MAÑANA
• ¿Alcanzaremos los tucumanos los objetivos de desarrollo sustentable?
“En Tucumán no hay grandes topadoras desmontando miles de hectáreas de bosques. Pero hay acciones hormiga de miles de tucumanos, como los empresarios inmobiliarios y agropecuarios o los enduristas. Y ese desmonte es el más difícil de detectar”. Fernando Korstanje no tiene pelos en la lengua para decir, delante de unas 50 personas, que el “desordenamiento” territorial, los countries y los cultivos han arrasado con los bosques nativos.
Lo dice, pese a que a él le cabe parte de la responsabilidad de morigerar esa situación. Korstanje es uno de los artífices de la actualización de la Ley Provincial de Bosques (8.304), que en unos meses saldrá a la luz. Durante años, trabajó con comunidades rurales para la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la Alimentación y la Agricultura, (FAO, por sus siglas en inglés). Ese antecedente puede que le haya valido su contrato en la subdirección de Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos, que es la dependencia que debe poner los mapas al día.
“Lo mejor que tiene Tucumán son sus bosques. Por lejos, podríamos explotar el turismo sustentable. La Casa Histórica pasaría a ser un detalle, si lográsemos esa transformación”, ironiza. La semana pasada, Korstanje fue uno de los disertantes de un seminario sobre transición forestal.
En su exposición, hizo una instrospección respecto de ese proceso de actualización, que se inició en agosto pasado. Contó que, desde entonces, se llevaron a cabo 33 talleres de participación ciudadana, con productores agropecuarios, constructoras, deportistas y comunidades indígenas, entre otros grupos.
A esa etapa le sucederá una audiencia pública, en la que presentarán las conclusiones de los sondeos sectoriales y el nuevo mapa de bosques.
“La mayoría de los participantes planteó la necesidad de un ordenamiento territorial integral: ‘no me vengan a hablar de bosques, únicamente. Aquí necesitamos un ordenamiento para los bosques; para el crecimiento urbano; para los márgenes de los ríos; para los basurales; para las rutas que cortan pendientes; para las cloacas...’”, cuenta que expresaron los entrevistados.
- ¿Qué cree que Tucumán debería incrementar: su vocación conservacionista o “productivista”?
- Más del 50 % de las personas que respondieron a esas encuestas pidió que se aumente la vocación conservacionista. Hoy, una de las principales amenazas que enfrentan los bosques es la falta de orden en el territorio. Luego podríamos hablar de la expansión de los countries, del aprovechamiento silvopastoril, del descuido en estas áreas protegidas, de la agricultura en las riberas y de la usurpación de las tierras, en ese orden.
- ¿Qué opinan los representantes del sector productivo?
- Hubo mucho empuje de los sectores forestal y productivo para hacer intervenciones sustentables en las zonas de bosques nativos. Ellos han planteado que se puede conseguir una gestión sostenible y, al mismo tiempo, aumentar la producción agrícola. Se trata, dijeron, de ver al bosque como una oportunidad productiva; de salir del esquema de bosque cerrado.
- ¿A usted le gusta esa idea?
- Tengo dudas. Pienso que los bosques están para ser disfrutados... por mucho tiempo. Cada vez que hemos integrado la ganadería, hemos tenido malas experiencias. En general, eso ha significado un desmonte a cuentagotas: como las vacas pisotean y mastican los pastos, no crecen árboles.
- La ley nacional que protege los bosques ha cumplido 11 años. ¿Cree que ha habido resultados concretos contra la frontera agrícola?
- Sí. Aunque no hemos logrado recuperar ninguna de las hectáreas que han sido arrasadas por la soja, se ha logrado frenar el desmonte. La tasa de deforestación ha descendido con respecto al ritmo que tenía antes de la sanción de la ley. Un par de años atrás, se sembraba soja hasta en las banquinas.
- ¿Cuál será el eje de la actualización a nivel provincial?
