Unidos tapándose las narices, divididos endilgándose faltas, con excluidos o sin exclusiones. El peronismo navega en medio de estas indefiniciones preelectorales, aunque dando muestras de que aún con sus contradicciones puede inocularle una dosis pejotista a Cambiemos, como en el Consejo de la Magistratura de la Nación. Esa situación que alteró los nervios a los radicales, los socios mayoritarios en la coalición pero primos desconsiderados por el PRO. Cambiemos se mandó muchas macanas, dijo hace unas horas a LA GACETA el jujeño Gerardo Morales, metiendo en la bolsa esta anécdota.
En ese clima, con una foto ampliada, los justicialistas de Alternativa Federal expusieron que en el país las opciones electorales no se reducen únicamente al macrismo o al cristinismo; sino que hay una tercera vía. Sin embargo, no todo es un lecho de rosas entre ellos: no coinciden en cuanto a qué hacer con respecto a la ex presidenta. Para el salteño Urtubey, por ejemplo, Cristina es el límite: puede aceptar que simpatizantes de Unidad Ciudadana se sumen al nuevo espacio, pero rechaza una posible confrontación interna con la senadora. Manzur, en cambio, parece querer dejar atrás aquel “ya fue” que supo dedicarle a Cristina: tampoco cierra las puertas a los cristinistas, pero deja picando la pelota en cuanto al rol que puede jugar la ex jefa de Estado.
El tucumano, muy a la vieja usanza de la política, prefiere a todos peleando juntos, pero sin sacar los pies del plato. El plato, obvio, es el PJ. El mandatario aspiraría a una interna bajo esa sigla. “Que sean los afiliados los que elijan”, desliza. Es una forma indirecta, elegante, de descartar el regreso de la senadora frente a sus propios dichos, ya que ella misma fue la que abandonó el partido de Perón y armó Unidad Ciudadana. Nadie cree que vuelva al redil, su personalidad le impide competir con dirigentes a los que no considera a su altura.
Manzur, como Urtubey, abre las puertas a todos, pero con una visión más amplia y con mayores aspiraciones que la del salteño: se muestra como un posible puente entre unos y otros. No enfrenta. Muestra en gestos que trata de unir. Sólo así se entiende que el miércoles estuviese dando una charla en el PJ nacional, al lado de aliados cristintistas como Gioja y De Pedro, y luego se sentara en la mesa con varios gobernadores peronistas, más Massa y Pichetto, y firmara un documento que los presenta como opositores, porque el país tiene derecho a una alternativa al ciclo cumplido del pasado y al fracaso del Gobierno de Macri.
¿Doble juego del tucumano? Manzur estima que el peronismo necesita de los votos que arrastra Cristina para triunfar en 2019, y en esa línea mantiene contactos fluidos con peronistas que la objetan, que le son próximos o que no reniegan tanto de la ex mandataria. El jueves por la noche recibió en su casa a Felipe Solá, quien se postula a la presidencia y que tiene un discurso parecido al tucumano: la unidad del peronismo es necesaria. ¿Recibe ofertas o sólo se presenta como un intermediario de buenas intenciones? ¿No teme que lo acusen de jugar a dos puntas?, le preguntó este columnista al titular del PE tras sus encuentros. No, al contrario, son gestos que hablan de lo que uno cree, que hay que empezar a construir, respondió. Y hacer eso con la mayor cantidad de dirigentes juntos, sin exclusión, todos encolumnados tras el mismo propósito: derrocar a Macri dentro de un año.
En ese marco, el gobernador descarta estar a contramano del planteo central de Alternativa Federal cuando dice que “todos” serán bienvenidos al espacio PJ, tengan el apellido que tengan y provengan de la agrupación que sea. No le cierra la puerta a nadie, habla y recibe a todos porque, según dice, “el peronismo se despertó para ganar”, aunque con opiniones diversas porque el movimiento no es uniforme. ¿Tendrá una bajada local es postura?
Manzur recibió a Solá, que se fue del massismo llevándose varios jugadores del FR, pero mañana, o durante la semana, el jefe provincial recibirá precisamente a Sergio Massa, con quien mantiene una muy buena relación, tanta que provoca las más variadas especulaciones, como ya veremos. En suma, en su conducta, Manzur revela cuál es su juego. El tigrense, sin tener un cargo ejecutivo, se muestra como el más activo del grupo Alternativa Federal y como el presidenciable con más chances; por ahora. No se queda quieto; el 14 de este mes visitó al gobernador entrerriano Bordet, que también le rehuye -como dijo- a la lógica electoral binaria. Este mandatario no vería con malos ojos con la postulación de Massa.
¿Es Massa-Manzur una fórmula posible para 2019? La sola pregunta entusiasmaría y provocaría aplausos a rabiar por lo bajo de alguien en Tucumán: Alperovich. De cualquier forma, a quien lo escuche, Manzur avisa que tiene una visión respecto del peronismo y que por eso habla y recibe a todos: el peronismo, en todas sus vertientes, se está moviendo, y a eso hay que alentarlo. Para el mandatario el tiempo del duelo por la derrota en 2015 ya finalizó, ahora aspira a una unidad en la acción para ganar en 2019.
