Durante siglos el sometimiento brutal del hombre a la mujer fue aceptado como si fuese algo natural. Los tiempos han cambiado en muchos sentidos para bien; sin embargo, esta actitud agresiva no sólo persiste, sino que también se ha incrementado. Esta hostilidad se manifiesta bajo distintos ropajes en todos los ámbitos de la sociedad. Los acosos psicológicos provocan tanto daño como los físicos. Muchos de los casos de violencia de género que se producen diariamente no se denuncian, generalmente por miedo de las víctimas que están sometidas al terror de sus victimarios.
En diciembre de 1999, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Resolución 54/134 en la que declaró el 25 de noviembre Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en homenaje a las tres hermanas Mirabal, brutalmente asesinadas en la República Dominicana por su activismo político en 1960.
“Es absolutamente inaceptable que la gran mayoría de los autores de la violencia contra mujeres y niñas quede impune. Muy pocos casos llegan a denunciarse a la Policía; un porcentaje todavía menor se sanciona con penas, de las cuales solamente algunas son de cárcel. Las instituciones policiales y judiciales se deben tomar las denuncias muy seriamente y otorgar prioridad a la seguridad y el bienestar de las sobrevivientes, por ejemplo, mediante la inclusión de más mujeres policías para atender denuncias de violencia presentadas por mujeres”, dijo en su mensaje la secretaria general adjunta de la ONU y directora ejecutiva de ONU Mujeres, Phumzile Mlambo-Ngcuka.
La cantidad de femicidios se ha incrementado en nuestra provincia. La Multisectorial de Mujeres de Tucumán expresó que a diario las mujeres sufren acoso callejero, manoseos y maltratos, en los hogares, los lugares de trabajo, las aulas, los espacios de militancia. “En las universidades y otros establecimientos educativos somos maltratadas, discriminadas y acosadas”, afirmó.
A mediados de agosto, informamos que Tucumán había superado a Mendoza en cantidad de femicidios durante el primer semestre de 2018. Con 11 femicidios ocupaba el cuarto lugar a nivel nacional, superado por Buenos Aires (42 casos), Córdoba (14) y Santa Fe (13), todos distritos con mayor población. Los episodios de violencia de género prosiguieron en los meses siguientes: “Una mujer casi pierde la visión por la golpiza que le propinó su pareja” (15/11); “Un policía golpeó a su pareja e intentó matarla con el arma reglamentaria” (15/10); “Un hombre atacó a puñaladas a su novia y luego intentó suicidarse” (1/10) son algunos de los títulos recientes de nuestro diario.
Sería importante que se tratara al victimario, que probablemente ha asimilado esa violencia en su hogar durante su infancia y adolescencia, y al que le parece natural golpear a una mujer. Se trata de un flagelo social que debería abordarse a través de una política integral. La prevención es esencial para combatirlo, pero mucho más lo es la educación, que es el punto de partida para construir relaciones humanas más saludables. Si aprendemos desde la infancia a recrear los lazos afectivos, el diálogo como fuente de entendimiento y respeto por el otro, y a desterrar las diversas formas de autoritarismo, quizás avancemos hacia una sociedad menos golpeadora y enferma.