La condición de claro favorito para quedarse con la nueva versión del Mundial de Clubes no aleja a Real Madrid de los varios indicios que dan cuenta de un equipo que ha mutado del casillero celestial al terrenal.
De hecho, puede prescindirse de toda agudeza y aun así se revelará evidente que de las cuatro veces que haya participado de la competencia, que en España dan en llamar “Mundialito”, la presente será la primera a la que llega en medio de constantes turbulencias.
Y no necesariamente por imperio de un vuelo agitado: más bien porque su juego, el juego del triple campeón de la Liga de Campeones y del que hasta nuevo aviso es el mejor equipo del planeta, oscila entre aceptable y regular, y regular y flojo.
Flojo, desde luego, en los términos relativos que exige un plantel multimillonario, toda vez que el 90% de los clubes del planeta envidiaría su escenario.
Salvo noticias en contrario y eventuales porrazos, cuatro son las posibilidades de coronar que tendrá el Real Madrid entre estos días y finales de mayo de 2019: Mundial de Clubes, Liga de Campeones, Copa del Rey y Liga, por más que lo separen cinco puntos de un Barcelona con Lionel Messi en clave estelar.
Y de absolutamente ninguna instancia sería prudente dar por muerto a una formación que factores abstractos al margen (la prosapia, la tradición, el peso de la camiseta, etcétera) dispone de futbolistas excepcionales en todas las líneas y un banco de suplentes que en más de cuatro poderosos sería bocado de cardenal.
Pero una cosa es Real Madrid en general y otra cosa es Real Madrid en particular.
Real Madrid que por caso se vio forzado a asumir el egreso de Cristiano Ronaldo y que en menos de cuatro meses perdió la paciencia con el vasco Julen Lopetegui, el mismo que había llegado con porte de entrenador ideal para un equipo ideal.
Real Madrid, que pese a la muy buena imagen que en poco tiempo ha construido el rosarino Santiago Solari, fue aplastado 3-0 por el modesto Eibar y la semana última perdió por el mismo resultado con CSKA de Moscú, en el mismísimo Santiago Bernabéu donde registra los números más bajos desde 1994. El sábado, sin ir más lejos, consumó ante Rayo Vallecano un sufrido triunfo de 1-0 y según el diario “Marca” en el mismo tono de “mal juego” de casi toda la temporada.
¿Cómo llega Real Madrid al Mundial de Clubes, cuya final acaso lo encuentre mano a mano con River? A decir de sus hinchas de alcurnia, ni vale la pena verlo o no da para encender el entusiasmo: en el referido partido versus Rayo Vallecano unos 26.000 abonados dejaron su butaca vacía y de los 55.000 que asistieron un buen número despidió al equipo con silbidos.
Salvo el belga Thibaut Courtois, ¡el arquero!, más algún otro y ni siquiera Luka Modric, flamante Balón de Oro, no tiene hoy jugadores de un rendimiento cercano a su cresta de la ola, sin contar que en la delegación que el domingo llegó a Abu Dhabi hay siete jugadores con problemas de lesiones o convalecencias en curso: Gareth Bale, Karim Benzema, Marcos Asensio, Casemiro, Nacho, Mariano y el canterano Sergio Reguilón.
Nada de lo escrito pone en duda la posibilidad de que Real Madrid gane el Mundial, sin perjuicio de hacer notar que anda de corriente alterna, permeable y vulnerable como hacía mucho que no se lo veía.