“Halloween”: una máquina de asustar... y de recaudar

“Halloween”: una máquina de asustar... y de recaudar

El regreso de Michael Myers se concretó con récords de taquilla. También vuelve Jamie Lee Curtis, en el papel que la hizo famosa.

JUNTOS. Michael Myers y Jamie Lee Curtis se conocen desde hace 40 años. No hay secretos entre ellos.

“Toda mi vida me preparé para esto”, dice Laurie Strode mientras remonta un fusil. Su casa es un búnker repleto de cámaras, reflectores y trampas, mientras en un sótano-guarida atesora un arsenal. Laurie sabe que el reencuentro con Michael Myers es inexorable y quiere jugar de local cuando se produzca. “Toda mi vida me prepará para esto”, podría subrayar Jamie Lee Curtis, cuyas cuatro décadas de carrera permanecen ligadas al fenómeno Myers. El momento de poner nuevamente en marcha la maquinaria ha llegado, y de qué forma. El de “Halloween” es un regreso con gloria y, sobre todo, millones. Laurie y Michael lo hicieron otra vez.

A esta altura de la historia cuesta distinguir dónde termina Michael y dónde empieza Laurie. Fusionados en la misma moneda expresan dos caras de la violencia que, en cierto inevitable punto, carece de límites. Frente a frente, Michael y Laurie quedan envueltos en un huracán regido por la más primaria de las pulsiones. En ese momento no hay buenos ni malos y de ese clímax vive la saga. Michael puede extraer el miedo, pero también la furia, y Laurie es una furia, sobre todo cuando su hija y su nieta corren peligro.

“Halloween”, estrenada en 1978, le proporcionó un poderoso aporte a la cultura pop. Entronizó al slasher -las películas de brutales asesinos seriales- como el subgénero por excelencia del terror en los 80, relegando a vampiros y zombis a un discreto retiro del que saldrían años más tarde. Jason y Freddy Krueger son los hijos no reconocidos de Michael Myers, aunque un elemento los diferencia. Jason y Freddy matan por venganza (al primero por lo que le hicieron a su madre, Freddy porque lo quemaron vivo), mientras que Michael encarna el mal en esencia. Liquida a sus víctimas porque sí. Punto.

2018. Laurie Strode enfrenta a Michael. La expresión está llena de furia.

Ese es uno de los tópicos que aborda esta “nueva” Halloween, estrenada el jueves en Tucumán. El doctor Sartain (Haluk Bilginer), psiquiatra de Michael, está obsesionado por desentrañar las motivaciones que ponen en marcha la máquina de matar. Michael permaneció encerrado durante 40 años y jamás dijo una palabra. Sartain es capaz de cualquier cosa, hasta de permitir que una dupla de periodistas intenten entrevistarlo y, de paso, le muestren la célebre máscara con la que Michael configuró su dress code durante el raid asesino. Será en vano. Michael nació matando (a los seis años despachó a su hermana) y jamás se detuvo.

En el año del regreso de Michael Myers, el cine argentino se ocupó del más celebre de nuestros asesinos seriales. En “El ángel”, Luis Ortega ofrece una pintura precisa de Carlos Robledo Puch. No hay razones que expliquen la conducta criminal de Robledo Puch, tampoco emociones que lo delaten al momento de apretar el gatillo. Ni placer, ni euforia, muchos menos dudas o arrepentimiento. Los ojos de Robledo Puch son de hielo y la certeza es que no hay nada detrás. Comparte con Michael Myers esa indiferencia por la vida -la propia y la de los demás- y ahí sí que hay motivos para asustarse.

“Halloween” funcionó en 1978 por varias razones. La economía estadounidense estaba en punto muerto y la administración Carter no conseguía encontrar el revulsivo capaz de cambiar el ánimo de un país hundido en la desesperanza. En ese terreno ideal para el crecimiento de figuras antisistema (de hecho, Ronald Reagan ganaría las siguientes elecciones), Michael Myers representaba el enojo y la contrariedad de buena parte de esa sociedad. La afilada hoja del cuchillo de Myers canalizaba la frustración acumulada. Otra lectura terrorífica, claro.

Pero además “Halloween” estaba muy bien hecha y la explicación se llama John Carpenter, el artesano del terror y la ciencia ficción que marcó los 80 como pocos realizadores. Después de “Halloween”, Carpenter fue disparando un clásico detrás de otro: “La niebla”, la icónica “Escape de Nueva York”, el abordaje al universo Stephen King con “Christine”, “El enigma de otro mundo” -absolutamente de culto-, “Starman”, la maravillosa “Rescate en el Barrio Chino” y, si de meter miedo hablamos, la perturbadora “El príncipe de las tinieblas”. En los 90 siguió filmando full time y regaló un notable abordaje a la obra de Lovecraft (“En la boca del miedo”).

Carpenter dejó la dirección de este retorno a “Halloween” en manos de David Gordon Green, quien estuvo a la altura del desafío, tal vez porque el maestro lo controló de cerca. Además de los créditos como productor ejecutivo, Carpenter se aseguró un lugar en el otro rubro que lo apasiona: la música. Porque no sólo es un gran cineasta; también es un compositor prolífico.

1978. Laurie Strode sufre a Michael. La expresión es de máxima angustia.

La de “Halloween” es una historia típica de los tejes y manejes de la industria. Se hicieron en total 10 películas, contando secuelas, precuelas, reboots y spin-offs, mientras los derechos iban cambiando de manos y a Michael Myers lo tironeaban de acá para allá. Algunos de esos títulos bordean la vergüenza ajena, pero la máxima de “el público se renueva” parece infalible. El viernes, una sala tucumana rebosaba de adolescentes que no tenían idea sobre este frondoso background. Al final aplaudieron.

Si la saga fue tan metódicamente explotada es porque nunca dejó de ser un buen negocio. Lo que no se esperaba es un éxito tan rotundo como el que la nueva “Halloween” está alcanzando. Durante el primer fin de semana de exhibición recaudó cerca de 80 millones de dólares sólo en Estados Unidos (la película costó 10 millones). “Halloween” está traccionando la taquilla a una velocidad formidable, tanto que este puede ser el octubre más lucrativo de la historia para Hollywood.

“Toda mi vida me prepará para esto”, podría repetir entonces Jamie Lee Curtis, espléndida con 60 años sin cirugías. Es cierto que ella volvió a meterse en la piel de Laurie Strode en secuelas de dudoso gusto, pero ¿quién podría reprochárselo? El guión de la nueva “Halloween” es por demás sólido, al contrario de la mayoría de sus predecesoras. Curtis invita a los espectadores a olvidarse de todo lo que vino después de 1978 y ella respeta ese pacto con una actuación convincente. A quien se extraña en este revival es al brillante Donald Pleasence, quien interpretaba al doctor Loomis (en la original sólo participó del rodaje durante cinco días y le pagaron 25.000 dólares). El doctor Sartain viene a ocupar su lugar aunque, claro, no es lo mismo. Si viviera (murió en 1995), Pleasence cumpliría 100 años en 2019.

“Toda mi vida me preparé para esto”, diría Michael Myers... si hablara. “Halloween” cumple con la obligación de no revelar su rostro y ni falta que hace. Su cara es la de la máscara, inquietante en 1978 y en 2018. Y habrá más, que nadie lo dude tratándose de Michael Myers.

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