Jorge Estrella, el hombre que eligió vivir fuera de su tribu
El filósofo y escritor, fallecido la semana pasada, fue uno de los mayores intelectuales de Tucumán y un colaborador sobresaliente de este suplemento por más de medio siglo. Aquí reunimos una selección de fragmentos de notas suyas publicadas en distintas décadas y representativas de sus principales áreas de interés.
Por Daniel Dessein
PARA LA GACETA - TUCUMÁN
Es la primavera de 1976. Jorge Estrella es profesor de la Universidad de Chile, país en que se encuentra exiliado, entre otras cosas, por un artículo publicado en este suplemento sobre Karl Marx (una crítica al autor de El capital, pero mal leída por militares obtusos). El asilo en el Chile de Augusto Pinochet es una ironía frente a la ignorancia ideológica.
Estrella camina por un pasillo de la universidad y lleva del brazo a Jorge Luis Borges. “¿Se notó que no soy comunista?”, le pregunta el autor de El Aleph y le cuenta que había recibido dos invitaciones. Una para México, donde por el solo hecho de asistir seguramente habría ganado el Nobel que se decidiría semanas más tarde. Pero eligió ir a Chile y deslizar algunos elogios sobre ese país. “Borges, usted parece andar buscando que no le den ese famoso premio”, le dice Estrella.
Jorge Estrella, a lo largo de su vida, hizo una apuesta similar. Liberal visceral, perseguido por derecha y segregado por izquierda, tomó una decisión tan infrecuente como temeraria. Desplegó convicciones que lo obligarían a vivir marginado de su tribu. La defensa férrea y frontal de sus ideas generaron el rechazo del mundo intelectual. Y fue, no obstante, una de las mentes más lúcidas y productivas de Tucumán.
LA GACETA Literaria, durante más de medio siglo, constituyó el terreno privilegiado en el que germinó su pensamiento, configurando una obra de una originalidad y una profundidad extraordinarias. Sus textos encontraron lectores devotos pero, sobre todo, erizaron a sus colegas universitarios y a lectores diversos que se sorprendían por su constante traspaso de las fronteras de la corrección política.
En este número reproducimos fragmentos de ensayos, críticas de libros y polémicas (algunas de las más punzantes y creativas de todas las publicadas en estas páginas lo tuvieron como protagonista). Un mosaico de los temas que lo obsesionaron y que supo abordar con su nada común inteligencia.
Horas antes de morir, su amigo Ricardo Grau me dijo que Jorge había escrito unas líneas de despedida. Le dije que me habían tocado el alma y que las publicaría el domingo. La noticia inyectó unas gotas de satisfacción en el hombre que había empleado las pocas fuerzas que le quedaban para tipearlas y destilar reflexiones plenas de sabiduría, mientras caminaba hacia la muerte.
El texto empezaba así: “He pedido que me entierren en Vinará, donde tengo memorias fuertes de mi infancia. Mientras tanto la vida sigue desde las sensaciones como el frío, la masticación o el sumergirse en el sueño. Plena ella de vida en esos sentires, recuerdos, presencias y borrosidades de la memoria. Desmemoriada del fin, la vida se instala allí como para siempre, y siento que le agradezco por eso”.
© LA GACETA
PERFIL
Jorge Estrella se graduó en 1962 en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT, institución de la que fue profesor desde 1965. La Filosofía de la Ciencia fue su especialidad. Ejerció la docencia por varios años en la Universidad de Chile, país en el que estuvo exiliado en la década del 70, y también dictó cursos en universidades de Salta, Santiago del Estero y San Juan. Estrella fue autor de 24 libros de ensayos y relatos. Obtuvo el premio Rojas Paz, el Hernández Catá y el José Martí por su obra filosófica y narrativa. Publicó sus primeros textos en LA GACETA Literaria a mediados de los 60 y se convirtió en uno de sus colaboradores más asiduos y destacados. Su último artículo fue “Los sermones y la Iglesia”, publicado el 12 de agosto pasado, al que le siguieron varias polémicas. “Adioses” es un texto póstumo, aparecido el domingo pasado, cuatro días después de su muerte.
