DOS FUNCIONES
• A las 21 y a las 23 en el teatro Mercedes Sosa (San Martín 479).
Miguel Martín cuelga el uniforme del Oficial Gordillo cuando está en su casa. El humorista tucumano le hizo caso a su psicóloga, cuando, en un tiempo de crisis de pareja y familiar, fue contundente en su recomendación. “Me dijo que me baje del pony y me saque el conchero, y así lo hago. Ella (Ivana Navas) tiene mucho que ver con mi crecimiento y especialmente cuando me castiga, porque a veces te perdés, no te das cuenta de que no sos el personaje que interpretás y te agrandás con quienes más te hacen el aguante. Me alienta a decir no, algo que me cuesta mucho, porque cree más en mí que yo mismo”, admite en una entrevista atravesada de punta a punta por las risas.
Esta noche, ya como Gordillo, el actor volverá al teatro Mercedes Sosa con dos funciones, en un cierre anticipado del año con su nuevo espectáculo “Choreando a lo grande”.
- ¿Tu espectáculo se llama así porque le robás chistes a otros?
- Por supuesto, el que sabe de chistes lo va a notar. Hay algunas cosas inventadas, otras reinventadas y otras choreadas mal, en tono de homenaje a los grandes con los que crecí, escuchándolos de los casetes que compraba mi viejo. Algunos de ellos son el Negro Álvarez, Cacho Buenaventura, el Flaco Pailos y el gran Luis Landiscina, que fue el primer humorista que escuché y con el que invento una anécdota de cuando nos conocimos, algo que nunca ocurrió e la vida real. Aunque la gente cree que todo me pasó a mí, no es así. Recojo historias de todos lados y luego las reconstruyo en primera persona. Hago humor de identificación. Por ejemplo, no es cierto que mi mamá me sacaba al patio para pegarme; lo hacía frente a todos, era un poco más impulsiva y más de gritar.
- ¿Hacés el mismo show que hace seis meses?
- Está cambiado, aunque la estructura es la misma. Hay cosas que saqué y otras que agregué, porque había cosas que no me gustaban. Ahora está muy asentado, mejoré mucho los videos. Siempre estreno mis espectáculos en Tucumán porque mi público es muy generoso y se ríe aunque no le haga gracia. Pero soy muy exigente y me doy cuenta de lo que no funciona para modificarlo.
- ¿Volvés a estar sólo en escena?
- Soy un gobernado por mi esposa (Soraya Mafud), no me deja tener bailarinas alrededor. Yo le digo que me deje poner algo de color, y ella me responde que la oportunidad hace al ladrón y que yo soy bien gato. Trato de convencerla, pero es testaruda. El primer día de ensayos con Flavio Mendoza, el año pasado en Carlos Paz, fue y se encontró con todos los changos en calzoncillos chiquitos y las bailarinas totalmente vestidas. La mandé afuera. Que sea igual para los dos el tema. En el show de Mendoza las chicas salían para la derecha y los vagos por la izquierda, no nos cruzábamos. Los actores tenemos mucho pudor.
- Tu experiencia con Mendoza te marcó bastante.
- Es muy generoso, toda la primera parte, que es una filmación del Oficial Gordillo en un operativo en su casa, está robada con su permiso de “Mahatma”. También le afané la banda musical y la vestuarista, y me grabó un video especial. Le agradezco mucho.
- Exportaste el sánguche de milanesa...
- Hay gente de otros lados que quieren venir a Tucumán sólo para probarlos. Aunque no me crean, ya no como sánguches de milanesa todas las semanas porque demoro en reponerme. Sólo lo hago cuando no estoy de gira y tengo algunos días libres porque me caen mal. Pero los estoy deseando y me voy a vengar pronto, porque luego del Mercedes Sosa tengo unos días sin nada.
- Dicen que tus hermanos (Edgardo y Rubén) son tan graciosos como vos. ¿Se viene el trío de la familia Martín a escena?
- Son más graciosos que yo, mi señora lo puede testificar; ella se ríe con mis hermanos más que conmigo, aunque suene feo. En mi casa soy mudo; siempre le digo que me contrate si quiere reírse. Ellos tiran historias desopilantes sentados en una mesa, toman cualquier cosa en el aire y cuentan una anécdota o un chiste, pero no se animan a subirse al escenario. No va a existir el “Hermanitos Famaillá”.
- ¿Qué hiciste entre mayo, cuando fue tu última aparición en la provincia con el “Choreando...”, y ahora?
- Anduve por todos lados, en festivales y en teatros. Estuve por Córdoba, el teatro Ópera de Buenos Aires, Mendoza, Trelew, La Rioja, Salta, San Juan por primera vez, aunque es la tierra de mis padres... En varios lugares pensé que me iba a ir mal porque no me iba a conocer nadie, pero llenaba todos los teatros. Y para 2019 ya tengo todo organizado, con funciones desde Misiones hasta Ushuaia, incluyendo todo el conurbano bonaerense. El verano voy a estar en el Teatro del Sol en Carlos Paz, con “Choreando a lo grande”, que lo vamos a estirar un año más llevándolo por todo el país.
- No vas a tener tiempo para hacer televisión.
- Hice el programa “La noche con Miguel Martín” en Canal 10 porque lo necesitaba personalmente, pero es mucho sacrificio. Me acostumbré a otros tiempos creativos. Si vuelvo, me gustaría una serie como actor, algo distinto de lo que hice.
- Alguna vez te cansaste de Gordillo. ¿Cuándo decidiste reflotarlo y que vuelva?
- Cuando empecé a ir a Córdoba. Hacer temporada me exige tener material nuevo siempre. Desde que tengo hijos, estoy enfocado a un humor blanco, familiar, sin malas palabras, adaptados a este momento. Dí de baja varios chistes que no corresponden a este tiempo. Los humoristas tenemos que abrir la cabeza, como todos los miembros de la sociedad, sobre temas como el machismo.
- ¿Estás convencido de eso o subido a un corriente actual?
- He cambiado mucho, pero ya mi vieja me enseñó a no ser machista, porque en casa era un matriarcado. Mi viejo le decía algo y ella se le paraba, alguna vez le pegó con el haragán y no es broma. Estoy acostumbrado a tratar bien a las mujeres y a que tienen los mismos derechos. En mi casa, mi esposa que es arquitecta, se encarga de todo. Ella lleva todas las cuentas y es el hombre de mi hogar.
Vendedor de PC
Antes de llegar al escenario, Martín vendía electrodomésticos. “Estuve en Ventura, que me ensartó con la indemnización cuando desapareció, y en Mobilar, de donde me fui para probar suerte en Buenos Aires y volví rápidamente. Soy analista de sistemas y me gusta mucho todo lo informático, más el software que el hardware. Yo estaba empleado en Mobilar todavía y se hace una cena de una empresa con premios para el que contaba el mejor chiste, hacía una imitación o bailaba sobre la mesa y me gané todo. De allí me invitaron a actuar en Salta, pero no me dejaron”, recuerda.
Uno de sus logros de programación ahora motiva a risa: ideó junto a otros técnicos un programa para saber el día de la semana en que cae cualquier fecha, actual o histórica, algo que ahora es común pero que fue un avance años atrás. “Lo más importante es la presentación, siempre y en todo. Tenía un relevamiento con las fechas de cumpleaños de todas las personas que me dejaban datos y con los que hacía márketing, que hoy se transformó en una página con 499.000 fans. Me siento el Justin Bieber tucumano con mis apariciones en Youtube”, confiesa.