Alto El Puesto, el pueblo del sur que está a punto de ser devorado por la tierra y el agua
En la localidad de Graneros, el agua destrozó los caminos y generó enormes grietas que se tragaron parte de la escuela. Varias casas están en riesgo de desmoronarse. Según denuncian los vecinos, las crecientes también arrasaron cosechas completas. La angustia de vivir al borde del precipicio.
El relieve es inquietante en Alto El Puesto (Graneros). Lo que antes fue un camino pegado a una acequia, hoy se transformó en un extenso cañón de unos 20 metros de ancho y más de 10 de profundidad. Las crecientes periódicas que bajan desde los cerros van generando una gigantesca grieta que ya se devoró el 80% del edificio de la escuela 295 y amenaza con tragarse las casas de unas seis familias que quedaron al borde del precipicio.
En realidad, de las 60 familias que habitan ese paraje, ninguna está a salvo de ese dantesco engendro de la naturaleza que se agiganta con cada tormenta. Paola Graneros, madre de 2 niños, tiembla al asomarse en la profunda grieta que abrieron las crecientes de las últimas semanas.
Su casa está a apenas 10 metros de ahí; lo mismo ocurre con otras cinco familias. Sabe que es enorme el riesgo que corre su casa -y su gente- de terminar en el fondo de esas profundidades. “Aquí quedamos acorralados por esta acequia que nos envuelve y está cada vez mas cerca. Cada vez que llueve no se puede dormir porque se escucha el ruido de las aguas y la caída de los bordes de tierra. Y no nos queda más que rezar y pedir a Diosito que no nos pase nada”, llora Paola.
“Aquí ya no tenemos futuro. Esto va desapareciendo. No entiendo por qué Defensa Civil evacuó sólo a una familia, si todos estamos en peligro. Si tuviésemos otra casa a la que ir ya nos hubiésemos ido”, agregó. De la zona en que vive Paola se evacuó a los Carabajal, un grupo familiar compuesto por un matrimonio con dos hijos. “Dejar este sitio significa abandonar las plantaciones de tabaco, los galpones y los animales. No es fácil irse, pero nuestras vida está en peligro”, advirtió la mujer. En este momento, Paola está aislada y solo puede salir caminando por el borde del cañón. Durante la última lluvia su hija Lara, de 15 años, se cayó en el barro y se quebró un brazo. Para que sea atendida tuvo que caminar nueve kilómetros hasta el dispensario de La Invernada.
El pueblo se quedó sin escuela, porque se la tragó el socavón. Apenas quedaron en pie un par de aulas de la parte frontal. Lo angustiante es que el nuevo edificio que se construye también está amenazado por esta situación. También el pozo de agua potable quedó a punto de desplomarse. Varios agricultores ya perdieron hectáreas con tabaco, soja y zapallos.
“Esto sucede a causa de varios años de desidia de las autoridades de Gobierno. El socavón comenzó a avanzar hace unos 20 años. Y nadie hizo nada por contener las aguas. Si se hubieran hecho trabajos en las acequias y canales esto no hubiera sucedido”, planteó Mario Medina. “Si ahora no se hace algo para frenar las correntadas, en un par de meses todo este lugar va a desaparecer. Se va a convertir en un enorme cráter” advirtió.
“Hasta aquí llegan las aguas que bajan desde los cerros. Es una masa líquida que llega descontrolada avanzando por fincas y destruyendo lo que encuentra a su paso. Así vemos canales y alcantarillas totalmente dañadas, como sacudidas por un terremoto”, describió Antonio Pérez. “Lo que nos aflige es que aquí todos estamos en peligro y ninguna autoridad del Gobierno se llegó a ver qué solución se le puede dar al problema que padecemos. Tendrían que traer varias máquinas y ponerse a trabajar para contener las aguas que abren socavones” añadió. Pérez aseguró que las últimas crecientes ya le destrozaron seis hectáreas de su finca.
Camino rehabilitado
Ayer, Vialidad de la Provincia rehabilitó el camino de acceso a Alto El Puesto desde La Invernada. Se llega hasta el edificio destruido de la escuela 285. Ahí asoma el enorme y extenso cañón. A lo largo del trayecto se observa en varios tramos los destrozos que dejó la creciente. Luego de las tormentas de fin de semana, también este miércoles se restituyó el servicio de electricidad. En cambio solo una parte reducida de la población recuperó el suministro de agua potable. Personal del Sepapys trabajó hasta tarde tratando de reparar los extensos tramos de cañerías rotas. El trabajo se hizo complicado en razón de que el pozo quedó al borde de la descomunal acequia.