El enorme complejo científico que albergará el "supercolisionador" NICA, un gran proyecto con participación internacional con el que Rusia aspira a recrear los primeros momentos del universo comienza a tomar forma en Dubná, a unos 100 kilómetros al norte de Moscú.
La construcción del NICA (Nuclotron based Ion Collider Facility) en el Instituto Conjunto de Investigación Nuclear (JINR) comenzó en 2013 y prevén concluirla a finales del próximo año, dijo el científico Dmitri Driablov a periodistas de medios extranjeros.
La aspiración de unos mil científicos e ingenieros que trabajan en el proyecto es comenzar a operar el colisionador a partir de 2023.
El objetivo es estudiar la transición de la materia ordinaria al plasma quark-gluón, una "sopa" muy caliente y densa que existía justo unas pocas millonésimas de segundo después del Big Bang, hace 13.700 millones de años, para lo que harán colisionar haces de iones de oro.
El corazón del NICA es el acelerador superconductor Nuclotrón, que funciona en el JINR desde 1993 y fue uno de los primeros en Europa, según Rusia.
A largo plazo, el objetivo del JINR es que el NICA sirva no solo para "observar el origen del estado actual del Universo", sino también para ofrecer soluciones prácticas en los campos del espacio y el tratamiento de cáncer.
El JINR, fundado en 1956 y que actualmente cuenta con 5.000 empleados y la participación de 18 países de Europa, Asia y América Latina e instituciones científicas como el Centro Europeo de Física de Partículas (CERN), en Suiza, no es el único que trabaja en una cura del cáncer.
Hace un año el CERN indicó que "Medicis" (Medical Isotop Collected from Isolde) producirá isótopos radiactivos "a medida" para usarlos en el diagnóstico o el tratamiento de enfermedades, como el cáncer.
Para el cáncer
Driablov dijo que En Rusia, los científicos han desarrollado ya "un aparato que permite transportar un haz de partículas basadas en carbono y oxígeno al cuerpo del paciente para tratar el cáncer" sin dañar los tejidos sanos.
En materia cósmica el NICA, en cuyo consejo consultor participa el CERN, puede contribuir a medir el rendimiento de tecnología microelectrónica para analizar su resistencia a la radiación cuando se emplea en el espacio.
Un experimento "espacial" ya ha tenido lugar en Dubná, donde recientemente los científicos del JINR midieron la radiación cósmica en el cerebro de unos monos para ver cómo impacta en la memoria a corto y largo plazo, explicó Driablov.
Los primeros resultados no son buenos, pues muestran que con la actual tecnología los seres humanos "no podrán ir a Marte con sus cerebros intactos", pues olvidarán buena parte de lo aprendido en la Tierra.
El NICA espera precisamente poder ofrecer soluciones a este tipo de problemas, dado que iones pesados cargados en el acelerador pueden simular en pocos segundos o minutos los efectos de la radiación cósmica en aparatos electrónicos y seres humanos. (Télam)