- La nueva ley revalidará la existente; revalidará el actual ordenamiento de bosques. Queremos salvar lo que ha sobrevivido en las pendientes de las montañas. En las llanuras, en cambio, casi no quedan bosques. Para ello, además de ratificar el texto vigente tenemos que poner énfasis en la protección de los bordes de los ríos.
- ¿Por qué les adjudica importancia a las riberas?
- Los bosques son las paredes de los ríos. Si no se protegen esos sectores, se producen desbordes e inundaciones, como los que hemos visto. En Tucumán, la ley exige 57 metros de retiro. Pero si se mira un mapa de Google, se advierte que los pequeños productores, especialmente los cañeros, están al lado de los ríos. Hay que dejar los bordes libres.
- ¿La ayuda de los satélites es una oportunidad para salvar los árboles?
- Las imágenes satelitales son imprescindibles. Hoy contamos con información de organismos internacionales que generan mapas de alertas en tiempo real.
- Muchos bosques se encuentran habitados por comunidades indígenas. Es tema de discusión determinar dominio y tenencia.
- Creo que las comunidades originarias son las que mejor pueden conservar los bosques, si se las capacita. Según la ONU, los territorios que habitan los pueblos nativos sufren menos deforestación que otros.
- Se oye como un contexto difícil para la toma de decisiones.
- Sin dudas. La protección de los bosques enfrenta, de modo permanente, el derecho privado con el derecho colectivo. Hay gente que tiene fincas enteras dentro de bosques protegidos. A ellos habría que ofrecerles subsidios para reforestación. En medio de esa tensión permanente, lo que debe primar es el futuro de las generaciones. Nadie tiene el dominio absoluto de su propiedad. Hasta los derechos retroactivos están siendo discutidos.
- Se han hecho desmontes bajo el razonamiento de que, cuando un bosque cuenta con especies invasoras, como el ligustro, deja de ser nativo. Y por ende, no puede ser puesto bajo protección.
- Un bosque natural, aunque cuente con ligustros o con otras especies invasoras, sigue siendo un bosque. Y si se encuentra dentro de las categorías roja o amarilla de zonificación, más todavía: no puede sacarse ningún árbol. Hay que frenar el avance desde el cerro y hacia el cerro. Hoy se encuentra carcomido.
Zonificación
A fines de 2007, Argentina aprobó su Ley Nacional de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos (26.331). Fue reglamentada en febrero de 2009, tras el reclamo que por aquel entonces hicieron más de 70 organizaciones sociales y ecologistas.
La ley establece que las provincias deben realizar el ordenamiento territorial de sus bosques nativos (OTBN) a través de un proceso participativo, y cada cinco años. También categoriza los usos posibles para las tierras boscosas: desde la conservación hasta la posibilidad de transformación para la agricultura, pasando por el uso sustentable. Así las cosas, zonifica los bosques de la siguiente manera:
- Rojo: sectores de muy alto valor de conservación, que no deben desmontarse. Tienen que mantenerse como bosques para siempre. Se incluyen las reservas naturales (y áreas circundantes) y las cuencas hídricas de importancia.
- Amarillo: sectores de alto o medio valor de conservación, que pueden estar degradados y que podrían ser restaurados. Estas áreas no pueden desmontarse, pero podrían ser sometidas a algunos usos.
- Verde: sectores de bajo valor de conservación que pueden transformarse, tras una evaluación de impacto ambiental.
Un aspecto importante de la normativa es que se conformó un fondo nacional para la conservación de los bosques nativos, con el objetivo de compensar a las jurisdicciones que se ocupan de sus árboles. Este mecanismo se enmarca en la concepción de que el ordenamiento territorial por sí solo pierde sentido; necesita de políticas activas.
Al tratarse de recursos finitos, estos fondos pueden direccionarse a algunas áreas en desmedro de otras. “Cuando presentemos las conclusiones de los talleres, diremos que los consultados indicaron que ese dinero debería emplearse para la protección de las áreas protegidas, de las riberas y de las comunidades indígenas”, concluye Korstanje.