¿Puede ser Manzur un candidato en el plano nacional? Los que observan sus movimientos, sus gestos y hasta sus viajes al exterior, no lo descartan, por más de que haya dicho que irá por la reelección provincial junto a Jaldo. Lo recibían como si fuera un presidente; confesó alguien que integró la comitiva del reciente viaje a Estados Unidos e Israel. Puede ser la anécdota, pero de verificarse la posibilidad de que integre una fórmula presidencial -como dijimos-, el que sonreiría de oreja a oreja sería Alperovich, ya que esta alternativa cambiaría repentinamente el escenario local.
El nuevo enfrentamiento, entonces, sería un cara a cara directo con Jaldo, porque el tranqueño no “regalará” así porque sí todo el trabajo territorial que viene desarrollando y la estructura del Estado que viene manejando con la amplia libertad que le da Manzur. Sin embargo, para eso hay que esperar. Por ahora cabe mencionar -en el marco del distanciamiento y la disputa- que el senador denunció el jueves por las redes sociales que hay gente que le comenta que es presionada desde diferentes espacios políticos por participar en actividades relacionadas con su candidatura a gobernador. Si desplazaron de los diferentes estamentos del Estado a personas que simpatizaban con su figura, no debería sorprenderse de que ocurran algunos de estos “deslices”, porque aunque sea criticable que haya presiones o aprietes, forman parte de la lógica política.
Máxime cuando se poder se trata, ya que la pelea se convierte en una carnicería. En ese marco, desde el oficialismo aseguran que no le permitirán que se lleve a todo el cristinismo a los kirchneristas hacia su espacio. Hasta por esa porción de militantes ideologizados van a pelear palmo a palmo. Se entendería así que Manzur no le cierre las puertas a nadie en el plano nacional, todos son bienvenidos -apuntó- tanto como para abrazarlos en Tucumán. Distintas batallas, mismo objetivo: retener la gobernación.
En el medio, algo de color: la disputa llegó hasta Atlético Tucumán, ya que los candidatos se pelean por las fotos con sus jugadores, como “el Pulguita” Rodríguez, Mercier y Cabral. Hay que sumar. El presidente del club, Mario Leito, estuvo en el PJ el día del acto en el que se anunció que Manzur quedaba al frente de la conducción del partido. Todo vale, nada es casualidad en política, ni el mínimo gesto puede pasar inadvertido. Hasta ahora se viene jugando en terreno “decano”, en adelante los protagonistas tendrán que empezar a pensar en la cancha los “santos” a la hora de sumar adhesiones.
En medio fracturas y apelaciones a la unidad, de especulaciones y disputas territoriales, cabe la posibilidad de que la oposición se quede con más municipios a partir de que pueda haber candidatos a intendentes por varias listas peronistas. Cada una bebiendo agua de la misma fuente. Por ejemplo, Acción Regional, el partido de Ruiz Olivares, se va a presentar en todo el territorio; de hecho ganó algunas intendencias, bancas legislativas y de concejales en 2015. Querrá repetir. Puede ocurrir, igual que con el partido Tucumán Innovador de los “mellizos” Orellana, que disputen por los mismos cargos con postulantes de Manzur-Jaldo y de Alperovich. En ese esquema de eventual fractura, la oposición puede arañar nuevos territorios.
Sin embargo, vale considerar que, ante la sola posibilidad de que el senador llegase a presentar un candidato con chances o de que la oposición amenace birlarles una intendencia, la división desaparezca y se llegue a un arreglo entre la dupla gubernamental y Acción Regional, por ejemplo. Además, AR ya resolvió que será un acople de Manzur-Jaldo, lo mismo que el partido de los famaillenses.
Al margen, hay algunas consideraciones a tener en cuenta y que hacen a la territorialidad y a la contención de dirigentes a la hora de pensar en las chances del alperovichismo en el interior. Porque el senador, para volver a la Casa de Gobierno necesitará más de 350 candidatos propios para cubrir todos los cargos en juego. Eso significa territorialidad y contención. ¿Tendrá capacidad para enfrentar con posibilidades a los que representen al oficialismo? Precisamente, cuando en el Gobierno se menciona esta situación, varios ponen el mismo ejemplo para salir del paso: Las Talitas. Allí, los principales referentes (Stella Maris Córdoba, Najar y Morghestein) juegan con Manzur-Jaldo, por lo que en enfrentar con éxito tamaño aporte de votos acoplados se vuelve conflictivo.
Hay un detalle que algunos dirigentes recuerdan con cierto disgusto y malestar: el hecho de que Alperovich haya dicho que no necesita dirigentes porque cuenta con el voto de la gente. Ese ninguneo a una forma de estructurarse políticamente no cayó muy simpático entre la dirigencia peronista.
En fin, la oposición debería apostar a que el oficialismo disponga de una variada oferta en los municipios para poder colarse con suerte. Eso necesita de una oposición también unida, algo que todavía está por verse.