“Lo que hicieron fue demencial y sin respetar ningún protocolo de procedimiento. Si con mi hijo estamos vivos, es por un milagro. Nos interceptaron, descendieron de una camioneta y comenzaron a disparar. Pensamos que eran asaltantes y por eso solo atinamos a tratar de escapar de la balacera”. Así relató a LA GACETA el técnico electrónico José María Rivero (47 años) lo que vivió ayer a la mañana, al ser atacado a balazos por cinco policías de la Brigada de Investigaciones de la Unidad Regional Sur (URS).
Acompañado por su hijo Leandro, el hombre dirigía a trabajar en su VW Suran a un negocio de Gastona, cuando los agentes, que quedaron aprehendidos, merodeaban por inmediaciones de esa localidad en busca de una banda que supuestamente iba a cometer un atraco en una casa de Concepción. Bajo esa circunstancia, los policías terminaron confundiendo a los Rivero con los delincuentes.
Esta fue una de las primeras versiones que recibió en el lugar del incidente el fiscal Jorge Echayde, de los tribunales de “La Perla del Sur”. El episodio se registró, alrededor de las 10, en un camino que nace en la traza nueva de la ruta 38, que conduce a Gastona. El representante del Ministerio Público, luego del incidente, dispuso la aprehensión de los efectivos Ezequiel Barboza; Cristian Dadin; Walter Rivadeneira; Víctor Leguizamón; y Miguel Ramírez, entre otras medidas.
De acuerdo al funcionario judicial, los policías habrían descargado más de 20 proyectiles contra el rodado de los operarios. Era la cantidad de vainas encontradas en el lugar del hecho.
“Está claro que fue providencial que ésta gente no haya terminado muerta. Ahora, tenemos que determinar en qué circunstancia sucedió todo esto”, dijo Echayde. El impacto de algunos de los proyectiles en la parte del motor, según se especuló, habría originado un incendio que terminó por destruir totalmente a la camioneta Suran. El fuego también consumió todas las herramientas de trabajo que trasladaban los técnicos.
Declaraciones
El fiscal durante la tarde se aprestaba a tomar declaración a todos los uniformados. Antes, lo había hecho con Rivero, quien detalló los pormenores de la terrible experiencia.
“La camioneta en la que andaban los policías nos pasó en el camino de tierra. Más adelante se nos cruzó. Unos tipos de civil descendieron y comenzaron a dispararnos. Enseguida comencé a retroceder; mientras las balas parecía que me pasaban por las orejas. Logré poner de frente al auto y aceleré, pero tenía poca reacción. Enseguida, comenzó a salir un humo del motor. Entonces, nos bajamos y corrimos hacia la ruta”, relató Rivero. Un circunstancial automovilista intentó sofocar el incendio con su matafuego.
El técnico contó que, en ese momento, le habría dicho a la otra persona: “no, no, vamos, escapemos, si me están asaltando”. Rivero agregó que cuando los agentes los alcanzaron en la ruta, recién se identificaron como policías. “Quisieron ponerme las esposas y me negué. Si la víctima era yo. Casi me matan y encima terminé con todos mis elementos de trabajo, con el que salí a ganarme el pan, reducido a cenizas. En estos momentos, me siento como un delincuente”, se lamentó el hombre.