En el fútbol moderno ningún aspecto puede quedar de lado a la hora de preparar un equipo de cara a un torneo. Entre el aspecto táctico y físico, entre la presión o la explosión por las bandas hay un recurso que muchísimas veces termina inclinando la balanza en los partidos: la pelota parada.
Sea directa o a partir de una jugada preparada, esa arma noble y de la que Jorge Sampaoli prescindió y hasta minimizó en Rusia 2018, le terminó entregando tres puntos “gigantes” anoche a San Martín.
Porque cuando el juego es trabado y enfrente hay un equipo dispuesto a ensuciar el partido más de lo normal, la bendita pelota parada es la aliada ideal para desestructurar cualquier plan mezquino.
Y este nuevo “Santo”, comandado por Gastón Coyette le saca el jugo hasta al mínimo detalle. El 2-0 de ayer ante el San Martín sanjuanino confirma que este es un equipo totalmente diferente del de las primeras fechas. Que el triunfo contra Racing inyectó confianza y que la mano del nuevo entrenador comienza a verse de a poco.
Por momentos sufre, es cierto. Pero es producto de que faltan aceitar algunos aspectos para que la máquina funcione como todos esperan. Pero ahora San Martín sabe cómo jugar cada partido y sobre todo qué recurso utilizar en cada pasaje de un juego.
Así, a ese toqueteo que parece intrascendente entre los centrales lo sucede con un estiletazo de “Tino” Costa para Matías García o para Hernán Petryk.
O si eso no funciona ataca por el medio e intenta quebrar el cerrojo defensivo del rival con el pivoteo de Claudio Bieler o el trabajo sacrificado de Luciano Pons.
Y si el partido se pone complicado como anoche, cuando la pelota no quería entrar por nada del mundo, utiliza el buen pie de sus hombres del medio para dejar en ridículo a Luis Ardente y asegurar puntos que cotizan en la bolsa de valores de Wall Street.
San Martín demostró ayer lo errado que estaba el entrenador que dirigió a la Selección en el último Mundial. La pelota parada muchas veces ayuda a ganar partidos y hasta campeonatos. Es una herramienta indispensable, sobre todo en el fútbol actual donde muchos equipos se inclinan por destruir antes que construir.
Dos obras de arte
Y antes de las obras de arte de “Tino” y “Caco”, el “Santo” ya había avisado por esa vía. Porque antes de que García volviera a estar endemoniado por su sector y a que Emiliano Purita hiciera un surco por la derecha, fue el juego aéreo el arma preferida de San Martín.
Así Adrián Arregui se quedó con el gol atragantado culpa del poste y Lucas Acevedo, con la ganas de pegar su segundo grito en la Superliga.
Porque ayer San Martín gritó fuerte gracias a dos pinceladas de sus hombres de pies mágicos. Con dos “bombas” que se tradujeron en otra inyección de fuerza anímica para intentar terminar el año de la mejor manera posible.
Un recurso bastardeado en el último tiempo le permitió a San Martín seguir sumando. Ahora que se venga Independiente, porque con esta actitud, nada es imposible.