ESTRENAN HOY
• A las 21 en la casa de Rosita Ávila (Entre Ríos 109).
Hay espacios emblemáticos para el arte en la ciudad. El de Entre Ríos 109, donde vive Rosita Ávila, es uno de ellos: allí se alojó al elenco y a la sala de 100 plateas de Nuestro Teatro entre 1967 y 1984, cuando se la demolió; luego, el living de la casa de la actriz cobijó distintos espectáculos, incluso un unipersonal protagonizado por ella; y desde esta noche, el patio se transformará en un lugar de encuentro entre tres amigas que se reúnen para compartir alegrías y pesares.
En ese ámbito se desarrollará “Tejiendo cenizas”, el texto escrito por Mario Costello e interpretada por Cristina Fiz Lobo, Liliana Sánchez y Manina Aguirre como la Gladis, la Manola y la Luisita, tres matronas norteñas unidas por un amor fraternal. Sánchez ejerce además la dirección de esta obra, que vuelve al cartel tras 11 años de su última función.
“Estas amigas se reúnen en el patio de la casa de una de ellas y allí, mientras trabajan con hilos y lanas, van tejiendo sus vidas y sus recuerdos, y reviven momentos pasados cargados de emoción y de ternura. El texto dramático mezcla el pasado y el presente de estas mujeres”, señala Sánchez (por su trabajo ganó el Artea a la mejor interpretación femenina en 2005), quien estuvo en la versión original junto a Aguirre y a Silvia Gianfrancisco, quien está radicada en la Capital Federal desde hace años y en cuyo reemplazo ingresó Fiz Lobo. “La convoqué porque ya la conozco como actriz y como persona, ya trabajamos juntas”, precisa la directora.
Costello logró dos premios por su creación: a mejor dramaturgia en 2003 y dos años después, el Artea a la dirección por su puesta en la sala que estaba en el sótano del teatro Alberdi.
Una de las imágenes disparadoras del relato es una hamaca, representada en la gráfica de presentación de la obra. “Es un elemento muy fuerte porque significa la ensoñación, el juego, la niñez y también la muerte y el paso del tiempo”, explica.
El eje de la construcción dramática pasa por los vínculos entre las tres mujeres, que se solidifican y fortalecen entre ellas. Por este motivo, explica Sánchez, “era muy importante que la relación entre las actrices sea buena y sólida, para que eso se vea en la escena; las tres somos muy diferentes, cada cual pone lo suyo y arma a su manera la construcción del personaje”.
Que haya pasado una década sin representarse obliga a repensar la obra por los cambios personales y sociales que se han vivido en este tiempo. La directora y actriz lo admite: “estamos en una época de desamor e individualismos, en la que tenemos que reconstruirnos desde las cenizas todo el tiempo; por eso decidí reponer ‘Tejiendo cenizas’, ya que es una manera de rescatar los afectos ante todo lo perdido en la vertiginosidad de la vida actual”. “Hay muchas cosas que cambiaron en la sociedad en estos años y siento que estamos siendo llevados a lugares muy oscuros, en donde nos quedamos solos y tristes”, advierte.
Hay otras frases que conforman el universo femenino que aborda “Tejiendo cenizas”: “un duende con sombrero; hilos en el viento; llamadas telefónicas con promesas que nunca se cumplirán... Entre tejido y tejido, un poco cada día, a veces más, a veces menos, tirando del ovillo, como tirando de la vida, y así tejiendo y entre puntos y colores, se van durmiendo en la noche poblada de estrellas y tuquitos, cada una con su propia historia...”, se plantea como presentación en la obra que evoca “los tuquitos por todos lados y un viento perfumado chocando contra nuestras caras”, al decir en la poética escritura de Costello, que describe que las protagonistas “como garzas blancas vuelan lento, se juntan para tejer el alma sin la marca del tiempo”.