Estaban escondidos entre las plantas de limón que rodean el barrio Valle Hermoso, cuando vieron a Josué Moisés Torres, de 19 años, jugando con su beba de un año y seis meses en la vereda de tierra. Unos tres jóvenes, al menos, aprovecharon el momento, salieron de la quinta y cruzaron la calle de piedra para verse de frente con el muchacho. Allí sacaron sus armas y le dispararon a quemarropa al cosechero de citrus. Nelson Romano, suegro de Torres, relató así lo que pasó alrededor de la medianoche del viernes en Las Talitas. “Estaba en el casamiento de mi hermano cuando fueron a avisarme lo que había ocurrido. Llegué y estaba muerto. Estaba en la veredita. Todo el pilar (de luz) tenía sangre”, recordó.
“Los changos (por los sospechosos) salieron de los árboles y le pegaron 10 tiros. Él agarró a la chiquita y se dio vuelta. Ahí recibió los proyectiles en la espalda”, añadió el hombre, con tono triste.
Un hijo de Romano estaba en ese momento en el interior de la vivienda. El grupo, al darse cuenta de que había alguien más adentro, hizo cuatro disparos más al frente de ladrillos y rejas negras.
“Dos tiros en el pecho, dos en la zona abdominal, una bala en la zona de la costilla, otra en la zona de la rodilla y las demás, en la espalda”, enumeró los orificios el suegro de Torres.
Romano relató que un vecino, que sería un policía federal, salió de su vivienda y e hizo tres disparos al aire para asustar a los agresores y qque se vayan. “Al parecer, intentaron volver para entrar a nuestra casa, tras lo sucedido”, explicó. El reporte oficial consignó que el muchacho llegó sin vida al hospital Avellaneda, en al capital. Había recibido siete disparos en el cuerpo, con orificios de entrada y de salida de los proyectiles.
Las posibles causas
A la par de la ruta 305, pasando la conocida rotonda de Las Talitas, hay un cartel que indica el inicio del barrio Valle Hermoso. El letrero, que no pasa desapercibido, da la bienvenida a un vecindario tradicional, pero también advierte: “atención, barrio vigilado”. El hecho sucedió el viernes por la noche, cuando el vigilante ya se había retirado: trabaja de lunes a viernes.
“Parece que fue un problema entre los changos: uno le pegó al otro”, dijo un vecino que se había acercado al grupo familiar, que estaba reunido en la vereda de la casa. Al lado de la ronda, las manchas de sangre en el poste y en el pequeño piso de cemento marcaban la tragedia.
Sin embargo, con el paso del relato, los parientes comenzaron a vincular diferentes situaciones en torno de la relación de Torres con dos vecinos y, en particular, con un joven del barrio Juan XXIII, conocido como “La Bombilla”, señalado como probable autor del crimen. “Ya participó en otro hecho. Han querido vender aquí droga y la gente lo corrió”, enfatizó el padrastro.
Posibles cómplices
Dos jóvenes del barrio fueron aprehendidos en el inicio de la investigación de la Policía. Los pesquisas y los familiares creen que ambos habrían alertado al homicida de que Torres visitaba el vecindario por esas horas.
“No lo agarraron en su barrio y esperaron a que vea a su hija, a que venga a buscar a la chiquita”, señaló Griselda Pereyra, la suegra.
“Estaba separado de mi hija hace seis meses. Venía a ver a la chiquita y se iba. El vivía en Las Tipas (Las Talitas). Esta vez, trajo pañales y mi hija le había pedido que comprara un (jugo) Ades y un paquete de galletas. Cuando volvió le cayeron encima”, relató el hombre. Torres habría comprado en el negocio de uno de los aprehendidos, quien está involucrado por posible complicidad, según fuentes policiales.