RÍO DE JANEIRO, Brasil.- Celebrado durante años por la lucha contra la corrupción, el juez brasileño Sérgio Moro vuelve ahora a estar bajo los focos públicos por las críticas que lo acusan de haber actuado con motivaciones políticas en su tribunal.
Moro, conocido por mandar a la cárcel al popular ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores (PT), les dio argumentos a sus detractores al aceptar una invitación del ultraderechista Jair Bolsonaro para ser su ministro de Justicia desde el 1 de enero de 2019.
Moro, magistrado de primera instancia en un tribunal de provincias en Curitiba, en el sur de Brasil, era un desconocido hasta hace unos años. Su nombre saltó a la fama cuando mandó a detener en 2016 a Lula para llevarlo a declarar de forma forzosa ante un tribunal.
En los dos años siguientes, se convirtió en el antagonista del ex jefe de Estado, considerado artífice del despegue económico de Brasil en la década pasada y elogiado por haber sacado a millones de personas de la pobreza.
Moro condenó a Lula a nueve años y medio de cárcel a mediados de 2017, tras declararlo culpable de haber aceptado la reforma de un apartamento para favorecer a la constructora OAS en sus negocios con la estatal Petrobras. Un tribunal de apelación subió la pena a 12 años.
Las investigaciones de la megacausa “Lava Jato” estaban en manos de Moro. La operación ha puesto en jaque a parte de las viejas élites políticas de la mayor economía de América Latina.
Lula y Moro encarnan dos realidades distintas y sus figuras representan las visiones políticas opuestas que se enfrentaron en la reciente elección presidencial.
Mientras Moro proviene de la clase media del sureño estado de Paraná, una de las zonas más ricas de Brasil, Lula nació como hijo de campesinos en la empobrecida región noreste de Brasil.
Popular entre círculos conservadores, el juez tiene fama de implacable. Ahora es objeto de crecientes críticas tanto en Brasil como a nivel internacional.
En marzo de 2016, los abogados de Lula acusaron al juez de “abuso de autoridad” por haber ordenado la conducción forzosa de Lula para declarar ante un tribunal. Varios juristas criticaron además la dureza de la sentencia de Moro contra Lula, así como la supuesta debilidad de las pruebas presentadas contra el ex presidente.
En la reciente campaña electoral, Moro generó también críticas por publicar material sobre los casos de corrupción del PT, mantenido bajo secreto judicial durante más de un año, justo días antes de los comicios.
Lula acusa desde hace tiempo a Moro de ser un “inquisidor” que representa los intereses de las élites que quieren evitar un regreso de la izquierda al poder. “Moro muestra su parcialidad en ‘Lava Jato’ al aceptar un cargo en el Gobierno de Bolsonaro”, señaló el PT, en un comunicado.
Con el comienzo oficial de su carrera política, Moro tendrá que afrontar desde hoy más reproches por sus anteriores decisiones judiciales. El futuro ministro de Justicia ya anunció que dejará los tribunales después de 22 años.