De Marcelo Androetto.-
El epicentro del drama pudo haber sido el estadio Monumental de Núñez, es verdad. Pero ello no implica que en Tucumán, en el país y en el resto del planeta fútbol no se haya sentido de igual manera lo que fue una nueva suspensión de la súper final de la Copa Libertadores. Esta vez se vio empañada por agresiones al plantel de Boca cuando ingresaba al patio de la casa de River.
Impotencia y dolor, acá y allá, es lo que se percibía en el ambiente. En la provincia se armaron dos festejos de diferente color. Sin embargo, el baile nunca llegó. La sede de la Asociación de Transportadores de Cargas (ATC) fue el búnker elegido por simpatizantes “millonarios” para vivir la previa, el durante y el desenlace de una definición que jamás pudo arrancar, ayer en su modo de duelo revancha.
El mundo “Xeneize”, en tanto, se alineó con su gente en un predio ubicado en avenida Sarmiento al 1.200. Ambas casas soñaban con festejar, ninguna con lamentar hechos de violencia y tanta brutalidad.
Entre las camisetas rojiblancas se distinguía una morada, la de Walter, con el número 32 y el apellido de su futbolista preferido: (Ignacio) Scocco. “Falló la seguridad. La policía debía ocuparse de que el colectivo no pase por ese lugar donde fue agredido o que los hinchas no estén en ese sector”, se quejaba el amigo de la camiseta alternativa de River, con el diario de “su lunes” y la suspensión confirmada del partido para hoy, a las 17. “Tenía la posibilidad de verlo hoy (por ayer), pero mañana (por hoy) ya no podré hacerlo”, lamentó el fan. Por cuestiones laborales, Walter se quedó sin revancha.
Ivana, por su parte, fue categórica con los violentos. “Unos cuantos hinchas, si se puede llamarlos así, arruinaron una final histórica”, se quejó.
De no creer
Hace seis años la “Agrupación Xeneize” tomó vida en Tucumán. La excusa perfecta, claro está, siempre es y será Boca. En una pantalla de tres metros por tres metros, los simpatizantes fueron siguiendo todo lo que acontecía en Buenos Aires. Mientras Rafael Ferreyra y Sebastián Flores, los organizadores, charlaban con LG Deportiva, otro comensal tocaba un bombo pintado con el nombre de “El Abuelo”, unos de los históricos ex líderes de La Doce. Todos en el predio se identificaban con Boca, todos tenían algo del “Xeneize”.
“Nosotros queremos que se juegue hoy, mañana o cuando la Conmebol lo decida. Lamentablemente, la seguridad falló a pocos metros de la cancha de River. Lo que sucedió es algo bochornoso. Todo el mundo estaba pendiente de esta final. Pienso que si hubiera pasado en La Bombonera otra hubiera sido la historia. Quiero que se juegue y el pensamiento de todos nosotros es ganar en el campo de juego”, sostenía Ferreyra.
“Acá se lo vive al clásico como una verdadera fiesta, como si estuviéramos en la cancha de Boca. Es más, organizamos este tipo de reuniones para no estar lejos del equipo. Muchos no tienen la posibilidad de viajar, entonces armamos el evento para vivirlo como si estuviéramos en una tribuna de La Bombonera. Nos gusta sentirnos como si estuviéramos cerca de la 12 y su color, con instrumentos musicales y también cotillón”, agregó Ferreyra, y aclaró: “Todo lo hacemos con mucho esfuerzo: vendiendo rifas; organizando bingos y el aporte individual”.
Ante un contexto desolador, los hinchas de Boca en Tucumán buscaron enviar buena vibra hacia el búnker “xeneize”. “Nadie esperaba lo que finalmente sucedió. Nosotros queremos salir campeones jugando al fútbol. Le tenemos mucha confianza a nuestros jugadores”, aseguró Flores.
Sofía Agote y Abigail Jiménez siguieron en línea con Flores. “Esperamos desde hace mucho tiempo una final de la Copa Libertadores. Lo que nosotros vivimos acá cada vez que juega Boca es una verdadera fiesta. Por eso a nadie se le pasa por la cabeza salir campeones de la Copa a través a un escritorio”, dijeron las chicas. Esta historia continuará.