último estudio de la UCA infica que durante el período 2010-2018, los indicadores sociales muestran la persistencia de altos niveles de pobreza y desigualdades estructurales, de carácter tanto económico-ocupacional como socioregional. La relativas mejoras materiales y la ampliación de las políticas de protección social durante el último período no han sido suficientes para revertir los niveles de pobreza estructural. Además, las brechas en el bienestar económico de los hogares no han disminuido, se presentan como estructurales y asociadas a la falta de demanda de empleo productivo de calidad y de políticas de inversión y desarrollo más agresivas en materia de vivienda, hábitat, salud y educación. La actual crisis es compara en sus características a las de 2008, 2014 y 2016, aunque la caída de los indicadores se ha agravado más que en esos años. (Télam)