> Fragmentos de notas de Estrella
Alaridos y lágrimas
(Reflexiones sobre la crisis argentina) *
Argentina se ha sumado alegremente al mito social dominante del siglo XX: el mito del pobrecito. Desde él, el fracaso ha sido auroleado como una virtud; la mendicidad como un derecho: el no hacer o el hacer mal los trabajos como respuesta a la “injusticia del sistema”; la violencia como acción legítima del incompetente para vivir. El piquetero de hoy es fiel reflejo de la vigencia del mito del pobrecito. Lo que otras culturas denominan “perdedor” y no merece reconocimiento alguno, entre nosotros se ha metamorfoseado: no tener, no hacer, no ser, son modos meritorios de estar en el mundo. Y sus derechos deben ser protegidos.
* 1 de septiembre de 2002.
Izquierdas y derechas *
¿Qué queda hoy de la oposición de esos bandos? ¿Cuál es el enemigo silencioso que acabó con ellos sin disparar un tiro? La respuesta es simple: el virus de la libertad. Creativo, emprendedor de iniciativas modestas pero imprevisibles, rompió las barreras tribales y los cercos de derechas e izquierdas, desfondó la historia, aventó las cenizas de los credos mostrando que izquierdas y derechas eran una misma actitud adversa a la creatividad de las personas, Desorientada, la historia empieza a trotar con el rumbo imprevisto que esas personas le imponen sin proponérselo.
* 28 de febrero de 1999.
Polémica *
Hay hechos mencionados por mí en la nota (sobre el libro de Bobbio, Derecha e izquierda) que han herido el alma noble de ese lector: que la dictadura militar chilena de los años 70 y 80 se sometió a tres plebiscitos, que puso a Chile en la vanguardia del desarrollo latinoamericano. Son razones que pueden apenar a cualquier espíritu generoso. Pero, por desgracia para él, son hechos registrados y suficientemente verificables. Lo mismo que sostener, como hice en la nota, que la Cuba de Castro es la dictadura militar más antigua de Latinoamérica. Observe, señor director, que se trata de simples descripciones que no incluyen juicio de valor alguno por mi parte: hubo un golpe armado en Cuba contra Batista, se tomó el poder militarmente y se perpetúa en él por 36 años sin permitir que el pueblo decida libremente si está de acuerdo o no. Mis descripciones inofensivas, note también, provocan la indignación moral: soy una “obscenidad bochornosa” de una “tremenda bajeza intelectual” por atreverme a señalar con el dedo lo que cualquier ojo puede ver si no está nublado por la beatitud ideológica.
* 18 de junio de 1995.
Apuntes sobre el absurdo *
La realidad externa y nuestra interioridad ostentan un orden provisional. En el encuentro de esos dos universos cabalga nuestra vida. Desde ella consentimos habitualmente en reconocer en aquellos significaciones estables. Desde ella también, abruptamente, solemos suspender esos principios de orientación. Porque hay un mundo (el de cada uno) que alguna vez se muestra sin justificación, sin sostén, y es, por eso, un mundo insostenible.
* 13 de junio de 1971.
El conocimiento del futuro *
Si el determinismo fuera verdadero en el orden humano y nos ofreciera su crónica detallada del futuro, lo alteraríamos. Esto es, lo haríamos falso. Sabedora de su derrota futura, ¿se habría lanzado Alemania a la segunda guerra mundial en 1939? Conociendo el resultado adverso del último plebiscito, ¿habría De Gaulle convocado en iguales condiciones esa consulta? Parece suficientemente claro que si supiéramos el futuro lo modificaríamos. Y ello equivale a decir que no podemos conocerlo. El conocimiento viene a introducir una cuña de incertidumbre en las predicciones sobre acontecimientos humanos. Tal vez eso queremos decir cuando sostenemos que el hombre es libre. porque su futuro está en sus manos.
* 23 de agosto de 1987.
Raíces *
Como el Peregrino de las estrellas, ese personaje de Jack London que reencarna una y otra vez en lugares diversos y en épocas distintas, lo que llamamos propia identidad puede ser una magnífica burbuja que nos ayuda a respirar mientras no la examinamos.
* 25 de junio de 2017.