El doctor José Ignacio Aráoz (1875-1941) publicaba con frecuencia en “El Orden” artículos con su firma. Trataban de temas políticos e históricos, y algunas veces hacían crónica de la vida provinciana. Uno de ellos, en 1920, se titulaba “La rueda del club”. Era una cariñosa referencia al grupo que se reunía todas las tardes en al Club Social, cuyo local estaba ubicado en 25 de Mayo y 24 de Septiembre.
Decía Aráoz que “la tal rueda es un arca de Noé”, donde se “entremezclan las personalidades más diferentes”. Por ejemplo, el poeta Ricardo Jaimes Freyre. Este era “lírico en el más alto sentido, alejado y desdeñoso del afán de los negocios”. Para él, “la vida humana es perpetuo motivo de sutil y rebelde filosofía, casi maximalista y de espíritu y gustos para ambientes de fina e intensa vida social y artística”.
Totalmente diferente era don Juan José Iramain, “pronto e ingenioso en los dichos que arroja como piedras, vivo e inteligente al natural, seduciendo por su gracia y penetración, bromista temible pero aguantador igual, cuando desequilibraban los herrajes de su cabeza la política o los asuntos cañeros que lo apasionan al extremo”. Era uno de los que más amenizaban la rueda.
Estaba también don Javier López “el empedernido y de temibles estocadas”, y el doctor Miguel Campero, “el mejor informado de noticias interesantes”. Recordaba también a don Pedro Alurralde, “ameno conversador, anecdótico y nervioso”; al doctor Pedro Ruiz de Huidobro, “de aspecto serio y duro, pero abnegado, bueno y generoso como ninguno”: a Ezequiel Padilla, “hombre a la antigua, calmoso, bueno y probo”; a Paulino Rodríguez Marquina, “luchador de habla y aspecto ruidoso y marcial, entregado en cuerpo y alma a nuestros afanes ciudadanos”.